No es orgullo, es pride, porque así se dice en inglés. Evoca el aniversario de Stonewall, el bar neyorquino donde gays, lesbianas, travestis y trans resistieron a la represión policial a fines de los ´60.

50 años después, el mercado retoma la fecha como estrategia de publicidad. Las redes estallan con memes. Los logos de grandes corporaciones se tiñen de arcoiris.

Desde los activismos esto se denuncia como rainbow-washing, lavada de cara por parte de las empresas que poco tiene que ver con nuestras luchas.

El lavado arcoíris crea otro fenómeno: el queer bait o carnada queer, la producción focalizada en el colectivo LGBTIQ+, público que se asume ya segmentado.

Pero más allá del pride, hay orgullo.  En especial ante el avance de los discursos de odio que pueden verse en todo el mundo.

En Argentina, la marcha es en noviembre por la fundación del grupo militante Nuestro Mundo (1967).  Dos años después surgió el Frente de Liberación Homosexual (FLH), en el cual participaron Néstor Perlongher y Manuel Puig, entre otrxs.

En los 90 existieron muchas más organizaciones que se concentraron en la demanda de derechos civiles para minorías sexuales. Por eso en nuestro país tenemos leyes pioneras.

En la Argentina y en todo el mundo hay orgullo más allá del Pride. Tiene que ver con revueltas de maricas, travestis, trans y lesbianas pobres y negrxs, y no con estrategias publicitarias de las grandes corporaciones.