Crónica

Festival, política y religión


Evangélicos en el palacio y la calle

En dos semanas, los evangélicos ganaron seis bancas en el Congreso de la Nación, concretaron un ritual inédito de oración en Casa Rosada y recibieron la visita de uno de los pastores estadounidenses más influyentes del mundo. El último fin de semana, una multitud se congregó en el estadio de Vélez para escuchar al asesor espiritual de Trump y compartir un festival religioso de dos días. Crónica desde las entrañas de un movimiento que se expande cada vez más visiblemente entre las elites y los sectores populares de Argentina.

El pastor dice que el día que aterrizó fue a ver al Presidente. Habla en inglés y casi ninguna de las cuarenta mil personas que escuchan a sus pies lo entiende. Dice que le regaló una Biblia. Cuando el traductor, parado a su lado —los dos detrás de un imponente atril negro con una cruz dorada en el centro del escenario— repite sus palabras en español, el estadio de Vélez estalla en aplausos y vítores. 

El clamor dura un instante y luego la multitud vuelve a escuchar en silenciosa reverencia al pastor evangélico estadounidense Franklin Graham, principal orador del Festival de la Esperanza. No parecen pesarle los 73 años. El cuerpo erguido y firme. Campera de cuero negra con detalles marrones sobre un sweater azul oscuro, una camisa blanca y una corbata azul con detalles blancos. El peinado blanco elegante y los ojos azules. Le lleva media cabeza al traductor, que tiene la misma ropa negra y la raya del peinado blanco del mismo lado. Es como un homúnculo. Siguen hablando. Uno repite en español lo que el otro dice en inglés. Que Milei iba al colegio católico, como católico que era, pero no conocía nada de lo que la Biblia decía. Que no sabía nada de Moisés, de Abraham, pero demostró que estaba leyendo. Disfrutamos la charla con el presidente, dice Graham y repite el traductor. 

El pastor Franklin Graham, que también es consejero espiritual de Donald Trump, visitó al Milei en Balcarce 50 el martes 4 de noviembre. Es la primera vez que un presidente argentino recibe en Casa Rosada a un líder evangélico de esta talla. 

Ahora en Vélez, después de hablar de Milei, el pastor habla de sexo. Advierte a su público que el adulterio es un pecado. Sigue él y sigue el traductor en español: “Déjenme decir algo sobre el sexo, Dios creó el sexo, quiere que lo uses y que lo disfrutes. Pero solamente dentro de una relación matrimonial entre un hombre y una mujer. No dos hombres, no dos mujeres. Un hombre y una mujer en una relación matrimonial”. 

Franklin Graham sonríe, hablando amigablemente del castigo. Sigue él y sigue el traductor: “Tal vez haya muchos acá que estén siendo culpables de pecados sexuales, pero quiero decirte que Dios esta noche te puede perdonar. Hay algunos de ustedes esta noche que son culpables de haber abortado. Tal vez, de muchos abortos. Pero estoy acá para decirte que podés ser perdonado esta noche. Dios te ama y te quiere perdonar, pero tenés que venir a él con fe. Tenés que estar dispuesto a arrepentirte, a apartarte de tus pecados. En ir a otras direcciones. Si aceptás a Cristo, no podés volver a tu casa a una vida de pecado”. 

Mientras Franklin Graham y su traductor dicen estas palabras, la noche del 8 de noviembre, a algunos kilómetros de ahí, dos íconos gay tocan en paralelo: Marilina Bertoldi, abiertamente declarada lesbiana, en el Estadio Malvinas Argentinas y Dua Lipa, la estrella pop británica, en River. Tini Stoessel presenta su show en un Tecnópolis agotado. Y ahí la gente la escucha cantar: “Tengo una gata, la llevo al telo, se le quita lo santa cuando la agarra del pelo, y si yo pudiera le hago gemelos”.

Franklin Graham no sabe nada de ellas. Aquí cantaron Michel W. Smith, Charity Gayle, el rapero puertoriqueño Redimi2 y la banda local Rescate. El pastor dice que le gustó mucho la música y dice qué noche más maravillosa. Y recuerda su última vez en Buenos Aires: 1991, en el estadio de River, junto a su padre Billy Graham, que era entonces el evangelista más escuchado en todo el mundo. El pastor no lo dice pero hoy, 35 años después, la Argentina es otra. Hace cuatro días hicieron rezar al presidente y los ministros en Casa Rosada, hace dos semanas líderes evangelistas ganaron seis bancas en el Congreso y hoy, saben, están conquistando los corazones y las calles como nunca.

