Crónica

24 de marzo


Pasar la memoria por el cuerpo

Mezcla de arte y política, Fin de Un Mundo es un colectivo autogestivo que fusiona diversas disciplinas, ocupa el espacio urbano y propone interpelar la realidad. ¿Cómo se vive una performance desde adentro? ¿Cuánto de canalizador de este contexto que duele tiene el baile, el roce, las palabras que se amontonan en la garganta?

Me duele todo. No es dolor, es pasar por el cuerpo tanta información. Me molesta la garganta, me aprieta; pienso en los gritos de lucha de una parte de la performance. También pienso en los audios que sirven de nexo entre tema y tema. Son discursos de odio. Pero, también, nos marcan las entradas. La voz del papá de Tehuel: entran a escena los cuerpos a la máquina. Cómo no me va a doler el cuerpo. El ensayo como grito colectivo. La máquina que, perfectamente sincronizada, expulsa, digita, repele, y nos maneja. (17 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

¿Cuánto tiempo pasó desde que llegué? Creo que son casi las 11, más de 2 horas de disfrute. No tengo calor, ni sed, ni ansiedad. Disfruto caminar con las 240 personas que conocí hace un rato nomás. Disfruto jugar el juego. La voz en el micrófono nos da la nueva consigna

—Ahora caminamos sólo si alguien me mira, la mirada activa la posibilidad de caminar.

Todas las escuelas deberían hacer este ejercicio una vez por semana, al menos. ¿Nos miramos lo suficiente? ¿En la calle, en los locales, en el tren? Estamos hastiados, angustiados, enojados. ¿Quién carajo quiere sostener la mirada y amar? 

El domingo 3 de marzo llegué a la calle Arrotea al 900, en el barrio porteño de Flores. El día estaba hermoso, el sol iluminaba la entrada. A las 9.30 el círculo de Sincro, Abundancia y LOG está en la puerta esperando para armar el primer ensayo de la performance del 24 de marzo. Ellas y ellos son parte del colectivo Fin De Un Mundo. Bajan de autos y camionetas cartelería con mensajes en forma de grullas y banderas identitarias: hay una con los retratos de los desaparecidos pertenecientes al mundo del arte. Arman un espacio de recuerdos de años anteriores, con recortes, fotos, árboles tejidos al crochet; buscan que quienes llegan por primera vez puedan tener un recorrido por su historia. (3 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

A Fin De Un Mundo -FUNO- lo marca la herida colonial. Su corazón, sus ideas fundantes y su andamiaje tienen la firma de Liliana Bodoc y de la compañía teatral “Tres gatos locos”. Teatro comunitario, indecente, invisible y la resistencia hacia la hostilidad. FUNO se presenta como un “colectivo artístico, autogestivo, plural e independiente, que acciona poéticamente en el espacio público con el propósito de interpelar la realidad”. Sus intervenciones se dan generalmente en el espacio urbano y producen un encuentro de índole artístico pero con un gran contenido político que busca activar en las personas (dentro y fuera de escena) la transformación social. Fin De Un Mundo, porque otro mundo es posible.

Argentina tiene una vasta historia de arte y política. Se puede remontar a Tucumán Arde, a los años 60, a ese Mayo francés y despertar político de la generación diezmada por la dictadura. Lo más reciente en nuestra historia espejada actual son los 90, el neoliberalismo, el desfinanciamiento cultural y la carpa blanca de los docentes. Días de acampe, solidaridad, cultura y resistencia. El GAC como grupo de activismo artístico político nació ahí. Su primera acción fue la pintada de murales de guardapolvos blancos en las plazas. Primero fueron tres estudiantes de arte y después fueron colectivo. Luego llegó el entramado con H.I.J.OS. y los escraches: el momento por excelencia de un activismo creativo potente y de justicia social. Ahí vive un genocida, ese que camina apropió bebés y esta señalética muestra que había un centro de detención. El arte trayendo una nueva táctica de lucha contra la impunidad. Los escraches marcaron un cambio en la manera de conjugar arte y política, irrumpieron en la opinión pública y permitieron un entramado mayor con organizaciones barriales, organismos de DDHH y personas de a pie.  

