Crónica

Elecciones en Boca


El 17 de octubre de Riquelme

Macri movió todos los resortes del poder para judicializar las elecciones más politizadas de la historia de Boca. Lo mueve un objetivo, quiere esperar al cambio de autoridades del gobierno nacional, intervenir el club, controlar los padrones para tener una elección a su medida y cumplir un viejo capricho: convertir a Boca y al resto de los clubes en sociedades anónimas deportivas. La embestida contra la candidatura de Riquelme logró no sólo que 35 mil hinchas se volcaran a las calles en señal de lealtad, sino que el ídolo marchara junto a ellos. Sin fecha para los comicios, y en medio de la incertidumbre, Román tiene la certeza de que no camina solo.

Jueves 30 de noviembre. Juzgado Civil n°11 de la Capital Federal. Sexto piso. La jueza Alejandra Abrevaya se levantó de su escritorio e invitó a las partes a acomodarse en un living contiguo. Hacía tres horas que el mundo Boca estaba en vilo. Lxs socixs del club de todo el país, pasaje en mano, detonaban los grupos de WhatsApp de los dirigentes: “Y, ¿qué hacemos?”, “¿se vota?”, “¿viajamos o no viajamos?”.

La audiencia tenía como objetivo conciliar y encontrar puentes entre oficialismo y oposición a tres días de la fecha pautada para las elecciones. Durante casi tres horas el oficialismo intentó, con distintas propuestas, que se llevaran a cabo. Finalmente encontraron un resquicio para encontrar un punto de acuerdo:

—Si verdaderamente quieren que el domingo haya elecciones pongan un perito ustedes, zanjemos las diferencias del padrón y cerremos esto.

La iniciativa tomó a la oposición por sorpresa y, al parecer, los dejaba sin escapatoria.

—Nos ponemos en contacto y el viernes aportamos el perito —se comprometieron.

En Boca, a pesar del escepticismo, vieron una luz democrática en medio de la oscuridad. Horas después, un tuit de Andrés Ibarra —candidato opositor— diluyó la esperanza.

La decisión ya estaba tomada, no habría elecciones. La orden venía del jefe en la cadena de mando: Mauricio Macri.

***

Las sensaciones y los estímulos que recibía el hincha de Boca de cara a las urnas convertían a las elecciones en una incógnita: la derrota en la final de la Copa Libertadores ante Fluminense (y la exclusión en la participación de la edición 2024), la caída en semifinales de Copa Argentina ante Estudiantes, el advenimiento intempestivo de Mauricio Macri para unirse a la fórmula de Andrés Ibarra en la campaña sumado al triunfo electoral de su flamante socio, Javier Milei, como presidente de la Nación.

Tal vez, por estas razones y advertido por este contexto, Riquelme, tiempista por naturaleza, repitió estratégicamente que era “la elección más fácil de la historia” con el objetivo de neutralizar, a priori, uno de los principales activos de Macri: la inducción del enojo coyuntural para captar el voto.

Un negrito empleado de Don Torcuato volvía a desafiar en una contienda electoral a uno de los hombres más ricos y poderosos del país, que se subió a lista opositora con las preseas de haber obtenido el 84% de los votos en 1999 y mantener la hegemonía del club durante un cuarto de siglo hasta que cayó en 2019, precisamente, por obra y arte de Román. 

El plebiscito estaba pautado originalmente para el sábado 2 de diciembre y definía con claridad la continuidad de un modelo institucional de Club Atlético o el retorno de un club elitista que sería llevado a ser una Sociedad Anónima Deportiva. La expansión de ese modelo mercantil es un histórico capricho de Macri desde su arribo a Boca porque, para él, “un poderoso club de fútbol es, en más de un sentido, un pequeño país”.

27 años después de su primer conflicto con Macri, Román se ilusionaba con convertirse en el nuevo presidente. Tenía ventaja en las encuestas pero, sobre todas las cosas, mantenía de su lado el amor y el respaldo de muchos hinchas.

Pero pasaron cosas. Una serie de bombazos judiciales a pedido de Macri rompió la actividad democrática del club y lograron frenar los comicios. 

11 años atrás, ante la pregunta sobre si le gustaría ser presidente de Boca, el profeta Riquelme respondió lacónico:

—No me van a dejar. 

