Crónica

¿Quién es el manifestante de la foto?


Los pibes de la Plaza

El 20 de diciembre de 2001 una multitud urgente resistió la represión a fuerza de cuerpos, cascotes y trincheras. La imagen de un manifestante tirando una piedra a la policía con el obelisco de fondo recorrió el mundo. En Anfibia lanzamos una búsqueda para saber quién es el pibe de la foto que se convirtió en la síntesis perfecta de ese momento histórico.

Foto: Enrique García Medina. Animación: Sebastián Angresano

La tarde del 20 de diciembre de 2001, una multitud urgente basculaba entre el Obelisco y la Plaza de Mayo para resistir la represión. A fuerza de cuerpos, piedrazos y trincheras lograron varias veces que la montada de la Policía Federal retrocediera por Diagonal Norte. En uno de esos instantes, en el vacío entre el contraataque policial y el avance popular, el fotógrafo Enrique García Media capturó a un hombre tirando una piedra. La escena se transformó en la imagen total, la síntesis de un momento histórico. Un hombre arrojando una piedra. Todas las rabias. Todas las piedras.

“¿Quién es?”, se preguntó Anfibia al cumplirse 20 años del estallido. Y lanzó una campaña por redes. “Te estamos buscando” decía la foto en la que el cascote y su identidad quedaron suspendidos en el aire. En medio de la búsqueda, un testimonio generó una confusión y ubicó un nombre y una historia. El nombre Bernardo enseguida comenzó a circular en los posteos. Algunos seguidores de la revista hicieron una mirada policial. ¿Por qué lo buscan? Dejenlo en paz. Otros entendieron que hallar la identidad de un protagonista reducía el sentido colectivo de la lucha al individualismo. Pero el poder de la síntesis reside exactamente en eso; en la capacidad de sumar pliegues de interpretaciones, en la capacidad de amplificación a partir de pocos elementos. Síntesis y simpleza. Un fraseo de Los Beatles, un estribillo del Pity Álvarez. El de la foto de García Medina es un hombre que al tirar la piedra queda balanceado hacia adelante. Es un hombre que avanza. Es, en un punto, el nuevo rumbo de la historia.

Cuando salió para la plaza el 19 de diciembre de 2001 a la noche, Bernardo estaba seguro de que aunque fuera solo se encontraría ahí con sus ex compañeros del Partido Obrero. Un par de años atrás había terminado el colegio y la militancia trotskista. Ahora miraba con bronca la cadena nacional de Fernando De la Rúa. El presidente decía que el país entraba en estado de sitio. Decía, básicamente, que nadie podía salir de sus casas. Que nadie se podía reunir. Decía, en definitiva, que nos estaban saqueando y teníamos que permanecer quietos, mansos. Bernardo hizo todo lo contrario.

Ese 19 de diciembre no hizo falta esperar un llamado para movilizarse ni una conducción que marcara el rumbo. Pensamos todos lo mismo: hay que ir a la plaza a sacar a este gobierno. Al día siguiente el mismo gobierno seguía en funciones. Así que Bernardo y una multitud aún mayor que la noche anterior volvieron a la plaza; más temprano y con mayor decisión: este gobierno se va o se va. 

La escena se transformó en la imagen total, la síntesis de un momento histórico. Un hombre arrojando una piedra: todas las rabias, todas las piedras.

Lo cierto es que hay más dudas que certezas de que Bernardo y el pibe de la foto sean la misma persona. Su familia y la mayoría de sus compañeros de militancia a los que contactamos coinciden en dos cosas: él jamás habló de esa foto y, además, su físico no se ajusta al del hombre del piedrazo. Y otro dato. Al volver a su casa, molido a palos y ahogado de aspirar tanto gas lacrimógeno, se desplomó en la cama del cansancio. Sus familiares lo miraron con una mezcla de alivio y bronca: “¡Encima te vas con sandalias a una manifestación!”, le reprocharon. El pibe de la foto tiene zapatillas blancas con una raya de color que sugiere marcas como Puma o Nike.

De algo sí hay certezas: en 2001 Bernardo tenía 21 años y, como muchos durante esos días, puso el cuerpo para resistir a la policía: se comió palazos, balazos de goma, gases lacrimógenos. Como muchos durante esos días, Bernardo volvió a militar en la izquierda. Esta vez, en el Partido Revolucionario Marxista Leninista. Y lo haría hasta su muerte. Su historia fue la de un militante más. Su historia fue la de muchos militantes.

***

Facundo Lahitte tenía dos años más que Bernardo. El 19 de diciembre lo encontró en una clínica en Colegiales, adonde había ido con amigos porque el padre de uno de ellos estaba internado con el peor pronóstico. A la noche fueron a una pizzería. En la tevé hablaba Fernando De la Rúa. Salieron directo a Plaza de Mayo en un Fiat Spazio y con la bronca de todos: estado de sitio y rabia, combustión de la rebelión que comenzaba. Las cacerolas sonaban en toda la ciudad. “Llegamos a la plaza y no había nadie. Pensamos que no se iba a armar nada pero en realidad habíamos llegado temprano. Enseguida se llenó de gente y empezó la represión”, cuenta Facundo, que en esos años estudiaba en el sindicato de músicos. A la mañana siguiente tenía claro que había que volver al centro para echar al gobierno. Antes de llegar a la plaza se topó de lleno con la montada de la Federal. 