Ana Longoni, doctora en Arte del Conicet, señala tres momentos de proliferación de movimientos político-artísticos: Menemismo, la crisis de 2001 y un tercer momento de gobierno nacional y popular que produce un repliegue de estos grupos artísticos que incluso se suman a organismos estatales. FUNO se activa en 2012, en pleno kirchnerismo, junto con otros colectivos como Mariposas, G.U.L.P., Las Magas, A.U.Ge. Zafarrancho, Squatters, FAAC, Dominio Público, entre otras.  

Caminamos con la mirada alta. Sin dirección, pero sin hacer círculos. Ocupamos el espacio. Nos reconocemos. Pasos firmes. Cuando escuchamos un sonido, frenamos. En seco. Lo miro desde adentro y lo disfruto mucho. Desde afuera, creo, debe ser más poético. Estamos precalentando en el primer ensayo, reconociéndonos. No todos y todas venimos del arte, muy pocos. Gente random que camina a paso firme y de repente, gong, se frenan, nos frenamos. Pero con estilo, suspendidos en el aire. El famoso “congelado” de cuando éramos chicos. Somos más de 200 personas en una cancha debajo de un puente en un centro cultural del barrio de Flores. Caminamos, nos miramos, frenamos. Sabemos porqué estamos ahí. Queremos bailar. Queremos gritar. Queremos ser parte de algo más grande. Queremos dar un mensaje. Queremos expresar algo. La movida arranca caminando. Y, como nos dicen quienes tienen la palabra, caminar es un acto muy importante. Sostengan la mirada. Freno. (3 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

Las personas que llegan a FUNO tienen una alegría en la mirada. Hablé con cuatro que participaban por primera vez. Ya conocían FUNO y habían decidido que este era el año. Cuando indagué si lo de afuera empujaba, me dijeron que sí, pero que esto iba más allá. Una buscaba “volver a la lógica del colectivo” porque conocía y tenía grupos para compartir experiencias, pero esto era distinto. Monica llegaba a los ensayos desde Fernández Álvarez, provincia de Buenos aires, y pasaba a buscar por zona oeste a las nietas de su amiga. Dos generaciones compartiendo un espacio simbólico. Laura también llegó con una amiga y, en su caso, lo hacía por el baile. Paqui, un señor de más de 60 años, me dijo: “Siempre marcho con FUNO, este año quise venir a bailar”. ¿Cómo se lee el traspaso de “lo artístico” frente a lo “activista”? ¿Cómo pensar espacios de refugio y fortalecimiento de nuestra democracia en tiempos de estallido? ¿Qué pasa con la inmediatez de las intervenciones urbanas frente a la batalla contra ejércitos de trolls llenos de ira? 

Silvia Citro es doctora en Antropología socio-cultural (UBA, 2003) con formación en danzas y música. Desde 1998 se desempeña como docente e investigadora en la UBA y en 2004 creó el equipo de investigación de Antropología del Cuerpo y la Performance. Silvia sintió que la Academia se cerraba en sí misma analizando estos fenómenos: poner el cuerpo y después comunicar los resultados. Junto a un equipo interdisciplinario comenzó hace unos años un proyecto de investigación sobre el impacto de las marchas del #NiUnaMenos. La creatividad, la masividad y las expresiones estético-políticas le permitieron ver el impacto que podía tener en las personas ser parte del movimiento. Citro plantea que hay un componente muy fuerte de arte y política allí, pero también responde a una genealogía en las marchas por la memoria, verdad y justicia en nuestro país. “Hay autores que hablan de la pérdida de fuerza entre lo que sucede en vivo en los cuerpos y las personas durante la performance y el registro audiovisual. Pero por otro lado, otros autores pensamos que eso permite amplificarla y replicarla y llegar a públicos más allá del aquí y ahora de la performance. En los actos vivos hay que pensar en esa doble acción que se genera; algo se pierde pero algo se amplifica”, expresa. La liminalidad Turnesiana y en ese traspaso del cuerpo a la palabra, de las perfomance a la reflexión, en la trascendencia al hecho social. El entrelazamiento de la palabra, el mensaje, los cuerpos y, no menor, las emociones de quienes performan y de quienes observan son “significantes políticos, tanto para visibilizar las violencias padecidas como para resistirlas” (Citro, 2023)