El tiempo le dio la razón.

Fango

La postergación de estas elecciones en Boca fue parte de un engranaje de poder que comenzó el día después de que Riquelme se consagrara vicepresidente en 2019. 

Para estas elecciones Macri reclutó a los “puros”, muchos con pasado en Sociedades Macri (SOCMA) y jugadores del poder multisectorial. En su lista, a Andrés Ibarra —exministro de Modernización de la Nación y coautor del libro Pasión y gestión. Claves del ciclo Macri en Boca— lo acompañaron Francisco Quintana, presidente del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires; Javier Medín, vicepresidente de la Comisión Normalizadora que intervino la AFA en 2017 tras el 38 a 38; Daniel Artana, hombre de Angelici, integrante del Comité de Disciplina y partícipe del contrato de TV con Fox y Turner; Sebastián Mautone, vicepresidente de Casino Victoria, director de Atlántica Juegos e hijo de Daniel, socio histórico de Angelici en el mundo del juego; Raúl Oscar Ríos, exresponsable de la Agencia Gubernamental de Control del Gobierno de la Ciudad, que en ejercicio de sus funciones fue a votar contra la renovación del contrato de Jotaerre el mismo día que se había producido un derrumbe en un gimnasio de Villa Urquiza. Vínculos y operadores con influencia en el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, la justicia porteña, la recaudación, el juego y los medios de comunicación. Todos al servicio del retorno de Macri.

Mauricio planteó una campaña al estilo siciliano, sin fronteras entre lo político y lo personal. La familia Riquelme fue un blanco durante todo el proceso electoral: su hijo Agustín fue citado por la justicia y allanaron el domicilio de su hermano Chanchi. Macri no vaciló en atacar al hermano de Román el día del lanzamiento de la candidatura junto a Andrés Ibarra en las coquetas y ostentosas oficinas de Puerto Madero: 

—No sabemos quién es. Nadie lo votó, pero maneja el club a su antojo. Y eso no está bien.

Riquelme denunció que esas palabras estaban acompañadas de prácticas con tufillo mafioso: contó que en Brasil, un auto blanco de civil lo siguió a su hermano. Sorprendido por las declaraciones, le preguntaron si esa persecución tenía como objetivo final que el 10 se bajase de la contienda electoral. Román, en un homenaje lingüístico a Maradona, invocó a su madre:

—La María me mata, me deja de hablar si me bajo. Hay que ser honesto en la vida y así me voy a morir. Sé que por ser sincero siempre pasas a ser raro, pero se siente de maravillas poder mirar a la cara a todo el mundo y manejarse libremente. El escudo de este club y mi familia están casi a la par.

No se trató solo de demonizar la figura de Riquelme. Macri avanzó en varios frentes. A los ataques contra su familia le sumó un correlato en la articulación político-judicial en manos de jueces y fiscales. En tándem con Daniel Angelici, jefe de esta campaña desde las sombras, operaron a cielo abierto en la justicia para entorpecer la campaña. 

En el mundo Boca cosechó celebridad el nombre de la fiscal Celsa Ramírez, que responde a Juan Bautista Mahiques, fiscal general de esa jurisdicción, un hombre muy cercano al Tano. Ramírez, con un importante historial en la persecución a metrodelegados, un uso irregular de la inteligencia contra trabajadores ambulantes y desalojos a cientos de familias en épocas en las que Mauricio era jefe de gobierno porteño, eligió a Boca como el blanco de sus investigaciones. Durante el año electoral clausuró intempestivamente la Bombonera por cuestiones de incumplimiento del aforo, suspendió “La previa de Irala”, un punto de encuentro popular de hinchas de Boca, y ordenó tres allanamientos al club.

Las maniobras judiciales no dieron respiro. El juez Ricardo Baldomar y el fiscal Diego Espada, que atiende en la causa del nuevo incendio de Iron Mountain, dieron lugar a una denuncia de la DAIA que pidió la postergación de la fecha de la elección, establecida originalmente para el 2 de diciembre, bajo el argumento de que lxs socixs judíxs no podrían participar por la celebración religiosa del Shabat. El escándalo no tardó en exponer la maniobra: al menos 6 de los 8 firmantes de la misiva se enteraron por los medios que habían utilizado sus nombres sin haber prestado consentimiento. Un detalle expuso la planificación: cuando las boletas para la votación llegaron al club, las del oficialismo tenían la fecha original y las de la oposición ya tenían impreso el 3 de diciembre.

