Crónica

Jujuy: ¿Qué se entiende por paz social?


No son lágrimas, son los gases

Mientras los constituyentes celebraban la jura de la nueva constitución provincial, afuera de la Legislatura jujeña la Policía respondía con palos, balas de goma y gases a los manifestantes. El reclamo docente, al que se sumaron comunidades de pueblos originarios, organizaciones y sindicatos, sucede mientras el gobierno provincial profundiza la criminalización de la protesta. El estallido activa la memoria de las movilizaciones masivas de los 90 -que obligaron a renunciar a cuatro gobernadores- y actualiza los argumentos de defensa del territorio.

De fondo suena el himno nacional. Los profes de música rodean la camioneta en el playón del estacionamiento al margen del río Chico, frente a la Legislatura jujeña. Los docentes llevan 16 días movilizados por mejores condiciones de trabajo. La consigna es “Arriba los salarios, abajo la reforma”. Es 20 de junio, día de la bandera. En las voces y los cuerpos pesa el cansancio de haber pasado las últimas dos semanas en la calle, en marchas, asambleas y cortes de rutas. Algunos quizá ansíen volver a su casa a comer algo calentito, un locro o un guiso de quinoa. Pero tendrán que sacar fuerzas y cantar más fuerte para traspasar las paredes de piedra de la legislatura jujeña. Adentro está Gerardo Morales, en su doble rol de gobernador y presidente de la convencional constituyente, haciendo los últimos cambios de la nueva constitución aprobada el viernes tras un tratamiento exprés mientras los maestros desarrollaban la segunda marcha de antorchas. Esos últimos cambios también se hacen a espaldas del pueblo que está afuera y empuja las vallas. 

Entre los tantos artículos discutidos está el que, eufemísticamente, consagra el derecho a la “paz social y a la convivencia democrática pacífica”. La reforma parcial de la Constitución establece que “todas las personas tienen derecho a vivir en una sociedad basada en la paz social, la tolerancia mutua y la convivencia democrática pacífica, libre de violencia e intimidación” y que “el Estado fomentará la prevención de conflictos, promoviendo el diálogo y la solución pacífica de las controversias”. Al mismo tiempo, habilita “la reglamentación del ejercicio del derecho a la manifestación” y “la prohibición de cortes de calles y cortes de rutas, así como toda otra perturbación al derecho a la libre circulación y la ocupación indebida de edificios públicos”. La nueva constitución provincial asume la paz social como ausencia de conflicto. Sin embargo, el conflicto hace a la esencia de la democracia, como también la protesta. Criminalizar voces disidentes no garantiza la convivencia democrática pacífica. 

—Somos docentes, no somos delincuentes.

Los manifestantes cantan frente a la hilera de policías de infantería que se formaron frente a la Legislatura. Adentro juran la nueva constitución. Afuera, caen las vallas y los manifestantes avanzan. Unos minutos después suenan los primeros disparos. Son las 11.30 de la mañana. Los ojos de los y las docentes se llenan de lágrimas. No es la emoción, son los gases lacrimógenos que lanza la Policía.

Hay corridas. Humo negro y naranja y los primeros heridos. Muchos reciben disparos, piedrazos en la cabeza y en los ojos.

—Disparan a los ojos, es la escuela chilena —dice un empleado estatal con pechera del gremio de profesionales APUAP, mientras alguien le acerca un pedazo de limón para que muerda y así frenar el ardor y la picazón en la garganta que provocan los gases. 

Un grupo de enfermeras aparece con botellas de agua y un botiquín que sacaron de la camioneta de los maestros de música.

La represión sigue durante horas y se expande por la ciudad. Detienen a psicólogos, periodistas, realizadores audiovisuales, maestras, chicos. A media tarde entra en escena la caballería, que persigue gente por las calles de barrios cercanos. También circulan camionetas blancas de civil con policías. Los agentes marcan una casa y unos segundos tiran la puerta abajo. No necesitan orden de allanamiento.

A esa misma hora, en Plaza Belgrano, del otro lado del río Chico, en la puerta de casa de gobierno los gremios, organizaciones sociales y diferentes espacios que habían convocado a la movilización improvisan una conferencia de prensa.