Sentí que me encontraba con amigos y amigas. Fue el segundo ensayo y a mi me pareció el quinto. Nos encontramos a las 9.30 para reunirnos por color y ensayar la figura de la whipala. En mi color, el naranja, faltaban compañeras así que tuvimos que acomodarnos. Lo resolvimos. Me acosté en el piso durante dos rápidas pasadas, pero al rato llegó “mi espalda”. De repente, todo se activó rápido, no había tiempo que perder. Se puso la pista, armamos como pudimos y de ahí a un calentamiento. Ya estaba más en tema para cuando nos hicieron caminar, esta vez lo hicimos con música. Después tuvimos que armar letras, entre todo el colectivo. Fue divertido otra vez. 

—Ahora hagan una W. 

Es fácil pensarlo, pero 250 personas armando una W puede llevar algunas complicaciones. Pudimos hacerlo. Nos aplaudimos. Fue el primer aplauso de muchos más en la jornada. Como vienen haciendo las voces que nos guían (expertas en danza, bioenergética, expresión corporal y con varios años en el colectivo) pidieron que se acerquen “quienes ya habían hecho la coreo de Señor Matanza” después nos separaron cada 2 colores (estar dentro de la whipala ordena perfecta y matemáticamente la cosa) y nos dieron indicaciones:

—Este movimiento en salida naranja y amarillo; violeta y rojo este, y verde y azul así; quienes son madres se suman al rojo. 

En 15 minutos ensayamos nuestra parte, cada grupalidad hizo lo mismo. Después Emilse nos mostró qué movimientos acompañaban la canción y a la media hora estábamos bailando Señor Matanza. Un flash. Mucha adrenalina. Hay coreo en cámara lenta, hay balas; y claro, hay disparos. Los disparos los hacemos sentir arrojándonos al suelo y después el último “bombala” la sangre son nuestros pañuelos de colores al cielo. Poesía. (10 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

La última parte empieza con una adaptación de la canción Antón pirulero. Muy creepy. Es la música que hicieron Nahuel Prado y Juan P. Martini del documental de Patricio Escobar sobre las desapariciones forzadas en Democracia. Discursos de odio que nos tienen robotizados, inertes, estúpidos. Pero las Madres de Plaza De Mayo nos impulsan: con la mirada nos despiertan, nos encienden, nos iluminan. Ahí activamos con Gabo Ferro y marchamos con ellas. Acá no hay coreo sólo hay un pasar por el cuerpo ese estado zombie que nos envuelve esta sociedad actual y un despertar mágico y desde la memoria nuestras abuelas, la insignia para el mundo de lo que somos capaces de hacer. La justicia. Lo identitario. La búsqueda imparable de la vida. Menos es más. Acá lo performamos, pasar por el cuerpo la intensidad de los audios del odio, con ese fondo escalofriante de Antón pirulero y después los golpes de la melodía es difícil de poner en palabras. Electriza, emociona, intenciona. Tengo ganas de llorar y al mismo tiempo de gritar. (10 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