Con la mira puesta siempre en Plaza de Mayo, Facundo también basculó sobre Diagonal Norte entre la plaza y el obelisco. En uno de esos avances y repliegues, quedó en la esquina de Diagonal pero sobre Maipú. Ahí, la policía avanzaba con un carro de asalto. De frente a ellos, un fotógrafo de Associated Press obturó su cámara justo en el instante en el que Facundo -con una camiseta de la selección argentina atada al cuello- lanzó un cascotazo contra el carro que asomaba su trompa. En la foto hay varias personas más. Algunos tiran piedras cómo él. Otros observan la escena, como si fuera una filmación, desde la vereda. Facundo quedó en el medio del encuadre. Como en la foto icónica de García Medina, hay piedras congeladas en el aire. Una de ellas es la de Facundo, que ahí, entre la rebelión y el fuego, comenzaba a formar su nueva identidad política. 

“Esas jornadas cambiaron mi manera de ver a los partidos de izquierda. Yo era peronista de izquierda, como mi familia, y siempre había pensado que los partidos de izquierda podían decir cualquier cosa porque eran tan pequeños que no tenían incidencia. Pero verlos ahí poniendo el cuerpo a lo que pensaban y organizar el movimiento de desocupados me hizo darme cuenta de que intentaban salir del raquitismo y luchar por gobernar.” Seis meses le llevó a Facundo encontrar un lugar para militar, un espacio que calzara con su nueva forma de mirar -y hacer- política. Finalmente, decidió integrar el Polo Obrero, la organización piquetera del Partido Obrero. 

Para el sociólogo Daniel Firestein hay una diferencia marcada entre las composición de la identidad política de los que marcharon el 19 y de los que marcharon el 20 de diciembre a Plaza de Mayo. “El 19 fue más heterogéneo. Era contra el neoliberalismo pero también estaban los ahorristas estafados, la gente cansada de la corrupción, la antipolítica. En cambio, el 20 fue una rebelión más orgánica, acuñada en una década de lucha contra el neoliberalismo. Me arriesgaría a suponer que el 20 fue gente que terminó en la izquierda o en el peronismo; no veo a ningún liberal desafiando de ese modo a la policía”.

Firestein remarca un momento. “Cuando empezó la represión en serio, la mayoría que protestaba por la corrupción y la antipolítica se fue. Y llegó la militancia por un lado y los más anarcos y de izquierda por otra. Más los que siempre se suman a cualquier caos”.

***

El 20 de diciembre a la mañana Leandro Lafon se levantó con bronca. Dos días atrás había cumplido 19 años, estaba desocupado y la noche anterior el presidente le había dicho a todo el país que se quedaran quietos, que no fuera a ser cosa que decidieran salir a protestar. Mientras desayunaba lo decidió: tenía que ir a casa de gobierno. No militaba en ningún partido pero toda la lectura anarquista se le vino a la cabeza de golpe. Agarró su skate y se fue para la estación de tren de San Martín. Llegó al mediodía, justo cuando la montada cargaba contra las Madres. A eso de las 14, la plaza era un campo de batalla total. La Policía avanzaba con carros de asalto, patrulleros, agentes en autos de civil, motos, caballos. En medio de la trifulca, Leandro vio el camión hidrante que aparecía por Diagonal Sur. 

El de la foto es un hombre que al tirar la piedra queda balanceado hacia adelante. Es un hombre que avanza. Es, en un punto, el nuevo rumbo de la historia.

“El skate era mi medio de transporte pero también un escudo. Por eso lo llevé. Y vi que el acompañante del camión iba tirando balas de goma, así que le di con todo en ese lado”. El fotógrafo Carlos Brigo llegó justo desde atrás del camión y capturó el preciso momento en el que la silueta de Leandro está por martillar la ventanilla del acompañante con un skateazo. La foto de Brigo es otro de los símbolos de la rebelión de 2001 que terminó con una forma de hacer política. La misma que detestaban Facundo y Leandro; la misma que detestaba Bernardo; la misma que detestábamos todos los que no salimos en ninguna foto; la misma que detestaba el hombre que tiró el piedrazo.

Después la montada, la represión, la muerte. Pero también la organización, la solidaridad, los motoqueros, la resistencia. Muerta la política, viva la política. Ahí, entre barricadas de tachos, chapas, caños, palos, frente a los disparos de plomo, la movilización popular empujaba los 90s hacia el precipicio de la historia.

La década larga terminaría de caer meses después, el 26 de junio de 2002, cuando Eduardo Duhalde adelantó las elecciones acorralado por la masacre del Puente Pueyrredón. Ese mismo día, Facundo fue a su primera marcha junto al Polo Obrero. La noticia de los asesinatos de Maximiliano Kosteki y Darío Santillán hicieron que la movilización se reorientara a otros puntos de la ciudad. Duhalde se bajó de las elecciones. La restauración del orden político ya tenía candidato.