Ensayo

Lecturas de la crisis


El presidente está triste

Luego de escuchar el discurso de Mauricio Macri, Gabriela Cabezón Cámara reflexiona sobre las palabras de un presidente que habla de su país en llamas y se posiciona él también como víctima de la crisis. Tarifazos, devaluación, campo, cuadernos, docentes, inflación, macritips, tormentas y náufragos: en estos cinco meses -los peores de su vida después del secuestro- pasaron cosas.

El presidente está triste, ¿qué tendrá el presidente? Está triste el presidente porque venía todo bien y entonces pasaron cosas: que Turquía y que Brasil, que los cuadernos escandalosos; que el dólar y los mercados que al final lo defraudaron porque tan amigos no eran. Está triste el presidente: sufre por la pobre gente que él debe hambrear, y si no aceptan, apalear, por culpa de CFK y de una serie de tormentas que no se podían prever como Trump, China y economías en guerra. Estaba todo tan bien, pobre, pobre el presidente. Está triste porque nadie lo comprende: además de los de enfrente, los que lo odian de cachorro y dicen de él que nació con un helado en la frente, el presidente está triste porque ve que lo abandonan, que no le quieren agarrar ni ministerio en domingo. El presidente está triste porque no puede pagar buenos sueldos a docentes, ni a médicos ni a choferes; tuvo que pedir prestado para que vuelen divisas y, bueno, pagar la deuda para poder pedir más y entonces pagar la deuda hasta que un día no tenga más déficit la nación. El presidente está triste porque ha visto la traición: por cada tormenta fuerte alguien se arroja del barco, no lo atiende ni Majul; Mariu y Horacio se enojan porque ellos también querrían llegar a ser presidentes y creen que si ésto sigue van a quedar tan hundidos como barquitos de la batalla naval que siempre gana Marquitos. Y qué decir de Lilita que lo corre con la Biblia y lo reta frente a todos en su TL de Twitter: “Ay de los hijos rebeldes -oráculo del Señor- que hacen planes sin contar conmigo, que concluyen pactos contrarios a mi espíritu, añadiendo así un pecado tras otro!” porque cree que él no entiende que ella trata con Jehová y que si la desobedece va a sufrir como Sodoma del fuego que cae del cielo y que es peor que las mil tormentas que lo atormentan desde hace ya poco más de cinco meses según recién nos ha dicho con esa cara arrugada del dolor que el hombre siente porque entiende tus penurias por llegar a fin de mes, vos gil que te ibas a ir a Europa. Ahora no vas a llegar ni siquiera a San Clemente: pedí perdón, perdón presidente, por pensar que vos podías prender la estufa en invierno, que podías ser científica y vivir en el país, por querer ahorrar un poco para capitalizarte, por gastar cientos de dólares en ir a escuchar músicos que vienen del extranjero, por comprarte ropa linda, por querer tener salud en el hospital, por querer ir a estudiar a una universidad gratis y de calidad y que además no te quede a tres horas de tu trabajo, perdón, perdón, perdón presidente.

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El presidente está triste porque el único que lo quiere es el dulce de Marquitos agarrado al gabinete como un naúfrago a una madera. Los demás, qué decepción: ay esa gente del campo que supo apoyarlo tanto y ahora no entienden, tontos, que vuelven las retenciones: que pague el trigo, que pague también el maíz; él se la baja a la soja, que es lo que más cultivan ¿no entienden una emergencia? ¿No entienden que es un incendio? Nunca le agradecen nada. Le critican que hayan vuelto los precios cuidados y la AUH. Que para estar peor que antes se quedaban con la yegua, que más le vale que al menos haga que esos vagos, diputados y senadores, toda esa runfla de turros, no se vayan sin firmar la reforma laboral, cosas así le sugieren. El presidente está triste. Anuncia desempleo y hambre, anuncia “costo social”, que es como le dice Christine Lagarde a que no lo quiera nadie en el país del que él llegó a ser el presidente. Estuvo días y días pensando cómo hacer para que nadie sufra tanto estas tormentas como las está sufriendo él. Pensó y pensó y le salieron los geniales Macritips: abrigate si es invierno, comprá lamparitas led, puro sentido común. No obtuvo más que las burlas de los usuarios de Twitter. El presidente está triste, ¿qué tendrá el presidente? Porque duelen al que pega los golpes que nos propina; porque lo estamos obligando: vivimos arriba de nuestras propias posibilidades tantos años, desde que llegó Perón con su populismo grasa y su enorme corrupción, esa de la que el presidente nunca supo nada cerca ni tampoco su papá. Ahí está un poco menos solo: si estamos contra Perón y todos los delicuentes que se ponen su escudito y que cantan la marchita, algunos se copan bien. Una buena, pero no alcanza. El presidente está triste, ¿qué tendrá el presidente?

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