Cuando Javier Milei abrió la caja y vio lo que había adentro, no pudo contenerse. Un pequeño espasmo lo sacudió y le saltaron las lágrimas. El regalo se lo estaba obsequiando un empresario francés, CEO de una importantísima multinacional, y por un instante no pudo seguir hablando. Como si fuera un niño, aquel peluche de Conan le tocó una fibra íntima.
En una reunión con el presidente puede pasar cualquier cosa. El francés y las cuatro personas de su empresa que lo acompañaron a la Casa Rosada, en el último tercio de 2024, pueden atestiguarlo. Fueron allí para terminar de decidir una inversión millonaria en el país, pero se encontraron con algunas situaciones que no suelen entrar en este tipo de encuentros.
Una fue la del repentino llanto ante el muñequito de Conan. Otra fue el extraño maquillaje que usaba su anfitrión. Un blanco extremo sobre su rostro y, les pareció, una marcada sombra que delimitaba su papada.
Sin embargo, lo más llamativo no fue algo que vieron, sino que escucharon. Era un sonido metálico, insistente pero con ritmo, que parecía provenir de una campana del estilo de las que se usaban antes en los hoteles para llamar al conserje. Llegaba desde el otro lado de una puerta, a un costado de donde les hablaba Milei.
El francés y sus colaboradores no tenían por qué saberlo, pero esa oficina es la que corresponde al jefe de Gabinete. Es el único despacho que está pegado al del presidente, el único que tiene acceso directo sin mediar custodios o secretarios y que, desde la reforma de la Constitución en 1994, han ocupado siempre los funcionarios nombrados en ese cargo.
Eso fue así hasta que en junio de 2024 los hermanos decidieron apartar de la Jefatura de Gabinete a Nicolás Posse, golpeado, entre otros motivos, por ser sospechado por Karina de haber filtrado la información sobre la verdadera cantidad de perros existentes en la Quinta de Olivos. Entonces la hermana rompió con la tradición, y la secretaría general, un puesto teóricamente de tercer orden en un gobierno, tomó el control de esa oficina. El metamensaje era claro: ella fue, es y será la única con acceso irrestricto a su hermano.
A Karina se la puede ver en esa oficina en las fotos que sube su equipo de sus reuniones políticas, con sus colaboradores o cuando afilia a La Libertad Avanza a algún dirigente relevante. Es un lugar blanco y espacioso, con dos mesas de trabajo, una bandera argentina y un gran televisor. Similar a como lució siempre, salvo por algunos detalles que le agregó, como un cuadro de Thor, el perro de raza boyero de Berna que adoptó en agosto de 2024, y una colección de mates que le fueron regalando en sus viajes por el país.
Pero hay al menos dos elementos que Karina prefiere ocultar en las imágenes oficiales de su despacho. De hecho, algunas de esas fotos fueron editadas para ocultar los objetos que tiene sobre la mesa. Uno es una especie de cuadro, hecho de cerámica, en donde está dibujado el bastón presidencial de su hermano, con los rostros de sus cinco mastines. Alrededor de esa pieza hay unas velas y tres turmalinas negras, una piedra espiritual de la que se cree que posee la capacidad de repeler malas energías y, en especial, “ataques” esotéricos.
De cualquier manera, en la oficina de Karina hay más elementos del mundo místico. Esto no es una suposición: lo podrían atestiguar el CEO francés de una multinacional y sus cuatro empleados.
Es que en un momento del encuentro con Milei la campana que llegaba desde la otra oficina se volvió tan molesta que uno de ellos decidió tomar cartas en el asunto. Aun cuando al presidente el ruido parecía no molestarle demasiado, uno de los empresarios le preguntó por lo bajo a una funcionaria presente si era posible silenciarlo. Ella abrió la puerta del despacho contiguo, desapareció por unos segundos y cuando regresó hizo una mueca que los franceses entendieron sin necesidad de recurrir a un castellano que casi no dominaban. La mujer cerró los ojos con gesto de pesar, movió levemente la cabeza hacia sus costados y bajó la frente hacia el piso, dando a entender que no se podía hacer nada y que era mejor no volver a hablar sobre el tema.
