Gabriela Cabezón Cámara combina una cultura apabullante con actitud rocker. Sobre literatura griega clásica sabe muchísimo. Además de estudiar letras en la Universidad de Buenos Aires, publicó una novela, La virgen cabeza, que fue finalista del Memorial Silverio Cañada de la Semana Negra de Gijón; y otra, Le viste la cara a Dios, distinguida por la Revista Ñ como uno de los libros del año. Luego vinieron Romance de la negra rubia yBeya.

También participó con relatos en diversas antologías.

Cuando era adolescente leyó la saga Ripley de Patricia Highsmith y se enamoró del policial. Casi al mismo tiempo le entró a Operación masacre, de Walsh. Con esas y otras influencias, Cabezón Cámara irrumpió en el periodismo cultural con un estilo propio y entrevistas audaces que refrescaron el panorama local.

Quienes compartieron con ella los días y las noches del Festival Azabache la recuerdan como una amante, moderada, del buen vino y el whisky. Y de la coca light.

Libros y bebidas, dos pasiones que suele combinar en el café Pride de San Telmo o el Club Social de la avenida Caseros.

Sus peinados, que cambian a menudo siguiendo osadas tendencias, provocan suspiros dentro y fuera del ambiente cultural.