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Franklin Graham es hijo mayor de Billy Graham, un pastor evangélico nacido en una granja lechera en Carolina del Norte que en los 60 llegó a tener una popularidad comparable a la de Kennedy. Un predicador de un carisma indiscutido que organizó cruzadas de evangelización a nivel mundial y que, además de llevar la palabra de Dios, también estaba muy preocupado por el avance del comunismo. Según él, la solución era regresar a Cristo. Billy supo utilizar las herramientas comunicacionales de su época a su favor: radio, televisión y prensa gráfica. 

Vino al país en dos oportunidades: en 1962 llenó un Luna Park y en 1991 llenó tres River. En ese segundo viaje lo acompañó su hijo, que hoy retoma su legado de prédica y administra Samaritan’s Purse, una ONG que brinda asistencia ante desastres naturales y conflictos bélicos. También la Billy Graham Evangelistic Association (BGEA), con la que continúa el espíritu de su padre de predicar en los cinco continentes y llevar la palabra de Cristo a cuanta gente pueda. Marcos Carbonelli, doctor en Ciencias Sociales especialista en evangelismo, conoce a fondo a ambas figuras: “Franklin tiene un poco ese lugar en Estados Unidos. Acá es un interlocutor secundario si se quiere. Es una persona de cierto peso, pero está siempre el problema de la transmisión del carisma. No estoy seguro de que Franklin sea igual a la figura del padre”. Carbonelli entiende a ambas ONGs como empresas que Franklin intenta capitalizar para perpetuar el movimiento. Según datos del New Yorker, ambas organizaciones están valuadas en alrededor de setecientos sesenta y cinco millones de dólares.

Desde 2016, Franklin Graham se mostró públicamente como aliado de Trump. Es su consejero espiritual, ora por él y por su gestión. En 2024, durante la Convención Republicana de Milwaukee, Franklin participó como orador. Dos días antes, el actual Presidente de Estados Unidos había sido objeto de un intento de magnicidio en plena campaña electoral. 

—Es un honor que Donald Trump me haya pedido orar por él hoy —dijo Graham ese día—. Tuvo una experiencia cercana a la muerte, no hay dudas. Pero Dios salvó su vida. Cuando se levantó de esa plataforma, lo hizo con su brazo en alto, demostrándole a América su férrea voluntad por luchar por ellos en esta nación. Si Dios le concede ser el 47° Presidente de Estados Unidos, no hay dudas de que hará grande a América otra vez.

A principios del 2025, Graham se refirió a la situación legal del aborto en su país y, si bien para el predicador aún falta para que Estados Unidos llegue a la “edad de oro”, reconoció a Trump por haber nombrado a los jueces de la Corte Suprema que derogaron el fallo Roe vs. Wade, que garantizaba el derecho constitucional al aborto. Desde el 2022, cada Estado puede regular de manera estricta o prohibir de plano el aborto en su territorio.  

A lo largo de los años y de la organización de estas cruzadas, que anualmente continúa Franklin Graham bajo el paraguas de su fundación, no siempre encontró buena recepción entre la política local o los movimientos sociales. En 2020 tenía planeada una gira por Alemania y un miembro del parlamento, Sven Lehmann, elevó una carta abierta pidiendo que no se le dé espacio a Graham para realizar el evento por ser un “predicador de odio”. En 2022 realizó una gira por varias ciudades de Europa, entre ellas Liverpool, en donde se realizó una marcha a favor de los derechos LGTBIQ+ y en contra de la prédica de Graham, que sostiene que la homosexualidad es una “abominación” y llama a hacer terapias de conversión. Acaso porque tantas veces no fue bienvenido, resaltó lo bien tratado que se sintió en Argentina.

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Todavía es de día, el cielo está cubierto de nubes. Aún falta un rato para que Franklin Graham haga su prédica. Antonia y Dora, cuñadas y jubiladas, están sentadas en dos sillas del campo, con una pechera amarilla que tiene escrito a mano “I. E. A. Mi redentor vive”. Llegaron hasta Vélez en micro, con su congregación, desde Rafael Calzada. Antonia era católica y su vecina, que ahora también es su pastora, fue la llave de entrada al evangelismo. 

