Crónica

Historia de las canciones de cancha


¿Puede una hinchada putear a sus propios jugadores?

Los hinchas más puristas dicen que siempre hay que alentar: en las buenas y en las malas. Otros, que la puteada espontánea de un hincha está permitida, pero no el insulto grupal y organizado. Aunque lo nieguen en público, todas las hinchadas en algún momento cantaron en contra de su equipo. Tercera entrega de las historias de las canciones de cancha.

Estoy teniendo problemas para traducir la palabra heartache. La traducción literal sería dolor de corazón, pero nadie dice dolor de corazón, y así dicho parece algo clínico, cuando acá estamos hablando de un dolor emocional. Otras opciones son: corazón roto, corazón partido, mal de amores. En YouTube hay dos videos con la letra de la canción “It`s a heartache” en español. Uno dice: Es una pena. El otro dice: Es una angustia.

It`s a heartache fue compuesta por Ronnie Scott y Steve Wolfe en 1977, y fue el primer hit a escala mundial de la cantante galesa Bonnie Tyler. Gaynor Hopkins (ese es su verdadero nombre) nació en 1951 en un pueblito llamado Skewen, su padre trabajaba en una mina de carbón, su madre era amante de la ópera; toda la familia participaba en el coro de la iglesia protestante a la que eran fieles, pero a Bonnie le gustaba cantar otro tipo de canciones, le gustaba Janis Joplin y Tina Turner, y las imitaba frente al espejo cuando nadie la miraba. Es sorprendente que no hayan aprovechado estos elementos para hacer una película de superación, algo entre el drama y la comedia, una historia emotiva que un Campanella galés podría convertir casi sin esfuerzo en un éxito de taquilla. Y hay algo más, un giro en la trama para que la protagonista se sobreponga y demuestre su carácter. Durante su adolescencia, Bonnie tenía una voz linda y suave que le sirvió para ganar algunos concursos de talentos, e incluso para firmar un contrato con la discográfica RCA. Sacó dos canciones que tuvieron buena aceptación, pero en medio de la gira promocional le encontraron unos grandes nódulos en la garganta. Los médicos le dijeron que tenía que descansar, tenía que hacer silencio o tal vez nunca podría volver a cantar. Pero Bonnie no les hizo caso, se presentó a la grabación de It`s a heartache, y cuando se largó a cantar descubrió que su voz había cambiado; seguía siendo afinada pero algo se había roto, y siguió cantando sin entender todavía que el desgarro de su voz era perfecto para el desgarro de la canción, y que ese sonido rasgado terminaría siendo su sello de distinción. Hasta los tipos más duros se largaron a llorar en ese estudio de grabación, cuenta Bonnie.                 


La primera adaptación a cantito de cancha, o al menos la primera que yo recuerdo, decía:

Dale Globo                          It`s a heartache

Dale dale Globo                  Nothing but a heartache

Dale dale Globo                  Hits you when it`s too late

Dale dale Glooo                  Hits you when you are down 

En realidad lo recuerdo con la letra de Boca, porque esa era la cancha a la que iba, pero lo hacían casi todas las hinchadas, y si pongo la versión de Huracán es para parecer un poco menos parcial, cosa que me interesa especialmente en esta crónica. Recuerdo, entonces, este cantito simple, y lo recuerdo bien porque me parecía un salto improbable: de una balada folk de Bonnie Tyler a las canchas de fútbol, de una canción de desamor a una de aliento.

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Con otros casos me pasaba lo mismo, me llamaba la atención la distancia entre el producto original y el derivado. Entre mis recuerdos, los recuerdos de algunos amigos, y la ayuda de Internet, puedo recopilar estos ejemplos de canciones que hasta en Radio Aspen pasan con cierto pudor, y que sin embargo se volvieron himnos de las hinchadas:  

“Pop goes the World”, de Men without hats, una oda a la década del ochenta, con un video brillante lleno de burbujas, sintetizadores y peinados batidos.

“Oh L’Amour”, de la banda inglesa Erasure, que en la versión de Rosario Central, un verdadero hallazgo fonético, dice: Llora Ñuls / Lloran todos los putitos de Ñuls.