Los invitados aceptaron el tácito protocolo que se les imponía y la reunión continuó con el mismo ruido de fondo. Si la funcionaria hubiera podido ser más explícita, les habría explicado que se trataba de una “limpieza energética” que la hermana presidencial suele realizar en ese y otros despachos de la Casa Rosada.
Al final, los empresarios se fueron satisfechos. Se llevaron algunas concesiones puntuales y la promesa de que el Gobierno pretendía sacar el cepo a la compra y venta de dólares, una condición que plantearon como imprescindible para invertir en el país. También se fueron con un cúmulo de anécdotas para contar en su regreso a París, sobre lo que les pasó el día en que fueron a visitar al presidente de Argentina.
No sabían que ese era un día como cualquier otro en la Casa Rosada de los Milei.
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Por supuesto, lo que se acaba de describir nunca trascendió. No es una casualidad ni se debe al silencio prudencial que los hombres de negocios suelen tener luego de ver a un mandatario. Es algo más de fondo: desde que los Milei desembarcaron en la Casa Rosada su misticismo tomó un giro de 180 grados.
No es que dejaran de creer en la condición del libertario como enviado del Uno. Al contrario. La llegada a la presidencia significó para ambos la confirmación de que todo aquello que Dios le había pronosticado a Milei, tres años atrás, era cierto. Que él era el elegido y que ella era Moisés. Sin embargo, hubo un cambio radical en su relación con esta condición divina. Aunque, como sucede con todo lo sobrenatural alrededor de los hermanos, el viraje pasó bastante desapercibido.
Hay que entender, primero, que el libertario atravesó distintas etapas en su conexión con el mundo sobrenatural. Es un vínculo místico que siempre estuvo presente, desde su infancia, latente, esperando que finalmente estallara. Al menos, esto es lo que Milei cree.
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De cualquier manera, está claro cuál fue el parteaguas en esta aventura mística. Está en la tapa de este libro.
Es un muerto, diría la canción, que no para de nacer, entre los jingles que la inventiva popular empezó a componerle, los carteles que aparecen en cada marcha callejera y las menciones que hace el propio Milei. Es que esta historia, la de él como presidente, la de los 45 millones de argentinos que hoy dependen de sus decisiones, no se puede entender sin la muerte de Conan en 2017. Esa fue la entrada formal de Milei al esoterismo.
Fue un desembarco casi obligado, forzado por el profundo impacto que le provocó la muerte de su perro y el reencuentro con la más honda soledad, ese agujero negro que lo persiguió desde niño y ante el que tenía como gran escudo el afecto que le daba su “hijo”. Sin embargo, todos los testimonios —tanto los suyos como los de su círculo íntimo— apuntan a que la desaparición física de Conan lo obligó a buscar una salida esotérica de emergencia. Una desesperada búsqueda para tapar el duelo y el dolor.
Con el paso del tiempo, su esoterismo se profundizó y pasó a ser lo que definiría el rumbo de su vida. Luego de la muerte del animal llegó el brujo Gustavo y la revelación sobre su verdadera identidad en otras vidas. Después transitó aquel 2020 tan difícil entre la pelea con su único gran amigo, Diego Giacomini, el encierro pandémico en la casa de la persona que más infeliz lo hizo y las muertes de su psicólogo y del perro Lucas.
En el medio, atravesó decenas de situaciones inexplicables. Una vez, mientras recorría una librería del centro porteño, habló con Ayn Rand, a pesar de que la célebre filósofa liberal lleva muerta más de cuarenta años. En tres oportunidades, el Uno lo llevó a presencia la resurrección de Cristo. Y, un día, los clones de su querido Conan comenzaron a darle consejos de filosofía y estrategia.
Hasta que se produjo lo más importante, el tercer giro en su conexión mística. En el último tramo de 2020, el Uno le encomendó una misión divina.
