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Euphoria

EL AMOR NUNCA ESTÁ SOBRIO

Tengo 10 años más que la mayoría de los personajes pero me identifico con ellxs. Es que la historia no está escrita desde la idea que tiene un adulto sobre cómo son los adolescentes en el 2022, si no que adapta las vivencias de aquella juventud al mundo de hoy.

Sam Levinson (37) pertenece a la aristocracia hollywoodense. Plasmó en Rue su propia lucha contra las adicciones y la enfermedad mental. Al resto de los personajes también les dio otros recuerdos de su experiencia. Pero no es solo la historia del guionista la que se narra. Hay otras situaciones del guión inspiradas en vivencias de los actores.

Euphoria no cuenta una historia real. Cuenta muchas historias que podemos reconocer en nosotrxs mismxs o en gente de nuestro entorno. 

Euphoria no cuenta la historia de un grupo de estudiantes de secundaria. Cuenta el relato de una adolescente neurodiversa y drogadicta sobre sus compañeros de colegio. Por eso las escenas nos llegan como quien se entera de un rumor en el baño, durante el recreo.

Esa sensación de chisme se sostiene desde los recursos visuales: colores, luz, planos. En la temporada 1, Rue intenta mantenerse sobria por estar enamorada de Jules y todo es color, glitter y neón. En la 2, la relación tropieza, Rue recae, los colores cambian, la imagen es más dura, casi siempre de noche.

La critican por romantizar relaciones tóxicas. Yo digo que no: cómo las retrata es otro de sus fuertes.

En Euphoria ningún vínculo es perfecto (como en la vida real). Y las relaciones -sexoafectivas, amistosas o familiares- no son una salvación, al menos no siempre. A veces, hasta parece establecer un paralelismo entre vincularse y otros consumos problemáticos.

Otro eje fundamental es el tratamiento de la búsqueda de la identidad propia a través de los demás, por similitud o contraste, por aprobación o rechazo. No como una exploración sino como una conquista.

Jules es consciente de su búsqueda identitaria, y la experimenta con libertad. Para ella, las ideas de masculinidad y feminidad no son valores constantes. Pueden ser destruídos, reinterpretados, intervenidos.

Con la primera temporada fantaseaba: ¿cómo habría sido mi adolescencia si nacía 10 años más tarde? ¡Cuánta información! La nueva temporada puso en jaque mi idea: ¿esta juventud tiene más herramientas?

Durante mi adolescencia, los adultos me decían mucho que yo no entendía lo que me pasaba. Sentía que me lo decían refiriéndose a los cambios físicos o a la revolución hormonal.

Pero lo que es imposible de entender a los 16 o 17 años es el tsunami de emociones que implica relacionarse con otros, la desilusión de ver humanos a los padres, la angustia constante por algo que está por pasar, o por lo que está pasando y no terminamos de entender.