En enero de 1994, durante el levantamiento zapatista, Guillermo Osorno Covarrubias trabajaba en la embajada de México en Londres. Los periodista le hacían preguntas, sus jefes le insistían para acomodar la verdad a los intereses del gobierno de Carlos Salinas de Gortari, Osorno se sentía mal. Lo que le decían los periodistas, pensaba, tenía más sentido que las explicaciones que los discípulos del presidente querían construir. Se preguntó: “¿Qué hago aquí?”. Y decidió pasarse para el otro lado.
Estudió en la Universidad de Columbia. Fue reportero de investigaciones especiales en el periódico Reforma y editor de reportajes de la revista Letras Libres.
Gracias al periodismo, consiguió un pretexto para husmear en asuntos que le interesan, una identidad y un plan de vuelo. Por él, renunció a una aburrida vida diplomática, tomando alcohol, comiendo comida gourmet.
En 2000 fundó la Editorial Mapas: fue el creador de las revistas Travesías y DF por Travesías. Desde 2006 es director editorial de Gatopardo.
Cuando trabajaba en la embajada, escribió una novela, Canta Catalina Canta, sobre un cantante de ópera que tenía pánico escénico. Era una manera de hablar de sí mismo. Ya no escribe ficción.
Editó el libro de crónicas sobre la Ciudad de México ¿En qué cabeza cabe? y Crónicas de otro planeta, la antología de textos de Gatopardo. También es columnista del periódico El Universal.
Al acostarse, Osorno Covarrubias piensa cómo puede hacer más dinero, cuándo terminará su libro y dónde andará su ex novio.