Ya desde antes de ese momento, cuando era un economista conocido en los medios, él mostraba una política consistente sobre su vínculo con el mundo sobrenatural. Lo divulgaba ante quien lo quisiera escuchar, francamente orgulloso, sabiendo que era algo que lo distinguía del resto de los mortales, pero siempre con una estricta condición: que nadie se atreviera a revelar su secreto. El miedo era que volviera a aparecer aquel apodo que tanto lo había perseguido durante toda su vida.
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Eso fue así hasta que llegó a ser electo diputado, incluso un tiempo después. Pero cuando Santiago Caputo empezó a cobrar más protagonismo dentro del armado y de la comunicación, su vínculo con lo sobrenatural empezó a cambiar. Y la presidencia fue el gran parteaguas.
Es probable que las historias y testimonios que se revelaron en El Loco hayan influido para generar tal cerco informativo. Para él significó una “traición” que esos datos hubieran salido de su círculo de confianza. Parte de los ataques a Perfil fueron motivados por las investigaciones sobre estos temas que publicamos en la revista Noticias de esa editorial. Incluso, el Gobierno llegó a modificar la Ley de Acceso Público a la Información para impedir que los periodistas siguieran preguntando sobre los perros y lo que pasa con ellos dentro de la residencia presidencial de Olivos, tema sobre el que se volverá más adelante.
Esa mano de hierro funciona también puertas adentro del propio espacio. Si el gran terror de la mayoría de los funcionarios y los miembros de La Libertad Avanza es ser atrapados hablando con un periodista, la suma de todos esos miedos es revelar algún detalle del mundo sobrenatural que rodea a los Milei. De hecho, varias de las fuentes que aportaron información en ese sentido para El Loco fueron rastreadas por la hermana y expulsadas del espacio.
La estrategia de Milei de ocultar sus creencias personales implica no volver a contar ninguna experiencia mística ni responder de nuevo sobre sus vínculos con sus perros, vivos y muertos, pero, en cambio, sí le empezó a dar un tono de confesionalidad y misión divina a su administración.
La misión divina dejó de ser personal para ser de su gobierno.
De allí que, desde que asumió la presidencia, profundizó sus referencias a las Fuerzas del Cielo. No ya como mención ocasional, sino como cierre de cada uno de sus discursos. Sin excepción.
Eso se desarrolló a medida que toda su narrativa se fue empapando de liturgia religiosa, central hoy en la construcción de su retórica. A veces, en un sentido más general (“los argentinos de bien” contra los del “mal”, los que “la ven” contra los que no). Otras, en uno muy específico, compartiendo fragmentos de la Torá, donde literalmente compara episodios de su mandato con lo que le sucedió a Moisés.
La impronta teológica que le imprimió a su gestión llegó al punto de que un grupo de los dirigentes más encumbrados del oficialismo, que responden a Santiago Caputo, denominaron su espacio como Las Fuerzas del Cielo. De pronto, el misticismo se convertía en una buena manera de escalar peldaños dentro del armado partidario.
Milei habrá entendido que, a partir de que asumió el poder el 10 de diciembre de 2023, su misión, la que le había encomendado el Uno, ya no era individual, sino una construcción colectiva. Todos los argentinos de bien, con él a la cabeza, en una lucha a muerte contra el mal.
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Uno de los hombres que piensa la comunicación del Gobierno y forma parte de su armado electoral se acomoda en el bar de un hotel coqueto, a siete cuadras de la Casa Rosada. Esta persona, con pasado en otras administraciones, trabaja ahí, pero prefiere caminar un rato antes que arriesgarse a ser visto hablando con un periodista. Como la gran mayoría de los funcionarios de La Libertad Avanza, ni siquiera acepta hablar a través del teléfono. Todo es en persona, a grabador apagado y bajo una estricta reserva.
La charla gira alrededor de cómo el oficialismo puso en el centro de su narrativa la cuestión religiosa. Cómo Milei pasó de estar convencido de ser un elegido de Dios a comandar un gobierno impregnado de liturgia religiosa. El hombre tiene algo bien terrenal que explica por qué el oficialismo se apoya en la convicción mística de Milei: estadísticas.