Finalmente, la gestión actual accedió a mudar la fecha para que las elecciones se llevaran a cabo. La decisión fue efímera, porque cinco días antes y con todas las carpas armadas en el campo de juego para celebrar los comicios, otro bombazo judicial dio lugar al pedido de la oposición y suspendió la votación “por irregularidades y anomalías en el padrón de socios”.

El padrón del mal

Inmediatamente, el club publicó un comunicado mostrando los números: entre 2012 y diciembre de 2019, bajo la presidencia de Angelici, la cantidad de socixs activxs pasó de 63.650 a 115.123, incrementándose en más de 51.473 socixs. Para estas elecciones Boca había habilitado un padrón de 114.665, menor cantidad que en diciembre de 2019.

La denuncia era otro paso más de la estrategia judicial de Javier Medin. Sobre esa misiva se nutrió Alejandra Abrevaya, la jueza que firmó, a la 1:40 de la madrugada, el fallo tan deseado por la lista opositora: las elecciones se postergaban y se convocaba a una audiencia conciliatoria.

—Un montón de socios que habían sido incorporados en otra gestión y que no habían cumplido con los requisitos del estatuto ya habían votado y la justicia permitió su derecho a voto —dice Sebastían Rodríguez, hombre a cargo de la comisión electoral del club y partícipe de la audiencia por parte del oficialismo.

Desde la lista de Ibarra se acusó al oficialismo de “truchar el padrón electoral” y denunciaron, a su vez, que había un universo de alrededor de 13.364 socixs que habían sido habilitadxs de manera irregular, cuestión que fue descartada de plano por los dirigentes de Boca:

—Boca incorporó 3.786 socios de manera activa desde el año 2020 y tienen su derecho a voto porque se incorporaron reglamentariamente y respetando la prioridad de acceso. De hecho, de esos 13 mil socios, hubo 6.982 socios adherentes que se incorporaron durante la presidencia de Angelici y en otras gestiones. Hubo transparencia absoluta, en la depuración del padrón participaron todos y los registros de socios están disponibles.

Ya en 2008, Claudio Giardino, uno de los defensores del movimiento De la Bombonera no nos vamos, había denunciado las prácticas antidemocráticas como un modus operandi de la gestión del macrismo:

—Yo impugné ante la IGJ [Inspección General de Justicia] que había socios que no podían justificar cómo lo eran. Había pruebas contundentes, pero dejaron de lado mi denuncia. Eso fue la gestión de Pompilio en 2008. En octubre de 2009 se reabrió la posibilidad de asociarse. Se sumaron 15 mil socios y muchos no eran hinchas de Boca. Fue gente que la asociaron para votar y luego del acto eleccionario entregaron el carné.

Giardino hacía referencia, además, a un hecho que derivó en una causa sobre el uso de carnet de socios para otros menesteres. Según la investigación del juez de instrucción Manuel De Campos eran carnés truchos. 

El padrón tuvo una curva de crecimiento de 12 mil socixs activxs a 114 mil en 28 años, de los cuales un mismo signo político gobernó 24. Hoy los cuestionamientos de la Justicia apuntan sólo a los últimos 4.

—La justicia no explica cómo hicieron las dos gestiones anteriores para asociar a 51.473 personas. Cuando se lo pregunté a la jueza —precisa Ricardo Rosica— la magistrada me respondió: “No sé, no está en mi expediente”.

A la jueza le hubiera bastado con ver las redes sociales para indagar sobre un universo de ingresos que el propio Angelici posteó como un hito de gestión y en la que mostró que la evolución de la incorporación de socios activos entre 2012 y 2019 mutó de 63.650 a 115.123. Quizás no lo hizo porque entre los beneficiados estaba Sergio, su hermano, radical y de vínculos estrechos con el PRO. A Rosica, también mano derecha de Riquelme, lo sorprendió la sucesión de errores y el nivel de desconocimiento de Abrevaya:

—La jueza obvió el expediente vinculante y no tomó el precedente de 2019. Ahí habíamos planteado irregularidades del padrón pero jamás pedimos la suspensión de las elecciones porque creemos en el derecho a votar de los socios.