Los manifestantes siguen cantando:

Hoy estoy aquí

Mañana también

Pasado mañana

Héroes vamos a ser.

La poli tú mandaras

Tal vez nos hagan rajar

Pero a los docentes

No podrás vencer.

En el listado de más de 60 detenidos y detenidas (45 varones y 18 mujeres, cinco de ellos menores) hay referentes de derechos humanos como Eva Arroyo, Carolina Luna, Néstor Mendoza y Ana Uro, integrantes de H.I.J.O.S Jujuy. Arroyo y Uro son testigos protegidas en causas por delitos de lesa humanidad. Esa noche, la puerta del penal de Alto Comedero se llena de militantes, referentes de derechos humanos y personas que buscan a sus familiares.

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El 5 de junio, el mismo día que docentes de distintos niveles empezaron un paro por tiempo indeterminado por mejoras salariales, la Convención Constituyente debatía -entre otros- el artículo que restringía y limitaba el derecho a la protesta social. El debate sólo duró unas horas y contó con menos de 10 oradores. Los y las convencionales constituyentes del Bloque Cambia Jujuy y del Bloque Justicialista acotaron el debate en el que estaba previsto que participaran 60 representantes de diferentes espacios. 

El principal punto sobre el que versaron las intervenciones de los referentes de organismos de derechos humanos, gremios, sindicatos y organizaciones sociales estuvo dirigido al reconocimiento de la protesta social como un derecho humano fundamental, capaz de articular otros derechos y libertades ciudadanas, y como herramienta para exigir el cumplimiento de derechos humanos vulnerados. Otro de los puntos fundamentales del debate estuvo vinculado a una pregunta: ¿Qué se entiende por paz social?

El representante de la comisión del gremio docente CEDEMS señaló las condiciones de precariedad que atraviesa la educación pública, con salarios de pobreza. También habló de los ajustes que afectan a estudiantes, las pésimas condiciones edilicias, el recorte en las viandas. Y agregó: “¿Cuál es mi crimen? ¿La docencia jujeña rompió la paz social por movilizarse? ¿Puede haber paz social sin derechos básicos?”.

De arriba vengo soy un docente,

vengo a la lucha por dignidad.(bis)

En mi mochila traigo esperanzas,

sueños y metas de progresar. (bis)

¿Puede haber paz social mientras los pueblos originarios denuncian que la nueva matriz productiva de la provincia (la explotación del litio) traerá consecuencias irreparables a los recursos naturales como el agua? ¿Cómo harán estas comunidades para reclamar?

En Jujuy tenemos un señor que es un dictador (x2)

Morales se llama y nos tiene con hambre 

Morales se llama y no tiene corazón.

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—No solo pedimos una actualización salarial, nuestras condiciones de trabajo son pésimas —dice Claudia Pinela, docente.

Desde 2015 hasta hoy, el poder adquisitivo de un docente -cuenta Pinela- disminuyó un 110 por ciento, y subraya lo que implica ser maestra en escuelas rurales. Por ejemplo, su colega Claudia Panoff, profesora de una escuela de La Intermedia-Yavi, recorre cada domingo 500 kilómetros desde Libertador General San Martín hasta la Quiaca, donde alquila un cuartito para pasar la semana. Cada mañana se levanta a las 5 y viaja en cole desde La Quiaza hasta la escuela en Yavi, donde entra a las 7.

Al reclamo docente, en los últimos días, se sumaron los gremios y sindicatos de empleados estatales, desocupados y organizaciones sociales. También llegaron caminando desde la Quebrada y la Puna jujeña las comunidades indígenas que sumaron su reclamo contra la reforma constitucional. El reclamo activó la solidaridad y la reciprocidad de gran parte del pueblo jujeño. Despertó esa memoria histórica de lucha de los años 90, cuando las movilizaciones alcanzaron tal impacto debió renunciar el gobernador Ferraro, al que le sucedieron cuatro gobernadores. 

—Yo tenía 13 años. Estaba en primer año de secundaria cuando sucedieron los paros de estatales de los 90. Mirábamos aquellas primeras marchas desde las ventanas de la Escuela Normal. Un día vimos a nuestras profes encabezando la manifestación y al día siguiente saltamos las ventanas y nos unimos —comenta una docente. 