—Tuve un problema de salud muy grave —dice mientras se agarra una pierna—. Y viste que cuando pasa eso vas al curandero, vas a cualquier lado. Y mi vecina me empezó a decir que vaya a la iglesia a la que iba ella. Yo le peleaba, era re católica, le re peleaba. Y fui. Conocí otra forma y mi pierna sanó. 

Antonia y Dora no tienen tan en claro quién es Franklin Graham, más bien lo conocen a través del padre y porque la iglesia a la que va Antonia las invitó. Sin embargo, están entusiasmadas por el evento.

Antonia formó parte del Plan Vida, aquel proyecto que inició con las Manzaneras de Chiche Duhalde en 1994. Dora explica que Antonia no pudo trabajar formalmente porque tuvo que criar a diez hijos.

—Y ahora tengo veintisiete nietos y cuatro bisnietos —dice sonriendo. 

Dora se dedicó toda su vida al rubro de marroquinería y actualmente atiende un puesto los fines de semana en la Feria de Mataderos. 

—Con este gobierno está muy difícil, hay mucha necesidad y no hay ayuda. Este señor no está preparado para ser presidente, te das cuenta por como trata a los jubilados, a las personas con discapacidad.

—Ella quiere que se vaya Milei —dice Antonia. 

Las plateas están llenas y de ellas cuelgan trapos cristianos: sobre blanco, Jesús te ama Laferrere. Sobre una bandera argentina, Avivamiento Centenario. Una chica, sentada en una silla del campo, pincha una milanesa con un cuchillo y la deposita en un pan cortado en dos mitades para hacerse un sanguche. Un niño pequeño que no llega a los dos años, parado pero con cierta inestabilidad, se agarra de la silla en la que está sentada una señora que sostiene un mate. Otro niño entra corriendo al estadio al grito de “soy libre”: en algunos minutos comenzará el FestiKids con un despliegue de danza y canciones cristianas para los más pequeños. El momento empieza con una que sabemos todos: Baby Shark, estridente, alegre y pegadiza, es coreada y festejada por el público.

Damián es parte de una iglesia evangélica de Almirante Brown, periodista y prensa del evento: 

—Muchas veces hacemos el laburo del Estado —asegura—. En estos tiempos de crisis venimos a traerle a la gente un mensaje de esperanza. Hay una crisis espiritual muy grande y la gente necesita esto. Pero también necesita cosas materiales y también se las proveemos. 

Un hombre que ronda la edad de Cristo está sentado junto a su hijo. El niño tiene una Biblia colorida con ilustraciones, y su padre una remera negra que dice Grupo de adicciones, rescatadores de Dios. 

—Tengo un tiro en la panza, tengo puñaladas —cuenta—. Robaba y me drogaba mucho. Mis hijos lloraban todas las noches, me peleaba con mi familia. Cuando me bajaba la droga, lloraba. Le pedía a Dios que me ayude. Hace un año cambié mi vida. Trabajo con mi congregación en un grupo de rescate de adicciones, como pasé por eso los ayudo. Perdí a muchos amigos en la calle, algunos están muertos y otros están presos. Solo no pude salir, salí gracias a Dios y me dejé de drogar. Mis hijos ya no lloran. 

Mientras su papá cuenta esto, su hijo mira al frente y juega con una Biblia. 

Una pastora de una pequeña iglesia de La Plata coincide en que tiene que atender problemas muy distintos: necesidades médicas y alimenticias, además de espirituales. Hace poco empezaron a visitar a un adolescente que tiene VIH y es huérfano. Habla poco, lo están conociendo y entendiendo cómo pueden abordar el caso. Se involucraron porque una ONG les pidió su ayuda.

Una mujer de pelo rubio atado en un rodete alto se seca las lágrimas mientras ocurre la alabanza musical, un momento dedicado a la conexión con Dios en la que se toca música y se cantan canciones que le hablan y se rinden ante él. Tiene un tapado color salmón claro y una pollera larga, estampada. Forma parte de la iglesia El estanque de Siloé, en La Plata. Es gitana, vino en micro con Alejandro, su pastor,  que es criollo. 