“Let the sunshine in”, compuesta en 1967 para el musical Hair, obra que Wikipedia define como “una ópera beat sobre la cultura hippie de los años sesenta en los Estados Unidos”, y que en las canchas por lo general dice: Soy de X, yo soy.

“Go west”, originalmente es de Village people, pero se volvió un hit en los noventa con el remix de Pet shop boys. En la versión de Ferrocarril Oeste dice: Dale / Dale, dale Oe / Ponga / Huevo y corazón / Vélez / Empezá a correr / Porque / Te vamo a coger.

“Annie`s song”, una balada country de John Denver. Cuenta Denver que estaba esquiando en Aspen y mientras subía en la aerosilla se sintió apabullado por los colores y sonidos del lugar, la belleza profunda de la montaña lo hizo sentirse pequeño frente a la vida, y en esos diez minutos, antes de llegar a la cima, compuso esta canción como una oda para su esposa, una canción de amor y agradecimiento que (de esto se dio cuenta después) había tomado la base melódica del segundo movimiento de la quinta sinfonía de Tchaikovsky, y que (esto ya no lo dice Denver) luego fue usada por hinchadas argentinas para un cantito que dice Yo no soy de X / Yo no soy vigilante / Yo soy de Y / porque tengo aguante.        

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Me gustaría saber, en cualquiera de estos casos, quién fue el primero en asociar una cosa a la otra. ¿Quién fue, por ejemplo, la persona que en un espacio donde se exalta la violencia y la virilidad, se animó a proponer una canción de Pet shop boys (que estos a su vez habían tomado de Village people) como base melódica para su grito de guerra? ¿Cómo fue el proceso creativo? ¿Se propusieron hacer un cantito y luego buscaron las melodías, o alguien, en algún momento, estaba escuchando las canciones originales, y por alguna razón empezó a tararear encima los cantitos de cancha que después quedaron? Yo me inclino por la segunda opción. Alguien, por poner un ejemplo tan rebuscado como este cancionero, estaba en el teatro viendo la versión argentina del musical Hair entre 1971 y 1974, y mientras en escena Valeria Lynch, Ruben Rada, Fontova y Mirtha Busnelli marchaban por la paz mundial y cantaban “deja que entre el sol”, ese alguien empezó a cantar su propia canción de pertenencia, seguramente no para afuera sino dentro de su cabeza, empezó a cantar, por ejemplo: Soy de Boedo / soy de Boedo /de Boedo / yo soy


Esta es la mejor traducción de It`s a heartache que puedo conseguir:

Es un corazón partido,

nada más que un corazón partido.

Te pega cuando ya es demasiado tarde

te pega cuando estás en la lona.

 

Es un juego de tontos,

nada más que un juego de tontos,

de pie bajo la lluvia fría

sintiéndote como un payaso.

 

Es un corazón partido,

nada más que un corazón partido.

Lo amás hasta romperte los brazos

y después te deja tirado.

 

En el amor, no está bien compartir,

cuando ves que al otro no le importás.

 

No es sabio necesitar a alguien

tanto como yo dependía de vos.

Pongo la canción entera, incluso la parte que no se usa en la adaptación a cancha, porque es importante saber toda la letra, toda la historia de desamor, para compararla con el cantito del que voy a hablar ahora. Aunque mis recuerdos de cancha están casi siempre asociados a Boca, intento que estas crónicas que no sean crónicas partidarias. Llego, entonces, a un momento complicado del relato, porque es imposible escribir sobre este cantito sin despertar los instintos más elementales del hincha.

Jugadores,

la concha de su madre,

a ver si ponen huevo,

que no juegan con nadie.

 

Jugadores,  

son todos mercenarios,

honren la camiseta,

y dejen a los gatos.

