Ensayo

Crisis de representación y elecciones legislativas


Las fugas del peronismo

Desde las últimas décadas, el peronismo enfrenta puntos de fuga que transforman su lugar en el imaginario social. Episodios como el de la foto del cumpleaños en Olivos provocan incertidumbre sobre el resto del combustible simbólico y representacional de aquí al 2023. Esteban de Gori analiza las fiestas del palacio como trampolín para el rumor político, la pandemia como disparador de nuevas incomodidades y la posibilidad concreta de perder votos.

Fotos: Telam

En las últimas décadas el peronismo ha perdido zonas de interpretación e interpelación de aquello que transcurre en lo social. La multiplicación de intereses y expectativas ciudadanas impacta en las tareas de representación que todo partido u organización intenta realizar. No es fácil lograrlo. La escucha se fragmenta y agiganta (uno, dos, tres mil oídos). Los diversos peronismos y kirchnerismos no están por fuera de esta transformación en el “sistema” de deseos sociales. El partido único de lo popular, como imaginación del peronismo, se fue desmantelando pacientemente. Hay situaciones y representaciones que se le escapan y lo tensionan. 

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Escribamos una lista incompleta y arbitraria: el mundo piquetero de los ´90, ciertas clases medias, el impacto de la transformación que ese mismo peronismo impulsó en el campo y que culminó con la sorpresa de la 125. Y tantos años después, el salto a la palestra política del El Dipy, un personaje que da cuenta de un pulso popular al que el peronismo  ya no mira o bien le desconfía. La discursividad sobre el origen y el destino de la computadora de L-Gante está más cerca de un escape de la comprensión de los circuitos populares en torno a las políticas públicas que a un tema de precisiones en la información. La salida lenta de lo popular y de otros sectores, comomodo de “divisas” sociales, le provoca una herida narcisista y un profundo desconcierto. Corre peronismo corre. Tras lo social y su compleja representatividad. En parte allí se juega su campaña y su esfuerzo discursivo.

Aunque el peronismo reúna un porcentaje importante de la adhesión ciudadana, existen las fugas. Hay cosas que se escapan. Como una foto. Un recuerdo familiar en el corazón del poder político y en medio de un sinfín de restricciones para el acercamiento en momentos de pandemia.

Las fiestas en el “palacio” son parte de las grandes literaturas de hombres y mujeres en el poder (Carlos Fuentes, Álvaro Vargas Llosa, Miguel Ángel Asturias, Horacio Castellanos Moya, etc). Toda fiesta en el seno del poder entraña grandes imaginaciones. Sucedió con Menem y sus supuestas farras. Sucedió incluso durante la fundación de la patria: Mariano Moreno, en 1810, se habría enojado con Cornelio Saavedra por una celebración del Ejército de Patricios a la cual no fue invitado y donde se disolvería la propuesta republicana y de autogobierno que Moreno buscaba llevar adelante. En esa fiesta, al modo de una bacanal romana, alguien habría puesto en la cabeza del Presidente de la Primera Junta una corona. Los funcionarios, según Moreno, estaban llamados al “decoro” republicano y a no violentar en un acto “a puertas cerradas” aquello que se pretendía construir en el espacio público. En las fiestas, como sabemos, existen licencias pero el rumor político nunca es piadoso. Siempre promete invenciones de aquello que sucede en “palacio” colaborando con el desgaste político.

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La foto del cumpleaños de Fabiola Yañez, más allá de los moralismos y de las lecturas machistas sobre los accesos a Olivos, erosiona el imaginario de igualdad ante la ley o la norma y sobre todo refuerza una idea que no debe soslayarse sobre el “privilegio” de la política y los políticos. Coloca al peronismo gubernamental ante el hierro de su propio discurso. La moralización y normativización que se llevó adelante durante la cuarentena o aislamiento se volvió un bumerang.  Además introduce algo relevante: la exigencia de sacrificio social. Si éste no es recompensado con la misma acción gubernamental se establece una herida, un hiato, un resentimiento clandestino que puede crecer lentamente (como la fuga). 

Sacrificio, sudor y lágrimas parecía el llamado Churchilliano de un gobierno que capitaneaba la tormenta. La  foto deconstruye esa invocación, descomprime el dolor que el peronismo debería llevar a cuestas y que ha gestionado  con eficacia y sensibilidad con los desaparecidos y desaparecidas de la última dictadura militar. Con esta foto parece quedar algo alejado del sacrificio y de la muerte social que provocó el covid. El peronismo no encontró todavía un lugar cómodo en esta tragedia. Nunca supo cómo “entrarle” y homenajear a este padecimiento existencial. Corre peronismo corre. Tanto es así que ciudadanos y ciudadanas llevaron como recordatorio de la “muerte” y el “dolor” a la Casa Rosada, a la Quinta de Olivos y a otros espacios públicos o gubernamentales. La ciudadanía le “recuerda” al Estado los muertos y muertas. Piedra a piedra al modo de un altar que va a ser difícil de mover simbólicamente. “Te llevamos los nombres para que los recuerdes.”

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La foto se introduce en la veloz “maquinaria” de oposiciones políticas y mediáticas. Nadie, desde la oposición, podría desconocer que puede traer algunos beneficios electorales. Posiblemente habrá más fotos. Con un celular hacés destrozos pero no siempre ello conduce a la pérdida sustantiva de votos. Nadie la despreciaría como objeto de campaña pero su engolozinamiento no interpela a quienes están más preocupados y preocupadas por su destino social y económico. En estos días se han construido diferencias entre Cristina Fernandez y Alberto Fernandez en torno a una supuesta pericia para administrar la información. Ambos soportan más lo que se le escapa al peronismo que alguna suerte de astucia sobre aquello que debe o no circular. Ni Cristina es el Indio Solari ni Alberto es un torpe exhibicionista. El hermetismo seductor del Indio Solari ni la apertura o descuido son virtudes a priori de la vicepresidenta y el presidente. Esto solo afirma roles que a la larga condenarán a ambos. Existen zonas grises y fugas que ambos han padecido.

Sólo estas interpretaciones establecen campos en el ring oficialista. Una góndola de opciones para interpretar al gobierno actual. Al interior del FDT se construyen distinciones que colocan al presidente en una suerte de consensualismo ingenuo frente a una vicepresidenta real polítilk que considera la crueldad de la lucha por el poder. Se construye una unidad con jerarquías interpretativas sobre la acción gubernamental.

Solo un apunte más: los hombres del peronismo tuvieron una relación compleja con las mujeres del mundo del espectáculo. Hay algo de ese mundo que promete visibilidad y luminosidad, pero también, en estos tiempos de redes sociales, un menor control de aquello que se publica y circula. 

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¿Se le escaparán votos al peronismo? Posiblemente no tantos pero se van “fugando” ciertos simbolismos y fundamentaciones que la oposición está dispuesta a utilizar. La crítica, la burla y la moralización de la oposición pueden fortalecer trayectorias a futuro; abren fisuras en peronismos acostumbrados a sentarse en los votos del conurbano y de la mayoría de las provincias. ¿Podrá controlar las fugas? En esa tarea se ha enfocado la campaña y el propio peronismo. Solo resta observar en esta suerte de pospandemia infinita si el combustible representacional y simbólico le alcanzará hasta 2023.