Crónica

Cristina condenada


Líder presa, peronismo liberado

Durante el fin de semana largo se movieron las fichas. Con el peronismo reunido, la militancia de vuelta en las calles y regresos como los del Movimiento Evita y la izquierda. El Gobierno necesita a su enemigo vivo pero a distancia, mientras Macri celebra una victoria agria. ¿Podrá articularse una fuerza política que reviva una oposición potente al mileísmo?

El 10 de junio Cristina Kirchner resucitó, ante la mirada atónita de los que creían que por fin había quedado fuera del mapa político. Les dejó en claro a todos que no piensa retirarse. ¿Qué más puede perder? Se mira en el espejo de Luiz Inácio “Lula” Da Silva, pero sabe que ese camino es largo e incierto. Mientras tanto, seguirá ejerciendo la conducción, aunque no sea del partido, sí del peronismo.  

Muchas veces imaginó el fallo de la Corte Suprema de Justicia, pero jamás que Horacio Rosatti, Ricardo Lorenzetti y Carlos Rosenkratz la devolverían al centro de la escena política —aunque a un costo muy alto— y le inyectarían al peronismo la mística y el vigor que perdió luego del fracaso del gobierno del Frente de Todos y el ascenso de Javier Milei. El fantasma que la persiguió durante años se corporizó y cambió de un sacudón las reglas de la política, las del partido que fundó Juan Domingo Perón y las de quienes están en la vereda de enfrente. Los alcances de esa transformación son todavía una incógnita, difíciles de cuantificar por lo impredecibles. Tanto que algunos empiezan a preguntarse si no es hora de pegar un volantazo que ponga a prueba la audacia y la irreverencia que alguna vez supo tener el kirchnerismo.

Más cerca de los recientes procesos latinoamericanos que de la proscripción que inauguró la autodenominada Revolución Libertadora en 1955, la detención de las dos veces Presidenta está lejos de saldar las internas que existen en el PJ. Pero sí obliga a algunos de sus dirigentes —como los gobernadores Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca) y hasta Guillermo Moreno— a rever posturas y hacer una tregua en momentos en los que la amenaza de quedar dañados en la contienda electoral trasciende la figura de Cristina. 

¿Qué va a hacer el peronismo en los comicios? ¿Quién reemplazará a CFK en la tercera sección electoral? ¿Podrá el PJ unirse bajo un mismo paraguas en las elecciones nacionales? En el cristinismo hay una única certeza: no están dispuestos a cederle a nadie el lugar que hasta ahora ocupa la titular del partido, menos aún a que su sacrificio sea en vano. El poder, así como el liderazgo, se ganan incluso si “La Jefa” está en prisión.

¿La proscripción es a Cristina o a todo el peronismo? Sin la necesidad de acudir a las Fuerzas Armadas, el Poder Judicial se convirtió en el ejecutor de una maniobra que hace tiempo promueven desde el poder económico para dejar afuera del tablero a la principal dirigente opositora, quizás hasta con la esperanza de que el resto de los referentes peronistas se vea en la obligación de “autoproscribirse”, como una muestra de apoyo incondicional a la ex mandataria. A modo de globo de ensayo, Juan Grabois —con el visto bueno de algunos cristinistas— esbozó la idea de abstenerse en las elecciones, pero luego tuvo que dar marcha atrás con la propuesta frente al descontento de otros peronistas.

Aquel planteo sonó por demás riesgoso. Dejaba servida la posibilidad a la derecha de concretar lo que tantas veces soñó: una Argentina sin peronismo o, al menos, con la mínima representación posible en las intendencias, concejos deliberantes, legislaturas provinciales y el Congreso de la Nación. 

Grabois no es el único que busca tensar los límites del peronismo. El líder del Movimiento Evita, Emilio Pérsico, y La Cámpora creen que es momento de salir de la quietud en la que quedó atrapado el partido y dar la disputa política en las calles. Por paradójico que parezca, postulan que es hora de salir del encierro. “Hay que estar en todas partes. El peronismo no puede estar sólo en el Congreso y los gobiernos municipales o provinciales”, afirman en el kirchnerismo. Como ensayo, antes de la movilización de este miércoles a Comodoro Py para acompañar a CFK, se multiplicaron los actos, se llenaron las  paredes de pintadas, y hasta varios se animaron a irrumpir en los lugares más inesperados, como el histórico bar La Biela. Apenas son las primeras acciones de muchas otras que tienen planificadas en el edificio de Matheu.

Alejado de los discursos más disruptivos, Sergio Massa, uno de los principales aliados de Cristina, avizora que por primera vez en muchos años es posible que el PJ vaya unido a los comicios. Imagina que si eso sucede, quedarán más delimitados los dos históricos modelos de país que están en pugna y el peronismo tendrá más chances de volver a ser gobierno. 

De manera llamativa, después de la celebración de Milei y de otros funcionarios por la resolución de la Corte, el aparato comunicacional libertario puso en pausa el uso de provocaciones distractivas sobre múltiples temas, que llevan la firma de Santiago Caputo. Sorprendentemente, decidieron no disputarle la agenda al kirchnerismo, ni en las redes sociales, ni en los medios de comunicación. A ninguno de ellos se le escapa que mientras se hable de Cristina (y del balcón desde el que saluda y hasta baila), la política económica y sus consecuencias pasarán más desapercibidos. 

Aún así varios se siguen preguntando hasta qué punto les servirá que Cristina esté presa.

El aparato comunicacional libertario puso en pausa el uso de provocaciones distractivas sobre múltiples temas, que llevan la firma de Santiago Caputo.

