Ensayo

Elecciones provinciales: ¿es con todos?


La hegemonía peronista se dobla pero no se rompe

En Tucumán, el peronismo se impuso en las elecciones a gobernador y podría ganar, por primera vez en mucho tiempo, la capital provincial. Juntos por el Cambio tuvo una performance peor a la esperada porque no pudo ampliar la coalición para consolidar su fórmula. En San Luis, por el contrario, un antiguo aliado del oficialismo logró amalgamar a la oposición en una alternativa viable para el electorado y pintó la provincia de amarillo. Claves para entender los resultados de las urnas en dos distritos que, desde el retorno de la democracia, tienen hegemonía peronista. ¿Qué experiencias dejan de cara a las elecciones nacionales de octubre?

En Tucumán, el peronismo es el partido del orden, el responsable de encauzar la acción política para sostener el status quo, un orden conservador respetuoso de ciertas jerarquías y tradiciones. Uno que no pocas veces se pone en tensión y resiste las órdenes que nacen en Buenos Aires. Una vez más, triunfó en la provincia. Una vez más, la participación fue superior al 80% del electorado (históricamente ronda ese número). Osvaldo Jaldo y Miguel Acevedo desempeñarán los cargos de gobernador y vice hasta 2027. Además de gobernador y vicegobernador, se eligieron 19 intendentes para los municipios en los que quince fueron para el PJ, tres para la oposición de Juntos por el Cambio y el más importante, San Miguel de Tucumán todavía se encuentra en disputa producto de una elección muy ajustada en la que el peronismo podría ganar por primera vez en mucho tiempo. También obtuvo un triunfo rotundo en la legislatura y en la mayoría de los Concejos Deliberantes.

La fórmula Jaldo-Acevedo se impuso por más de 20 puntos a Juntos por el Cambio que, aunque hizo una mejor elección que en 2019, tuvo una performance peor a la esperada. Esto se debió a las dificultades para integrar una fórmula entre el radical Roberto Sánchez y el antiguo peronista, ahora intendente de Juntos por el Cambio de San Miguel de Tucumán, German Alfaro. También hay que mencionar la mala elección de Ricardo Bussi, hijo del represor Antonio Domingo Bussi, que rondó el 4% perdiendo casi 10 puntos comparado con las elecciones de 2019. La figura de Milei parece no haber contribuido a la performance de Bussi, quien igualmente continuará en la Legislatura provincial porque ayer también fue electo legislador debido a su doble candidatura. El peronismo optó por provincializar el escrutinio, al igual que otras provincias que ya eligieron autoridades, por lo que no hubo presencia de figuras nacionales. La oposición tuvo otra estrategia, en el tramo final de la campaña electoral recibió e hizo campaña con el pleno de Juntos por el Cambio, con las visitas de Larreta, Bullrich, Morales y Macri.

La indefinición por saber quién será la intendenta de San Miguel de Tucumán es la segunda novedad de estas elecciones. La primera se produjo cuando la Corte Suprema de Justicia de la Nación, cinco días antes de la fecha originaria de votación, dictó una cautelar a pedido de dirigentes provinciales de Juntos por Cambio que derivó en la suspensión de los comicios. La medida se basó en una controversia legal relacionada con la postulación del actual gobernador Juan Manzur, quien también era candidato a vicegobernador. Para "desactivarla" y permitir que se reactive el cronograma electoral, Manzur declinó su postulación. Lo reemplazó Miguel Acevedo, un hombre histórico del peronismo que hasta hace algunas semanas fungía como Ministro del Interior de la provincia. 

El fallo de la Corte Suprema tuvo un inesperado beneficiario: el gobernador electo Osvaldo Jaldo. La remoción de Manzur de la fórmula, le allanó el camino para consolidarse como líder del peronismo en Tucumán. En esta provincia, al igual que a nivel nacional, el partido no admite conducciones bicéfalas. Tiene una estructura de liderazgo unificado y centralizado que suele coincidir en la figura del gobernador. Esta figura es crucial para mantener la cohesión y unidad del peronismo, y se espera que el líder tenga el control sobre las decisiones y la dirección del gobierno y del partido. La prueba está en la historia reciente del peronismo. Alperovich terminó con la conducción de su predecesor Julio Miranda, Manzur hizo lo propio con Alperovich y las duras pujas internas de 2021 -que incluyó una competencia en las PASO entre los sectores alineados con Manzur y Jaldo -indican que podría suceder lo mismo esta vez.

El triunfo del peronismo se vincula estrechamente con el diseño institucional electoral de la provincia, el denominado régimen de acoples. Este sistema habilita a un partido político a anexar sus candidaturas parlamentarias, tanto para la Legislatura como para los concejos deliberantes, a una postulación para una función ejecutiva provincial o municipal. Así, como en una pirámide, cuanto más amplia sea la base de postulantes a cargos legislativos, mayores serán las posibilidades de que una fórmula gubernamental obtenga más votos. Este sistema perfecciona y potencia al peronismo como máquina electoral. Si bien gobierna la provincia desde el retorno de la democracia -con la excepción de un único mandato de Bussi padre- desde la instauración del acople, el oficialismo arrasa: obtuvo el 80% con Alperovich en 2007, más del 70% para Alperovich en 2011, más del 50% para el primer y segundo gobierno de Manzur y ahora Jaldo que saca más de 20 puntos y puede quedarse con la Municipalidad de San Miguel de Tucumán.