—El estatuto establece que si transcurre un año desde la designación de una persona como socia activa y no se impugna esa designación, adquiere la plena condición. Nunca nadie ha iniciado una acción judicial impugnándolos —dice Walter Krieger, apoderado del club.

Para el oficialismo, lo que está detrás de estas maniobras es el objetivo de postergar los comicios para que asuma Javier Milei, hacerse del control de la IGJ, depurar el padrón y obtener el tiempo suficiente como para intervenir el club o conseguir una coyuntura favorable para obtener la victoria. 

—Es llamativa la alineación de las justicia civil y penal tanto de la Ciudad como de la Nación. Aunque muy lenta para resolver los problemas de cualquier argentino, acá pudo acelerar a toda velocidad para judicializar las elecciones en Boca —reflexionó un avezado intérprete de los movimientos judiciales.

Pocos recuerdan que este tipo de maniobras tiene sus antecedentes. Cuando Macri gobernó el club estableció que las listas que compitieran electoralmente debían contar con el respaldo de avales económicos de un capital mayor o igual al 20% del patrimonio de la institución. Bajo ese ardid se aseguró que el club fuese conducido por dirigentes económicamente poderosos. En consecuencia, desde 1999 a 2007 ningún dirigente opositor que no fuese de extracción macrista logró reunir los avales y presentarse a elecciones hasta que el ingeniero se mudó a la jefatura porteña en 2008, desde donde continuó controlando el club, primero a través de Pedro Pompilio y luego de la mano del binguero Angelici.

No Román, no cry

El mismo martes que suspendieron las elecciones se organizó, de inmediato, un banderazo como un acto comunicativo de celebración y resistencia, en la que una multitud de hinchas se acercó a la puerta de Brandsen 805 y pidió por su derecho a elegir. Un hincha peronizó la movida:

—Este es el 17 de octubre de Riquelme.

Lo más parecido a esa imagen fue el banderazo convocado en el 76° aniversario de la Bombonera, en mayo de 2016, cuando miles de hinchas se concentraron en la puerta del club con el objetivo de defender el estadio y resistir al modelo del estadio-shopping que la gestión de Angelici pretendía llevar adelante.

Román convocó a una conferencia de prensa y pidió, con lágrimas de emoción en los ojos, que dejen votar a lxs socixs del club: 

—Esto va más allá de Riquelme. Se metieron con lo más sagrado, que son los hinchas. Creen que tienen el poder de dar órdenes, pero el verdadero poder es que la gente te quiera.

Las palabras del máximo ídolo de la historia de Boca trascendieron la camiseta. Hinchas de todos los clubes le manifestaron su apoyo en redes sociales porque reconocieron el valor de pararse ante el poder. Otrxs lo ven como una forma de dar batalla en la política nacional: Boca como el último bastión de resistencia.

Afuera del estadio, la pirotecnia marcaba el calor de la lealtad riquelmista. El fervor popular que la gente supo darle cuando fue a votar en 2019 estaba intacto. Román terminó la conferencia y fue a saludar a lxs hinchas. Entre el humo de las bengalas, la oscuridad de la noche y la muchedumbre enloquecida, el ídolo del club se mezcló con su pueblo y se perdió en medio de una marea humana entre abrazos y sonrisas.

La casta del cartonero

Si de acuerdos centrales para quedarse con el club se trata, el más peculiar tuvo que ver con la extensión de la alianza de Macri con el presidente electo que incluyó un tuit del propio Milei inmediatamente después de la auto-postulación como DT de Martín Palermo. Milei, que en 2001 compró a 400 dólares su lugar como uno de los 3 mil socios fundadores del Museo de la Pasión Boquense, tuiteó:

—Cuando Martín Palermo se retiró del fútbol en cancha de Boca, mi tristeza fue tan grande que ya nunca más volví a la Bombonera. Si ahora vuelve como DT, me da unas ganas locas de volver...