           

Esta versión es la que se impuso en los últimos años, y la que el usuario Queruso (definido por un comentarista –injustamente, creo- como “el Alejandro Lerner de la cancha”) canta y toca en el piano en un video de YouTube que tiene 242.396 visualizaciones. Creo que el cantito antes se limitaba a repetir la primera estrofa, y que la segunda, ya más artera, es un agregado que corresponde a este siglo. Consulto a un amigo de River al respecto. Me manda a cagar. Vos querés asociar esto al descenso de River, cuando todas las hinchadas ya hacían el cantito desde antes, me dice. ¿La segunda estrofa también? ¿Cuándo se empezó a usar palabra gato con esta intención? Durante el menemismo, dice mi amigo, y admito que tiene sentido.

Salvo los que destacan el talento de Queruso, el resto los comentarios del video se centra en un tema: ¿puede una hinchada putear a sus propios jugadores? Los más puristas dicen que siempre hay que alentar, en las buenas y en las malas. Uno dice que está permitida la puteada espontánea de un hincha, pero no el insulto grupal y organizado que implica un cantito. Otros dicen que todas las hinchadas en algún momento cantaron en contra, y suben enlaces a videos para demostrarlo. Uno dice: si no pasaste por esa no sabés cómo vas a reaccionar. Cuando dice “esa” se refiere al descenso de River, pero la sentencia también sirve para la situación que canta Bonnie: ¿cómo reaccionarías si la persona a la que amas hasta romperte los brazos te deja tirado, de pie bajo la lluvia fría, sintiéndote como un payaso?

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Decido hacer un pequeño experimento. Escribo a cinco amigos de River a los que les tengo cierto respeto futbolístico. Su edad promedio es de cuarenta años. Escribo por mail porque quiero generar un clima formal, un clima que sea lo opuesto al meme. El asunto es “A ver si tenemos la madurez para hacer esto” y les cuento sobre el proyecto de las crónicas, sobre esta crónica en particular, y les mando un breve cuestionario que va desde la canción de Bonnie Tyler, hasta el cantito de cancha y la experiencia del descenso. Pido respuestas sinceras y para alentarlos hago algunas confesiones. Les digo que no recuerdo este cantito en la cancha de Boca, pero sí otros de tono similar que se cantaban en situaciones de crisis (a mediados de los noventa, por lo menos): “Con la camiseta de Boca ganar o morir”, o “La camiseta de Boca se tiene que transpirar”. Les digo que para los partidos jodidos prefiero a Ponzio antes que a Gago, y que una noche me crucé al Burrito Ortega en un boliche y le di un abrazo. 


Estoy de camino a jugar un partido de una liga pre-senior de Montevideo. El que maneja el auto es un compañero de equipo, pero antes de eso fue jugador profesional, en Defensor Sporting, en la liga española y en la selección uruguaya, y después fue director técnico de varios equipos sudamericanos. Entonces le cuento sobre esta crónica, enciendo la grabadora del celular, y le hago unas preguntas para tener la perspectiva desde adentro de la cancha.

Conoce el cantito de Jugadores la concha de su madre, pero nunca lo sufrió en carne propia. Es más, nunca le pasó que su propia hinchada cantara masivamente en contra. Insultos de hinchas, sí, por supuesto. Uno se crea una coraza contra los insultos. Te dicen la concha de tu madre y te resbala. Ya está naturalizado. No te ponés a pensar qué derecho tiene un tipo a decirte eso. El problema es si a uno le dicen eso y justo esa semana se le murió la madre, o algo así. Es mucho peor el insulto de tu propia hinchada que el de los rivales. El de los rivales te agranda. En España es todo más inocente. Tiran los almohadones de los asientos a la cancha, o los hinchas se ponen de espaldas al partido. Esa es su forma de protesta. Cuando estaba en el Sevilla, íbamos a jugar a los equipos del norte y me gritaban gitano, por mi cara, y yo me cagaba de la risa. La del Sevilla es la mejor hinchada de España. Son los más parecidos a nosotros. El tema de las puteadas es mucho peor de técnico que de jugador. Sobre todo en las canchas chicas, si los resultados no acompañan, empezás a sentir las voces a tu espalda y tenés que ser un monje para aguantar. Lo peor que le podés decir a un jugador de fútbol es fracasado.