Muestra una encuesta de la Universidad Di Tella, de fines de enero de 2025. La matemática parece contundente. Milei registra mayor apoyo entre quienes cursaron educación secundaria, mientras que en 2024 el podio lo ocuparon, en varios meses, aquellos que solo llegaron hasta la primaria. “El relato místico suma porque ordena y empuja, aporta un elemento más para que gente que no está muy formada, el laburante promedio, apoye a Javier, conecte con él. Muchísimas personas en este país, de distintos estratos sociales, creen en el Gauchito Gil. Lo de las ‘Fuerzas del Cielo’ va en esa misma lógica”. Después baja otra carta, desde el otro lado de la biblioteca. Muestra una encuesta de Analogías, una consultora cercana al kirchnerismo, de los últimos días de 2024. Una de las preguntas que hacen es si el “sacrificio” del mal presente económico “vale la pena”. Por primera vez en ese año, la respuesta afirmativa pasó el 50 %. Para el oficialismo, es una prueba de que el libertario fue exitoso en la idea de adaptar a esta Argentina la lógica bíblica de que para llegar al paraíso primero hay que pasar cuarenta años en el desierto. De hecho, esa fue una referencia que el presidente usó en más de una oportunidad.
Esto permite entender el lugar central que tomó la teología en el discurso presidencial. Esa impronta ocurre de distintas maneras. Por un lado, está lo que hace y siente el propio Milei. Aquí no hay que buscar un cálculo fino. Cuando el presidente apela a la liturgia religiosa, lo hace porque está profundamente convencido, con la certeza con la que se cree un elegido de Dios. Aunque la mano de Santiago Caputo aparece en la mayoría de los discursos presidenciales, es el mesianismo de su jefe el que está primero, el motor que mueve al resto. Lo suyo es sustancia, no estrategia. Aunque después parte de la estrategia del oficialismo se monte sobre ello y lo retroalimente.
En este cruce es que llega la paradoja a la que se hacía referencia antes. Es que si bien Milei decidió usar toda la fuerza del Estado —del real y del paralelo, como los ejércitos de trolls— para ocultar su misticismo, su discurso exuda religiosidad. La aparición y expansión de la frase “las Fuerzas del Cielo” es un claro ejemplo.
La usó por primera vez en una entrevista en Diputados TV, el 29 de agosto de 2021. En la nota le habían preguntado si, teniendo en cuenta que su bloque era de solo dos diputados —él y Victoria Villarruel—, no temía quedarse “pregonando ideas en soledad”. “Es que no me importa que eso pase. En realidad, la victoria no viene de la cantidad de soldados que uno tiene, sino de las fuerzas que vienen del Cielo. Nosotros estamos con un enfoque moral”, contestó Milei, con un barbijo azul que le cubría la boca.
Como se ve, todavía no tenía estudiada a la perfección esa oración que sacó del libro de los Macabeos. Es una cita que hace referencia a una revuelta judía contra una invasión griega en el año 166 a. C, que le acercó el influencer Carlos Maslatón, quien por entonces aún era parte de su armado.
Sin embargo, la referencia no fue demasiado repetida por Milei en esos años. No la usó durante los actos de su primera campaña electoral ni en su presentación formal como candidato presidencial —en junio de 2022, en Gerli— ni en las recorridas por el mundo de la nueva derecha —en Brasil, en la Conferencia Política de Acción Conservadora (CPAC) o en España, en los eventos de VOX—. Sus seguidores tampoco se la habían apropiado: Daniel “el Gordo Dan” Parisini y Agustín Romo, los dos dirigentes libertarios que más influencia tienen en la construcción de narrativas digitales (previo al empoderamiento de Santiago Caputo), apenas la mencionaron en 2021 y 2022 (solo Dan lo hizo y en solo cuatro ocasiones). De hecho, cuando alguno de los militantes quería hacerse eco de esa frase siempre terminaba reproduciendo el mismo clip, uno donde Milei la recitaba en el programa de Viviana Canosa. Fue durante una nota en septiembre de 2021, la misma en la que rompió en llanto asegurando que su hermana es Moisés y él, Aarón, el hermano de esta figura bíblica.
