Ensayo

Lo que nos dejó 2001


Poética y política para romper con lo binario

El estallido de diciembre de 2001 generó nuevos protagonismos artísticos. Esas obras, instalaciones y registros de performances forman una apasionada “asamblea de archivos vivos”. Para muchxs artistas la época fue la semilla de otros modos de pararse ante el mainstream político cultural.

Al iniciar la investigación de la muestra 19y20, teníamos conciencia de que esta sería una mirada más dentro de la cantidad de programas y actividades que se realizarían acerca de la efeméride. Comenzamos dialogando con artistas y activistas con quienes habíamos compartido en aquel momento (a partir de nuestra memoria, desde la cercanía a sucesos de los cuales fuimos parte como mujeres, artistas e integrantes de colectivos Arde! y Etcétera) y con quienes nos vinculamos en otros escenarios actuales. Buscábamos trazar un mapa posible de hechos, obras y artistas que evidencie cómo irrumpió la narrativa visual de aquella época.

Partimos de preguntas comunes: ¿Cuáles son los dispositivos, enunciaciones e imágenes de esta contra-narrativa? ¿Qué otros protagonistas culturales aparecen tras el estallido social? ¿Qué queda de todo ese acervo? 

Nuestra intención fue crear un mapa políticamente híbrido, recuperar el pasado pero hacer pie en el presente, entender que hoy también vivimos un clima económico y social complejo. La diferencia es cómo cambiaron los posicionamientos frente a la institucionalidad cultural: algunxs forman parte de ella, otrxs manejan principios de autonomía y mantienen un adentro-afuera flexible, otrxs han seguido defendiendo su rechazo. Para visibilizarlo intentamos dar cuenta de la diversidad política y estética retomando el enunciado zapatista “un mundo en dónde quepan muchos mundos”, apelando a una cultura crítica, autónoma, diversa y cargada de matices. 

19y20 habla de la crisis de representación política y económica cuya consigna fue el “Que se Vayan Todos”. Por eso, en sus contenidos hay una fuerte negación a los sistemas clásicos de representación, y las prácticas exhibidas se posicionan en gran medida hacia una crítica institucional. 

Durante aquellos años la escena cultural se volcó a las calles y a los nuevos escenarios culturales. Irrumpió en las instituciones del sistema de arte desde la protesta o la disconformidad. Los procesos de participación, solidaridad y colectivización fueron protagonistas en el intercambio producido entre artistas y colectivos junto a los nuevos movimientos sociales, en marchas, asambleas barriales, fábricas recuperadas, espacios culturales independientes y medios de comunicación alternativa. Una irrupción en el relato posmoderno y neoliberal fue la recuperación de la función social del arte acompañando las luchas de un cuerpo social en crisis, pero también el rol del artista en la crítica institucional, interviniendo las narrativas hegemónicas de la industria cultural y medios de comunicación masiva.  El mapa cultural reinventó circuitos de socialización y distribución de la cultura, rompiendo jerarquías y normativas institucionales, apelando a la horizontalidad y ruptura de los mecanismos de poder.

Asamblea de archivos vivos

Para quienes venimos de prácticas artísticas por fuera del sistema de mercado, lo que queda de las acciones efímeras y de nuestros procesos son archivos. Por eso el corazón de la exhibición son los llamados “archivos vivos” (acervos de colectivos y artistas, accesibles y en actividad) que dieron cuerpo y contexto a la exposición.

1 de Mayo, colectivo La Piedra. 1993. Foto: Ignacio Sourrouille

Vivimos una época de enorme debate en torno a los archivos: la sobrevaloración de algunos y la absoluta devaluación de otros. La lucha de lxs artistas ha logrado que algunas prácticas que fueron devaluadas por su ideología y estética hoy sean enseñadas en universidades, postgrados, que existan instituciones en las cuales se las estudia y apoya. Sin embargo, aún hay pocas instituciones locales que resguarden estos acervos y las que existen están colapsadas. Hicimos un ejercicio de buscar material de la producción simbólica que se realizó en aquellos tiempos y notamos que hay muy poco disponible; su devenir es testimonial y en primera persona.

Artistas en las fábricas recuperadas, en las asambleas barriales, en las marchas, en los acampes de los movimientos sociales, en los medios alternativos: un cadáver exquisito con los archivos de 2001-

Los registros posibilitan también reproducir obras que fueron destruidas o que tuvieron una realización precaria, se deterioraron y las sobrevive sólo algún fragmento; esas materialidades también son parte de la exposición.