Lo último que escucho en la grabación es “hoy hay que esperarlos, y a la retranca”, pero eso se refería al partido que íbamos a jugar esa noche y que terminamos perdiendo seis a uno. También, en la grabación, me muestra la casa que pudo comprarle a su vieja con el pase a Europa, y después hablamos sobre el precio de los alquileres en Montevideo. Hablamos de eso porque me estoy separando después de doce años de convivencia, y esto implica buscar una casa nueva. Se fueron al carajo los precios de los alquileres. Está jodido. Escucho mi voz en la grabación: sí, está jodido.      


Los galeses dicen ser la gente más afinada del mundo. Dicen tener el percentil más alto del mundo de ciudadanos que pueden salir airosos de un karaoke. Es algo difícil de comprobar, y los argumentos no son muy convincentes (tradiciones líricas, coros, iglesias, buena cerveza y alimentación) pero yo tuve una pequeña muestra. Hace unos años, conocí unos escritores británicos en un festival en Buenos Aires, y terminamos en un bar. Uno de ellos era un poeta galés (no me acuerdo su nombre pero era parecido Tom Hanks cuando Tom Hanks está gordo en las películas y pierde el mentón y los cachetes se le ponen rosados) y en un momento, ya bastante borracho, este poeta galés empezó a cantar “Let it snow”, y podía imitar a Dean Martin, y a Frank Sinatra, y también al que la canta al final de Duro de matar. Le pidieron otra canción, pero el poeta galés se puso a recitar de memoria algunos diálogos de Duro de matar, y no quería hacer otra cosa.   

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No sé si alguna hinchada galesa canta afinadamente su adaptación de It`s a heartache (el rugby es su deporte nacional) pero sí hay varios equipos europeos que lo hacen. En Inglaterra, Escocia y Alemania, por lo menos, hay hinchadas con su versión del cantito. Los hinchas de Glasgow Celtics, por ejemplo, cantan:

Sixty seven                         Sesenta y siete

In the heat of Lisbon                 En el calor de Lisboa

The fans came in their thousands       Los hinchas vinieron de a miles

To see the Bhoys become champions.    A ver a los muchachos ser campeones.

Se empezó a escribir bhoys con h para imitar la pronunciación de los inmigrantes irlandeses que fundaron el club, y después quedó. Aclaro esto porque si no pueden pensar que no sé escribir boys, y entonces todo el resto perdería credibilidad. Aunque no conozco la letra del resto de las versiones europeas, podría asegurar que son cantitos de aliento, o, como en este caso, cantitos que recuerdan hazañas pasadas, pero no hay, no puede haber, una versión del cantito que recupere y redimensione la sensación de abandono y rencor de la canción original. Eso es lo que me gustaría explicarle a Bonnie Tyler si pudiera ponerme en contacto con ella.

Querida Bonnie:

Supongo que conocerás las adaptaciones de las hinchadas europeas, pero en Argentina el proceso fue distinto: de la canción de desamor se pasó a un cantito de aliento, y del cantito de aliento se volvió otra vez a uno de desamor y frustración. ¿Por qué se dio ese movimiento pendular? ¿Hay algo en la canción original que llevó a las hinchadas a reconsiderar su adaptación festiva? ¿Algo que les decía: esto no es así, tenemos que volver al dolor? Y si lo hay, ¿qué es? ¿La letra? ¿La música? ¿Será tu voz quebrada por los nódulos en la garganta?

Es interesante lo que dice el usuario Clarodeluna en un video de YouTube donde se puede ver It`s a Heartache con subtítulos en español: “Esta canción me ayudó a resistir en los tiempos de oscuridad. No entendía ni una palabra pero igual me ayudó a resistir.” Y otro le responde: a mí me pasaba lo mismo con Everybody hurts, de REM: cuando era adolescente no entendía la letra pero el mensaje de aguante me llegaba.