El triunfo del peronismo se vincula estrechamente con el diseño institucional electoral de Tucumán, el denominado régimen de acoples (...) cuanto más amplia sea la base de postulantes a cargos legislativos, mayores serán las posibilidades de que una fórmula gubernamental obtenga más votos.

El régimen de acoples implicó que para los 350 cargos que estaban en juego hubiera 17.943 candidatos. Esto es, 1 candidato por cada 73 electores. Las alianzas no tienen motivos ideológicos, entonces, sino que buscan concentrar un mayor volumen de votos para las categorías ejecutivas. Esto promueve un nivel de personalismo tan grande entre dirigentes que las lealtades partidarias se desdibujan. Además, se compensa a los dirigentes que no logran acceder a una banca con cargos en el Poder Ejecutivo. De esa manera, se fortalece el rol del peronismo como partido del Estado.

Jaldo fue vicegobernador de Juan Manzur y asumió como gobernador interino entre septiembre de 2021 y febrero de 2023, cuando éste fue convocado por Alberto Fernández para ocupar el cargo de Jefe de Gabinete. Se lo caracteriza como un “conservador popular”, un político ideológicamente inclinado a la derecha que no tiene intención de subvertir ninguna jerarquía, socialmente conservador: pañuelo celeste, cercano a la iglesia, de discurso represivo y promotor de la política de mano dura en materia de seguridad. Sus discursos son estrictamente localistas, sin muchas referencias al mundo, y siempre refieren de forma peyorativa a “lo porteño” como adversario. La “tucumanidad” que construye Jaldo -al igual que muchos otros líderes provinciales- se funda en su oposición al centralismo de Buenos Aires. A pesar de haber sido vicegobernador de Manzur, ambos sostienen visiones diferentes. Al menos en el discurso, este último tiene una impronta que trasciende lo local, desde el plano económico, donde tejió vínculos con el mundo empresario, hasta el ámbito religioso, donde suele destacar su relación con la comunidad judía internacional, por ejemplo.

Las pretensiones de Manzur de colarse en la disputa electoral nacional se observaron luego del triunfo cuando dispuso un escenario para la foto con otros gobernadores del Norte Grande y con el Ministro del Interior, Wado de Pedro.  La estrategia no es reciente. A lo largo de su carrera, se mostró como el interlocutor del peronismo con parte de la CGT, con una agenda internacional propia y con estrecha vinculación con el establishment argentino. Manzur se preocupó tanto por evitar la llegada de Alberto Fernández a la provincia para hacer campaña, como por hacer gala de la visita del Grupo de los Seis -el organismo que nuclea a los representantes de las cámaras empresarias más importantes del país- para demostrarle su apoyo. Tiene intenciones de integrar la fórmula del Frente de Todos como candidato a vicepresidente pero aunque no fuera incluido como tal, un triunfo del peronismo nacional lo mantendría en la escena política. Le permitiría volver al ruedo en algún Ministerio. Otra alternativa es una  banca en el Senado, a la que podría acceder porque fue incluido como senador suplente en la elección de 2021.

Tucumán no fue la única provincia donde se eligió gobernador. En el centro del país, otra elección produjo una sorpresa y un cambio. En San Luis, el lento declinar del peronismo conducido por Alberto Rodríguez Saá ayer tuvo su punto de inflexión con el triunfo del representante de Juntos por el Cambio, Claudio Poggi. Como ocurriera en Neuquén, un antiguo aliado del oficialismo logró amalgamar a la oposición en una alternativa viable para el electorado. En este caso, la alianza opositora incluyó al ex presidente Adolfo Rodríguez Saá, enemistado con su hermano y actual gobernador. La flexibilidad de Juntos por el Cambio para incluir actores provenientes del peronismo demostró ser exitosa para el caso puntano. Algo que no sucedió en el jardín de la república.

Con experiencias y procesos diferentes, Tucumán y San Luis fueron bastiones del peronismo que mantuvieron esa condición, prácticamente inalterada, desde el retorno de la democracia. En esta oportunidad, en ambas provincias antiguos miembros de sus filas se integraron a la oposición. En San Luis, fue suficiente para que la provincia se pinte de amarillo de cara a las elecciones nacionales. En Tucumán no le alcanzó y hasta puede perder el principal distrito que gobierna en la provincia. Algunos en Juntos por el Cambio van a usar la experiencia de San Luis como un argumento para tratar de ampliar la coalición. Alguien en el Frente de Todos puede señalar a Tucumán y decir que lo que importa para ganar es la unidad a cualquier precio. Ambos tendrán razón. Que se doble pero no se rompa.

Fotos: Telam