Otra reflexión que nos surgió a propósito de los archivos, es activar la memoria colectiva. Articular estos materiales expuestos permite una suerte de laboratorio experimental y habilita nuevas lecturas, críticas y debates que expanden y amplifican dichas narraciones.

Huella YPF, de la serie ¨He estado¨, Buenos Aires. Federico González. 2002

Constelaciones posibles

Como no podríamos abarcar la enorme proliferación cultural de aquellos años, imaginamos un dispositivo que mostrara escenas surgidas de la crisis. Pensamos en hacer una convocatoria abierta o crear una narrativa propia. Elegimos la segunda opción, nos pareció necesaria, desafiante a pesar de su complejidad. 

En aquellos años habitamos una zona liminal. Nos encontrábamos en las calles, en las asambleas; ocupábamos espacios también en las instituciones. Los márgenes fueron corroídos por la insurrección, por los deseos de transformarlo y ocuparlo todo. Pensando en esto, en la muestra quisimos romper ciertas categorías, como la dicotomía entre lo individual o lo colectivo; el adentro o afuera; la disciplina o herramientas; los activismos o el arte político. 

Mierdazo, Etcétera, 2002

Fue un período nutrido por lo transdisciplinar. Están, por ejemplo, las prácticas de investigación situadas en un reloj a contrapunto del “actuar urgente”. Se puede visualizar ese contrapunto en la instalación pictórica CABEZAS de Azul Blaseotto; los archivos fílmicos de Alicia Herrero en torno a las fábricas recuperadas y asambleas barriales o en el Archivo Caminante de Eduardo Molinari; León Ferrari en relación a la Civilización Occidental y cristiana con sus Electronicartes o en los videos de Gabriela Golder. 

Está la irrupción de la performance callejera, participativa y masiva que hasta el día de hoy es difícil de inscribir en los circuitos. El colectivo La Piedra con sus acciones junto a jubiladxs en los años 90; Etcétera y sus acciones teatrales en los escraches y otras performances como el MIERDAZO; la Murga Muertos de Hambre realizada el 24 de marzo de 2006 por colectivos junto al Frente Darío Santillán. PRIVATIZADO de Costuras Urbanas en Córdoba o Hacer Dinero de Federico Zukerfeld. 


Robocop. Arte en la Kalle. 1998

Están las intervenciones urbanas a escala 1:1 del ya mítico GAC; ROBOCOOP de Arte en la Kalle en crítica a la Ley de Tolerancia Cero en Rosario; Niños de Urbomaquia invadiendo las peatonales de la ciudad de Córdoba, Las Chicas del Chancho y el Corpiño con sus mediáticas acciones a principios de los años 90. En Buenos Aires la Familia Obrera de La Mar en Coche con un ready made de la obra de Oscar Bony. Fernando Traverso y sus bicicletas. Las huellas de Federico Gonzalez. Las gráficas feministas de Mujeres Públicas, las Banderas descartables y los mapas de Javier del Olmo.

Están las acciones de carácter participativo: Vete y Vete o Físico Político del colectivo Arde! y la gráfica del taller móvil serigráfico del TPS que estampaba masivamente camisetas durante las manifestaciones; las gráficas de Juan Carlos Romero o Daniel Malnatti.

Están las guerrillas de la comunicación como el colectivo Cateaters y su Pinche Cable Justo “la primera empresa de tv por cable autoinstalable de la República Argentina”.

 No a los sistemas clásicos de representación, sí a la crítica institucional. Las formas artísticas contemporáneas fueron moldeadas al tacto de aquella crisis social.

Están las obras desde y con  los movimientos sociales, ilustraciones de Florencia Vespignani o el Monumento a la Gomera de Leopoldo Tiseira; el Bricollage para activistas de Leo Ramos en Chaco o el espacio cultural de la Estación Darío y Maxi

Están los fotógrafos que iniciaron medios de comunicación alternativos como Indymedia, Argentina Arde o Contraimagen, ARGRA, Nicolás Pousthomis, Ali Burafi, Alejandra Giusti o Javier Gramuglia. 

Fábrica Brukman, Archivo Contraimagen, 2002

Están las instalaciones, pinturas y objetos de Magdalena Jitrik; Hugo Vidal; Alejandra Fenochio; Ezequiel Verona; David Acevedo; Esteban Alvarez; Natalia Rizzo; Diana Dowek, José Luis Meirás y Tomas Espina.

Y está la solidaridad internacionalista de aquel momento: Marcelo Expósito; Yo Mango; Alice Creisher y Andreas Siekman y J Jordan.