Por lo pronto, el gobierno de Milei quedará en la historia como el primero desde el regreso de la democracia que tendrá proscripta y encarcelada a la dirigente opositora más popular. Cualquier triunfo del mileísmo en las urnas perderá potencia y legitimidad.

En un Gobierno que renunció a mantener todas las formas, que no le importa ser tildado de negacionista, misógino, homofóbico y que hace culto de ser el mayor ajustador de la historia, la ausencia de su contrincante le impedirá hacer uso del latiguillo preferido de los libertarios —“hay que enterrar al kirchnerismo”—, pero le abre la puerta a instalar una nueva dicotomía “corrupción o libertad”.

—Estar presa es un certificado de dignidad —dijo Cristina frente a las cámaras de televisión, para todos los que quisieran escucharla.

Con esas siete palabras, la ex presidenta empequeñeció a todo el resto de los dirigentes del peronismo. ¿Quién más estaría dispuesto a ser encarcelado en pos de un proyecto político? Quizás Grabois, que hace diez días estuvo detenido unas horas por ocupar el Instituto Perón. La mayoría prefiere mirar para el costado. Para muchos, su máximo esfuerzo es volver a sentarse con algunos dirigentes que hace tiempo se alejaron del partido y poner la firma en algún comunicado.

Kicillof sabe que en lo inmediato no tiene otro movimiento posible que el de acompañar a quien fue su mentora, aunque el vínculo esté resentido. La decisión de la Corte, tan inédita como arbitraria, limitó también su capacidad de acción. Cualquier paso que dé a contramano de lo que pregonan en el Instituto Patria o intento de vuelo propio será visto como una traición. Lo era antes, más ahora que Cristina está entre cuatro paredes. Tendrá que esperar a que se acomoden las cosas para terminar de independizarse. 

A esta altura, parece improbable que CFK —y mucho menos Máximo Kirchner y La Cámpora— acepte hacer las paces con el gobernador bonaerense. Ni siquiera la gravedad de la situación hizo que cesaran las confrontaciones entre los camporistas y sus ex compañeros de organización. “El problema son los entornos, de un lado y del otro”, dice un funcionario del Gobierno bonaerense.

El escollo con el que se encuentran en el entorno de Cristina es que el axelismo no es sólo una deriva de la otrora organización juvenil del kirchnersimo. Suma también poderosos intendentes, como Jorge Ferraresi, que se hizo notar al llegar a pié a la casa de Cristina desde Avellaneda con una nutrida columna de varias cuadras de militantes del Movimiento Derecho al Futuro. Le será difícil al cristinismo férreo obviar la fuerza del gobernador y de varios de los jefes comunales que lo acompañan en lo que parece ser una proeza política: tomar el bastón de mariscal.        

Más allá de los movimientos políticos superestructurales y sus reacomodamientos; por lo bajo, aflora de manera tímida la resurrección de la militancia, en las vigilias frente al edificio en el que vive Cristina, en las marchas, en las tomas de universidades y colegios, en los cortes en los accesos a la Ciudad protagonizados por obreros y movimientos sociales. Vuelve la mística de la resistencia, esa con la que el peronismo se reencuentra con sus orígenes y con su razón de ser. Lo que nadie se anima a arriesgar es cuánto durará, ni qué forma tomará a futuro.

La exclusión electoral de CFK no sólo generó efectos en la dirigencia y en la militancia peronista. Mientras en la UCR se limitaron a aplaudir el fallo del trío judicial, en el PRO, unos pocos, pensaron que podrían revivir al partido amarillo, que va camino a extinguirse después de la derrota en la Ciudad. Mauricio Macri consiguió lo que tanto anheló: a Cristina presa y sin poder ser candidata. Pero sabe que ese triunfo que le regalaron los cortesanos se le escabulle entre las manos. Nada de eso le devolverá el liderazgo que supo tener dentro de la derecha en la política argentina. Por estas horas, se conforma con que la amistad con algunos de los jueces que invitó a la Quinta de Olivos cuando era presidente le sirvió para apartar a su principal enemiga política.   

Por lo bajo, aflora de manera tímida la resurrección de la militancia, en las vigilias frente al edificio en el que vive Cristina, en las marchas, en las tomas de universidades y colegios, en los cortes en los accesos a la Ciudad protagonizados por obreros y movimientos sociales.

En lo que para muchos peronistas fue una acción inesperada, la visita de Myriam Bregman y Nicolás del Caño a la sede del PJ para brindar en persona su solidaridad a la ex mandataria cortó con décadas de ruptura irreconciliable entre el peronismo y la izquierda, con hitos como el comunismo y el socialismo aliados a Braden hasta sectores de izquierda bancando a los ruralistas en el conflicto del campo. Apenas una postal que puede ayudar a que sea más habitable la convivencia en movilizaciones y en los ámbitos en los que coexisten —como centros de estudiantes o sindicatos—,  entre sectores que tienen enormes diferencias.

¿Generará la indignación por la proscripción de la principal dirigente opositora  una nueva oleada de conciencia militante que potencie un campo popular que parecía lento de reflejos frente a la seguidilla de ataques propinados por la derecha? ¿Será que aquéllos que están detrás del fallo de la Corte terminarán potenciando la figura de Cristina, en lugar de aplastar su liderazgo, como pretenden? ¿Surgirá una alternativa al mileísmo que rompa con el sopor de la oposición actual?

Nadie tiene las respuestas, pero todos, los que celebraron y los que lloraron el encarcelamiento de CFK, están en su búsqueda.