Hay algo de la organización y la estrategia en el arte de la guerra que lleva a pensar en varios frentes; por un lado, en la batalla cultural y en las narrativas del odio que manejan los gobiernos de derecha y que atacan diariamente sin respiro. Mauricio Kartún plantea que las expresiones artísticas son ideas en formatos que conmueven, son formas de pensamiento que despiertan sensaciones en las personas que lo reciben, en las mentes, en el cuerpo. Son potentes y despiertan. Eso es peligroso justamente para quienes buscan terminar con los derechos sociales. No quieren que nos despertemos. Quizá haya que mirar a las nuevas generaciones. Coscu, el streamer de 12 años de trayectoria adelantado a su época, da una entrevista en Gelatina y deja como titular que “Ser facho está de moda”. Lo califica como una “termez” y se planta diciendo que el tema lo toca de cerca, que piensa en su mamá y en su identidad familiar. Dice: “Hay que profundizar la memoria, aunque duela". Coscu no lo sabe pero compartimos la misma historia: ambos tenemos una tía (él, su tío) desaparecida y nuestras abuelas fueron Madres de Plaza de Mayo en sus inicios, cuando un grupo de mujeres que parecían locas se juntaban a leer los listados de detenidos y caminaban, caminaban para que nos las detuviera el estado de sitio, caminaban en silencio, pero gritando internamente, caminaban y parece que performaban. Me di cuenta al pasar por el cuerpo lo que puede hacer el caminar, en el primer ensayo de FUNO para el 24M. 

Llegamos al último tema: Que se mejoren, de WOS. Aca se libera la batalla y se activa la máquina. Esta parte tiene quizá la figura más representativa de los pulsos actuales: personas que saltan el molinete porque no hay guita para pagar el transporte para ir a laburar. Así de literal se hace la cosa, se baila, se teatraliza y se muestra. Se saltan los brazos de los compañeros que simulan ser molinetes de tren. La máquina baja, parece caer, y un grupo (entre los que me encuentro yo) entramos corriendo y gritando a escena. Corazón valiente. Terminamos todos juntos, hechos pueblo: que se mejoren, giros y coreo. Cuerpos. Gritos. Terminamos con una pose de desobediencia. La mía me la dibujaron mis hijos cuando llegué a casa. Voy a posarla tal cual. (10 de marzo 2024, Centro Cultural Arrotea)

Ensayamos tres veces y a la plaza. La Plaza del 24 de marzo. La de este año no parece ser una plaza más. La sensación de la gente mirando la performance es inexplicable. Los ojos de las personas bailan. Nos aplauden, nos alientan, bailan, la gente grita, parece que quieren entrar a escena. Cuando hago contacto con una persona del público que está llorando se me hace un nudo en la panza y trago. Tengo ganas de llorar y de salir a preguntarles por sus historias. Hicimos siete pasadas, las últimas dos; casi seguidas. La primera fue especial, y la última me dejó un vacío enorme, indescriptible ¿Y ahora qué? En algún abrazo con alguien del colectivo confirmé el “es por acá”. Es con el cuerpo, con el arte, es con amor. No podrán. Este pueblo tiene memoria. Aún me faltaban algunas horas para llegar a casa y ver las imágenes que inundaban los medios. Gente, gente, gente, la plaza explotó. Si no aparecian los policías del final queriendo secuestrar equipos, labrando actas diría que todo salió perfectamente mágico. Igual no pudieron, el colectivo resiste. El arte callejero no es delito. El sol, las coreos, el sonido, el círculo de foco, las personas que se acercan, amigos, familia, los abrazos, las emociones, las mariposas. La plaza estaba llena de mariposas. Bailamos rodeados de mariposas que subían y bajaban, se posaban en lugares rarísimos. Había muchísima gente. Siento el día en el cuerpo. Me quedó el recorrido grabado en cada parte. Siento el sol y el amor. Lo hicimos. (Post marcha 24 de marzo 2024)

Hirayama le dice a su sobrina en la película Perfect Days como mantra; “la próxima vez es la próxima vez, ahora es ahora”. ¿Qué pasa con lo que sucedió en un momento? La performance, el mural, el graffiti, la intervención callejera. Lo que produce un impulso profundo, una bocanada de vida. El arte y la política. El Artivismo. La performance como accionar político. Los mensajes, la música, los golpes al pecho. ¿Qué riesgos vamos a tomar y cómo vamos a seguir defendiendo derechos conquistados? Fin de un mundo: accionan, inciden, habitan, una respiración colectiva entre el cuerpo y la palabra. Estallan las fronteras entre el arte y la política. Nos configuramos circulares para que todo final sea un comienzo. Otro mundo es posible, si lo hacemos posible. (AUDIO performance Marcha 24 de marzo 2024)