Fernanda, profesora de teatro, actriz y bailarina, también se acuerda de aquellas movilizaciones. 

—Miraba todo desde la tele, tomando la chocolatada en casa. Tenía miedo de ir, y no me arrepiento de eso. Pero hoy es distinto. Aunque esté cansada, marcho. Porque miro para atrás y ahí están mis alumnitos con sus carteles. Uno de los primeros días de esta movilización, desde el balcón de la casa, uno de los chicos, que se llama Pio, me gritó: `¡Seño, Seño!`. Levanté la mirada y estaba él regalándonos un cartel que decía: “Yo apoyo la lucha docente”. Creo que nos miramos con tristeza pero al mismo tiempo pensé: `No será en vano`”, cuenta.

Una vecina pasa junto a la columna de maestros y docentes en la segunda Marcha de Antorchas.

―¿Por qué cantan y se los ve tan contentos? —pregunta. 

La respuesta llega sola, cuando escucha la letra: “Abajo la reforma, arriba los salarios”. 

Morales, gato, sos un ladrón, te robaste la educación, [x2]

Tu has mentido, has engañado a todo un pueblo. [x2]

Morales, gato, ¡grita todo un pueblo! [x2]

El tinku, reversionado por el profesor Eiel Puca y Ezequiel Tarifa, se convirtió en himno de la lucha de estas más de dos semanas en la provincia de Jujuy. Cuando pensaron en cambiarles las letras a ritmos conocidos y pegadizos, primero pensaron en la canción “Muchachos”, del mundial. Pero prefirieron otras que conocen todos: las que cantan en carnaval, el día de la Pachamama y el Festival de las Coplas. 

Pin pin (Rosita)

Moraleeeees

Subime el sueldo, dale Morales, 

subime el sueldo, que no me alcanza, 

que no me alcanza, hasta fin de mes.

Yo quierooooo

Una mejora, una mejora, de mi salario, 

para que llegue, para que llegue, 

hasta fin de mes.

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El Inti Raymi -o fiesta del sol- se celebra cada año durante el solsticio de invierno, el día en que el Sol está más lejos de la Tierra. Es la fiesta ancestral más importante del Tahuantinsuyo y hoy sigue siendo una tradición y celebración de todos los pueblos del altiplano. Con bailes y cantos hacen ofrendas al Apu Inti o dios Sol. 

Pero este año, las celebraciones se interrumpieron. El miércoles 7 de junio, las comunidades de la puna y la quebrada jujeña emprendieron el tercer Malón por la paz contra la reforma de la constitución. Dos días después llegaron a San Salvador y se sumaron a la marcha de antorchas convocada por la Intergremial. 

Antes que llegara el Malón de Paz, la Constituyente -con los votos del oficialismo y el bloque del PJ- aprobó el dictamen a favor de la reforma parcial de la constitución. 

Esa misma noche la policía jujeña reprimió a los manifestantes en la localidad de Abra Pampa y en el corte de Ruta N° 9 en Purmamarca. Dos referentes de la comunidades fueron arrestados y liberados recién al mediodía. Mujeres y ancianos terminaron con múltiples heridas en su cuerpo. Mijael Lian Lamas, un joven de 17 años al que le dispararon con perdigones de goma a la cara, finalmente perdió el ojo. En una entrevista, los familiares de Mijael contaron que al salir de la secundaria Mijael quería entrar a la policía. 

El sábado parte del Malón empezó a regresar a sus pueblos para resistir desde ahí. La Pachamama, el cerro de siete colores de Purmamarca y el sol que siempre sale les darían la fuerza y protección. Tras la aprobación de la reforma y la represión, las comunidades decidieron mantener los cortes de ruta por tiempo indeterminado. Hasta ayer mantenían cortes en 22 puntos.

“Desde acá vamos a resistir —dijo una mujer en el corte—. No nos va a robar la vida, no vamos a permitir que saqueen nuestras tierras y nuestra agua. ¡Jallalla!”.

Esta mañana, con los brazos en alto y las palmas abiertas, cientos de personas formaron un círculo gigante sobre la ruta, con la cordillera de fondo. Recibieron el año 5531 sin fogatas ni bailes, saben que esta noche sí que va a ser larguísima.