—Así nos dicen a los que no somos gitanos, criollos —explica Alejandro—. Yo me crié en un barrio de La Plata donde vivían muchos gitanos, que todavía no vivían en casas sino en carpas. Jugaba al fútbol con ellos, incluso asistí a festividades donde sacrificaban animales. A los 18 conocí a Dios y me convertí. A los 22 empecé a ser pastor de mi iglesia, durante muchos años no vino ninguno. En 2001 murió un gitano del barrio en un accidente de auto y empezaron a venir de a poco. Ahora, el 80 por ciento de los que vienen son gitanos.

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En las primeras filas del campo está sentado Diego Valenzuela, intendente de Tres de Febrero, hombre fuerte de La Libertad Avanza. Uno de los tantos dirigentes políticos  que se acerca al evangelismo. Pero hay muchos más que están haciendo la misma conexión desde el otro lado. Después de la elección del 26 de octubre, el espacio de representación evangélico consiguió seis bancas en el Congreso. Al Senado se sumarán Nadia Márquez por Neuquén, referente de la iglesia Jesús es rey y Vilma Bedia por Jujuy, también pastora. A Diputados ingresan Maira Frías por Chubut, referente de Nacidos para gobernar (una organización que impulsa el crecimiento de dirigentes evangélicos), Miguel Rodríguez por Tierra del Fuego, Mónica Becerra por San Luis, defensora de la vida desde la concepción, Andrea Vera por Buenos Aires, que se define como cristiana, y Soledad Mondaca por Neuquén. ¿Nace un bloque evangélico en el Congreso?

El evangelismo es más laxo que otras religiones respecto a las figuras de autoridad o de liderazgo: un pastor no necesariamente necesita estudiar teología u ordenarse en una congregación, son otros valores los que determinan su posición: la conexión con las personas, la transmisión de las enseñanzas bíblicas y el carisma, junto con un comportamiento coherente con las ideas que se transmiten. El lado B es el funcionamiento, definido por Carbonelli, como de “electrones sueltos”. Este tipo de eventos, como el Festival de la Esperanza, funcionan como espacios de mancomunación y alineamiento entre pastores y fieles. Sin embargo, la figura del pastor no termina estando tan lejos de la figura del emprendedor, actualmente extendida sobre la sociedad argentina: ambos trabajos requieren de una cuota de adaptabilidad, creatividad y conexión; saber aprovechar las oportunidades, tender puentes con el Estado para conseguir alimentos, remedios, permisos. Implica saber negociar y también saber vender: una idea, un producto, un servicio, donde prima que lo importante no es que vengas, sino que vuelvas.

La religión y la política fueron siempre ámbitos profundamente imbricados. Pero hoy las posiciones y el peso de los actores del campo religioso están cambiando. En el mundo y en la Argentina. La muerte del Papa Francisco y un León XIV de presencia anodina parecen haberle quitado fuerza a la Iglesia Católica. En nuestro país, pocos dirigentes se asumen o posicionan abiertamente católicos como modo de diferenciarse: Juan Grabois y, quizás, en menor medida, Cristina Fernández de Kirchner. Que nadie se sorprenda. El ascenso de un líder político inorgánico, mesiánico y extraño como Javier Milei, que dejó de cara a la dirigencia política tradicional argentina, va de la mano con el crecimiento y el arraigo profundo de la iglesia evangélica, que logra interpelar, retener y dialogar con el contexto de maneras evidentemente más eficaces.  

El evangelismo es un movimiento amplio y heterogéneo. No hay una identificación automática entre evangelismo y derecha. Sin embargo, fue el gobierno de Milei el que les hizo lugar y les otorgó, por ejemplo, la personería jurídica a partir de un decreto en julio de este año. Un reclamo histórico del movimiento evangélico hacia el Estado.

El cielo está oscureciendo, está por terminar la alabanza y en breve sube Franklin a predicar. Hay una pequeña multitud amuchada a los costados. Gente de seguridad, de organización y de la comitiva de BGEA. Uno de ellos dice:

—La política sabe que la calle hoy la tienen los evangélicos, no los católicos. 

Está por hablar su pastor. Y el hombre, que es uno más, que puede ser cualquiera, mira satisfecho a algún punto fijo perdido entre la gente.