UN PEDAZO DE ATMÓSFERA

Federico Manuel Peralta Ramos, el artista surrealista que atentó contra la solemnidad.

Arte Sebastián Angresano

Surrealista, artista plástico, performer, poeta. De linaje aristocrático, tataranieto del fundador de Mar del Plata. Federico Manuel Peralta Ramos nació en 1939. Estudió arquitectura pero abandonó para vivir como artista, como “un pedazo de atmósfera”, decía.

En 1968 ganó la beca Guggenheim con la propuesta de fabricar un inflable gigante que recorriera el mar.

Para comenzar a trabajar en el proyecto artístico debía volar a Estados Unidos. Pero él no salía de Buenos Aires y pidió que le giraran el dinero.

Con el dinero dio una cena para 25 amigos en el Alvear Palace Hotel y una fiesta en la boite Àfrica, compró trajes a medida. Pago deudas por una exposición en una galería.

Hizo inversiones en una financiera. Compró tres cuadros de pintores amigos.

Luego de gastarse toda la plata de la beca, en 1971 le envió una carta a la Fundación Guggenheim:

“Ustedes me dieron esa plata para que yo hiciera una obra de arte, y mi obra de arte fue esa cena. Leonardo pintó La última cena, yo la organicé”, escribió.

En la carta también detalló parte de su actividad del momento: participación en el programa de Tato Bores y el lanzamiento de un disco; tenía dos canciones.

Las canciones eran: Soy un pedazo de atmósfera y Tengo un algo adentro que se llama el coso. Para la distribución del disco eligió un canal particular: las farmacias.

La Fundación Guggenheim le respondió con una carta para pedirle la devolución de todo el dinero. Peralta Ramos volvió a escribirle a Mr. James F. Mathias, responsable de la fundación.

“Mi carta es un homenaje a la libertad. Una organización de un país que ha llegado a la luna que tenga la limitación de no comprender y valorizar la invención y la gran creación que ha sido la forma como yo gasté el dinero de la beca, me sumerge en un mundo de desconcierto y asombro”.

Federico no devolvió nada.

Federico no devolvió nada.

Finalmente, la Fundación Guggenheim entendió el sentido de la obra, dejó de exigirle la devolución de la beca y modificó su reglamento: los artistas no tendrían que rendir cuentas de la plata de la beca nunca más.

Hoy, la carta se encuentra expuesta en la sede de la fundación en Nueva York.

Antes y después de la beca Guggenheim, FMPR militó contra el statu quo y la solemnidad.

En un remate de toros en La Rural, levantó la mano para ofertar y ganó. Pero no tenía un peso. Quería exponerlo en el Di Tella junto a una montaña de dólares. Para no pagar la ocurrencia del hijo (y que tampoco fuera preso), su padre lo hizo pasar por loco y lo encerró en un psiquiátrico durante algunos meses.

Genio literalista, mandó a construir un buzón rojo igual al del restaurante La Biela. Lo exhibió en la galería Arte Nuevo y se lo vendió a la actriz Egle Martin, famosa en los años 50s. “Soy el único que vendió un buzón”, dijo.

En 1965 ganó el Premio Di Tella con un huevo gigante hecho de madera y yeso. Lo tituló Nosotros afuera. El último día de la exhibición, agarró un hacha y rompió el huevo.

Murió el 30 de agosto de 1992 de un ataque al corazón.

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