Hace más de quince años, cuando Youtube no existía, Ulises Rodríguez recitaba de memoria los diálogos completos de Esperando la carroza. Y cientos de escenas de otras películas argentinas. Después pudo entrevistar y darle un abrazo a todos los actores que imitaba en los festivales de cine nacional a los que asiste religiosamente.

Pero antes, cuando todavía vivía en la bonaerense Salto, su sueño era otro: quería jugar en Independiente de Avellaneda. A los 14 años se dio cuenta de que las piernas no hacían las gambetas y firuletes que su cabeza imaginaba. De las canchas pasó a los bares del pueblo, donde paraba la oreja y escuchaba las historias de los viejos parroquianos. Entre las mesas gastadas aprendió a jugar y a ganar unos pesos con el pool, el chinchón y el truco.

Un día leyó un cuento de Osvaldo Soriano. Quiero eso, dijo. Periodista y escritor. ¿Quién carajo es Soriano? Buscate algo que te dé de comer, le respondió Pastor, su padre, ex jockey y buscavidas. Ulises buscó: estudió periodismo y locución en La Plata. Comer, come. Y se da otros gustos, como comprar radios antiguas o completar la colección de la revista Humor. Le faltan cinco.

Trabajó en el diario Hoy de La Plata, en Diagonales e Infonews. Ha publicado crónicas y artículos en Orsai, Un Caño, Lamujerdemivida,Escribiendo Cine y Publicable, entre otros. De Soriano se volvió fan. También de Fabián Casas y de John Kennedy Toole.