Mi amigo productor musical me pasa el contacto de Utopia Artists, los representantes de Bonnie Tyler según la guía Pollstar. Su página web da la impresión de haber sido diseñada por los propios dueños, o a lo sumo por un sobrino que se da maña. Ofrece shows temáticos como “80`s Magical Tribute”, “Fall in love again”, o “Zumazuma: the best of Africa”. También ofrece una lista de unos cincuenta artistas en orden alfabético, en la que destacan con una letra más grande y colorida a Air Suplly, Bobby Timbal (Toto), Christopher Cross, Gloria Gaynor, y Dionne Warwick. En la J, entre Jim Gold y John Cafferty, encuentro a la gran Joan Jett. Hago clic sobre su nombre y me aparece una guía con las instrucciones para contratar a Joan Jett. Pero en medio del formulario aparece un recuadro titilante que promociona otro show, uno que se podría traducir como “Una noche de ensueño para jóvenes aventureros”. Y entonces pienso en el genio de Bochini, me viene a la cabeza un video que circuló por las redes sociales en el que Bochini ofrecía su presencia para eventos y cumpleaños, y dejaba el número de teléfono de su amigo Maximiliano para que pudieran contratarlo. No aparece el nombre de Bonnie Tyler en la página. Le escribo un mail a la agencia, y una persona llamada Wendy me responde casi al instante que Bonnie ya no trabaja más con ellos, y que cree que ya no está tocando.

En bonnietyler.com, sin embargo, anuncian varios shows para el año que viene. Hay algo extraño en esta página: dice ser su sitio oficial, y está escrita en inglés, pero todo lo que tiene que ver con la actualidad de Bonnie está relacionado a Alemania: hay veinte shows anunciados para 2018 y todos son en ciudades o pueblos de Alemania. Se anuncia un show especial para celebrar los cuarenta años de It´s a heartache, en Manheim, Alemania. Los nombres de las personas de contacto son Elke y Christoph Krueguer. Les escribo. Al día siguiente me responde Christoph: me dice que le mande mis preguntas y que ellos se las van a hacer llegar directamente a Bonnie. En un posdata me dice que en Alemania también la usan como cantito de cancha, cree que el Borussia Dortmund, pero no está seguro porque no le gusta mucho el fútbol.

Entonces le mando las preguntas. No me esfuerzo mucho porque estoy seguro de que no me va a responder; es decir, creo que Christoph va a cumplir con su palabra, pero en algún momento la cadena se va a romper. De todas formas le explico el caso, hago una traducción aproximada de las canciones de cancha, y le hago a Bonnie las preguntas que había pensado unos párrafos más arriba.

Antes de mandar el mail lo vuelvo a leer para revisar el inglés y me pregunto qué pasó en mi vida como para llegar a esto. ¿Qué extraña sucesión de eventos se tuvo que dar para que ahora escriba cosas como Dear Christoph, o pendular movement, o Hey players you fucking motherfuckers?


Estoy en una casa de electrodomésticos mirando heladeras. Hay unos veinte modelos. Es día de descuentos así que hay que sacar número y esperar. Tengo el ocho amarillo, y van por setenta y nueve de la serie rosada. Me siento en un sillón masajeador de cuerina que tienen para que los clientes prueben y se entusiasmen. Reviso mi mail en el celular. Ya pasaron dos semanas y no tuve respuesta de mis amigos de River. En realidad, uno contestó, pero solo para avisarme que no iba a participar en la encuesta. Y ahora ya no creo que lo hagan, porque River quedó afuera de la copa con Lanús de una manera increíble.

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Tampoco recibí respuesta de la gente de Bonnie Tyler. Me pongo los auriculares, reclino el respaldo del sillón masajeador y miro un video que había dejado pendiente en YouTube: se viene lo que la prensa yanqui llama “El gran eclipse americano”, y están entrevistando a Bonnie Tyler en la cubierta del crucero Royal Caribbean, donde en unas horas va a cantar el mayor éxito de su carrera: “Total eclipse of the Heart” (347 millones de visualizaciones en YouTube).  De fondo está el cielo y el mar del Caribe, y por delante Bonnie, risueña y escotada, se sostiene el peinado para protegerlo del viento. A los sesenta y seis años, y después de (presumo) una larga serie de cirugías estéticas, Bonnie es una cruza perfecta entre Goldie Hawn y Marcela Feudale.   