Por el contrario, las frases que Milei más solía repetir, incluso para cerrar discursos, eran dos. Una en la que decía que no venía a “guiar corderos, sino a despertar leones”, y la otra era la cita de su “prócer”, Alberto Benegas Lynch hijo: “El liberalismo es el respeto irrestricto del proyecto de vida del prójimo, basado en el principio de no agresión, en defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad”. Pero a medida que se acercaba al poder, la idea de un movimiento horizontal y liberal, la máscara con la que ocultaba su misión divina, fue desapareciendo.
En 2023, la cita de los Macabeos comenzó a ganar presencia. El 12 de agosto —casi dos años exactos después de la primera vez que la utilizó— hizo su primer tuit con ella. Como todo en esta historia, no fue por casualidad. Aquella no era una fecha más. “¿A qué hora votamos mañana los integrantes de las Fuerzas del Cielo?”. Un día después, contra cualquier pronóstico, iba a salir primero en las elecciones primarias. ¿Milei esperó hasta ese momento límite para convertir a las Fuerzas del Cielo en su gran bandera? ¿Fue parte del plan digitado por el Uno? ¿Aguardó hasta el último minuto para empezar a mostrar su verdadero rostro místico?
Lo que está claro es que aquel tuit fue el primer gran parteaguas en la apropiación de la frase. Desde entonces, se convirtió casi en el eslogan de la campaña, y sus seguidores más fieles empezaron a autopercibirse como parte de ese grupo, idea que se vio replicada en las redes y también en el merchandising. En el acto de cierre de campaña en el Movistar Arena, el 18 de octubre, había decenas de gorras con esa leyenda. En ese último tramo del año electoral, Karina Milei, Carolina Píparo, Daniel Parisini, Diana Mondino, Ramiro Marra, Lilia Lemoine, “Bertie” Benegas Lynch, Jair y Eduardo Bolsonaro, Agustín Romo, Alejandro Fantino, entre otros, lucieron esa gorra.
El 9 de noviembre de 2023, diez días antes del ballotage que lo convirtió en presidente, Milei la usó por primera vez en un acto frente a cientos de militantes. Fue en la ciudad de Mendoza: “Venimos a aplastar al socialismo con las Fuerzas del Cielo. No importa cuán difícil parezca la batalla: las Fuerzas del Cielo siempre se van a imponer”.
Sin embargo, el gran quiebre en esta historia no podía ser otro que aquel que le había sido anunciado por Dios tres años antes, el momento exacto en el que se cumplió la profecía: el 10 de diciembre de 2023, el día en el que se convirtió en presidente.
El discurso de asunción, que pronunció de espaldas al Congreso, está plagado de referencias religiosas. “Hoy comienza una nueva era en la Argentina, la reconstrucción”; “un faro de luz para toda la humanidad”; “habrá luz al final del camino”; “es el punto de quiebre en nuestra historia”; “un nuevo contrato social”; “cada vez que creemos que nuestra capacidad para superar desafíos ha sido alcanzada, miramos el cielo y recordamos que esa capacidad bien podría ser ilimitada”. El clímax místico llegó al final. “No es casualidad que esta inauguración presidencial ocurra durante la fiesta de Janucá, la fiesta de la luz”, dijo en referencia a esa festividad judía y ante una plaza del Congreso a medio llenar el hombre que no cree en el libre albedrío, que piensa que la historia es nada más que el desarrollo de una obra escrita por un ser superior. Y agregó:
—En Janucá, se celebra la verdadera esencia de la libertad. La guerra de los macabeos es el símbolo del triunfo de los débiles por sobre los poderosos, de los pocos por sobre los muchos, de la luz por sobre la oscuridad y, sobre todas las cosas, de la verdad por sobre la mentira. Recuerdo cuando en una entrevista me habían dicho: “Pero si ustedes son dos contra 257, no van a poder hacer nada”. Y también recuerdo que ese día la respuesta fue una cita del libro de Macabeos 3, 19, que dice que la victoria en la batalla no depende de la cantidad de soldados, sino de las fuerzas que vienen del cielo. Por lo tanto, Dios bendiga a los argentinos y que las Fuerzas del Cielo nos acompañen en este desafío. Muchas gracias.