ENTREVISTADOR DE LA CNN: Cada vez que hay un eclipse total del sol, te llaman de todos lados, tus videos de YouTube reciben miles de visitas, ¿se podría decir que sos, esencialmente, la vocera oficial de los eclipses totales?

BONNIE: Sí, bueno, pero esta canción es un clásico todo el año, no solo durante los eclipses. Es la número uno en los karaokes. 

ENTREVISTADOR DE LA CNN: ¿Qué diferencias hay entre un eclipse total del corazón y un eclipse total del sol?

BONNIE: Un corazón partido (dice heartache) es el eclipse total del corazón, y, bueno, esto (eleva las manos al cielo) nos muestra que el universo es maravilloso, y nos recuerda todo lo que hay allá afuera.

ENTREVISTADOR DE LA CNN: Tu canción dura como ocho minutos y el eclipse va a durar como dos minutos y medio. La vas a tener que cortar un poco, ¿no?

BONNIE: Es cierto. Pero igual vamos a hacer la canción entera, y la banda suena fantástica.

ENTREVISTADOR DE LA CNN: ¿Se puede mirar un eclipse total del corazón sin lentes de protección?

BONNIE: Podés mirar a mi corazón sin problema. Lo llevo a flor de piel.

La nota sigue, y Bonnie canta a capella su parte favorita de la canción. Me parece que entrevistador de la CNN la forrea un poco, pero ella no parece notarlo, o no le importa, como tampoco parece importarle que su actuación en el crucero tiene algo de parodia y tristeza. Bonnie hará su canción durante el eclipse (sospecho que la contrataron para que cante solo esa) y después irá a jugar a las maquinitas del casino o a tomar un trago remojando los pies es una de las cuatro piletas del Royal Caribbean. ¿Quién soy yo, que estoy en una casa de electrodomésticos en Montevideo haciendo una prueba gratuita de un sillón masajeador de cuerina mientras espero mi turno para comprar una heladera, para juzgarla? Aun así, siento un poco de lástima por ella. No sé cómo haría el Campanella galés para encajar esta escena del crucero en la película de su vida, probablemente elija cortarla antes. Arranca el siguiente video de YouTube. Parece filmado por un miembro del público con su celular: se ven las espaldas de los cruceristas (bermudas, camisas de manga corta, sombreros de paja); sobre el escenario está Bonnie y su banda; en el cielo, supuestamente, el eclipse, aunque por ahora parece un cielo normal.

Me llega un mensaje de Whatsapp y decido pausar el video porque es de uno de los amigos de River a los que le había mandado el cuestionario. Hace mucho que no nos vemos. Me pregunta en qué ando, y le digo que estoy comprando una heladera. Faltan seis números para que sea mi turno. Nos ponemos más o menos al día, y después de unos minutos me dice que me va a mandar unos mensajes de audio con las respuestas al cuestionario. 

Esto fue lo que dijo: El cantito de “Jugadores la concha de se madre” ya lo conocía de pibe. Yo era socio de River y me colaba desde el club a la platea. Tenía unos nueve o diez años. No me acuerdo bien en qué partido lo escuché por primera vez, pero seguro que ya la sabía porque lo cantaba en mi casa y mi vieja, que Dios la tenga en la gloria, me decía no seas ordinario y me daba un churrasco en el balero. La última vez que la escuché fue en los partidos antes de la promoción. Después de ahí nunca más. Ahora solo lo canto cuando juego a la Play, para apurar a mis jugadores. Es como que nos curtimos de dolor. Lo primero que se me vino a la cabeza después del partido con Belgrano fue qué suerte que mi vieja no vio a River en la B. Después me vino un odio profundo por Pasarella y Aguilar. Los odio. A los jugadores no. Ese año en la B fui a la cancha más que nunca. Es cierto lo de en las malas mucho más. Ya no me puede molestar nada, porque ese amor fue intenso, solo una gallina lo puede entender. Obvio que me hubiese gustado no tener que entenderlo, pero así estamos. 

Con la colaboración de Ana Sofía Castella.