La sintonía en la estrategia con Macri venía aceitada desde hacía tiempo, cuando el libertario señaló que dejó de ser hincha de Boca el día que repatriaron a “Riquelme para robar” y que se alejó debido a “tanto populismo”. Pocos días antes de asumir y en medio del armado del gabinete nacional, Milei volvió a involucrarse en la campaña reposteando un tuit que dice que el mayor ídolo de la historia de Boca es Palermo.

Las jugadas tenían un anclaje en el club a través de Ramiro Marra, excandidato a jefe de gobierno porteño, y de Edgardo Alifraco, diputado electo por La Libertad Avanza y referente de la agrupación SuperBoca (liderada históricamente por Orlando Salvestrini, exgerente de SOCMA con pasado como tesorero del club y uno de los destinatarios del Topo Gigio). Ambos se sumaron al sprint final de la campaña como lobistas del macrimileísmo en el club.

A estos acuerdos, Macri le sumó la promesa de conseguir los dólares para un estadio nuevo luego de viajar a ver el Gran Premio de Abu Dhabi de la Fórmula 1 y difundir una foto junto a Mohamed bin Zayed Al Nahyan, presidente de los Emiratos Árabes Unidos. El jeque es el hermano de Mansour bin Zayed Al Nahyan, dueño del City Football Group, un conglomerado de clubes convertidos en SAD que incluye, entre otros, al Manchester City.

A su regreso, en una entrevista con TNT Sports, Mauricio confesó que “para quedar bien con su amigo árabe”, Riquelme debió haber traído al 9 qatarí para que juegue “algún partido en Boca” y, a cambio, darle continuidad al vínculo con Qatar Airways como patrocinador en la camiseta de Boca.

Riquelme había develado ese pedido en una entrevista días antes:

—Macri me dijo que si no traíamos al nueve de Qatar se iba a complicar seguir teniendo el sponsor en la camiseta. Nosotros amamos al club y respetamos al nueve de Qatar. Me gusta el fútbol, pero no sé quién es. Después de eso nos quedamos sin el auspiciante. 

Día de la Lealtad

Domingo 3 de diciembre. En una línea paralela del multiverso Boca es día de elecciones. Llueve pero a lxs hinchas xeneizes parece no importarles. No se intimidan ni por el clima ni por los camiones de la policía que rodean la zona. Miles de hinchas se acercan al punto de encuentro. Cerveza fría, fernet en botella cortada y equipos de mate.El cruce de las avenidas Patricios y Martín García ya está cortado por las distintas filiales y peñas de todo el país: Ramallo, San Miguel, Santa Clara, Quilmes, Garín, Baradero, Ensenada, La Plata, Lanús, Don Torcuato, San Fernando, Brandsen, Ituzaingó, Berazategui, Zárate, Santa Fe. “El norte presente, el club será hoy y siempre de los socios”, dice una bandera. El tumulto de gente se encolumna. Entre saltos y bengalas se entona las estrofas de una canción inédita:

Esta lluvia de mierda no quiere parar.
Esta lluvia de mierda no quiere parar.
Es Mauricio que no para de llorar.

La medida no sólo hizo que los hinchas se volcaran a las calles sino que Riquelme, como uno más, se sumara a la movilización. Niñas y niños en los hombros de sus familiares están expectantes por su llegada. 35 mil personas caminan como en una procesión pagana. Adelante, los bombos de La Doce marcan el paso. Román, entre su gente y con conjunto deportivo de Boca, camina y canta eufórico que tiene miedo, que Macri tiene miedo. También se agarra el escudo de su campera y agita con la hinchada:

Yo soy bostero,
es un sentimiento.
No puedo parar.

A lo lejos, otra bandera: “La mafia tiene miedo”. El pueblo bostero, organizado y autoconvocado, marcó un límite de tolerancia a la manipulación de la justicia. Se corea que con Boca no se jode. Entre abrazos y reencuentros, un halo de esperanza, una demostración de fuerza en un contexto oscuro. Sobre Almirante Brown, vecinos y vecinas se asoman y saludan desde los balcones de los departamentos. Una mujer revolea su camiseta de Boca desde lo alto. En una esquina un joven muestra su camiseta con el nombre María en el dorsal. Dice que es por la madre de Román. Los medios se acercan a la avenida y los drones recorren la zona. La imagen aérea capta a Riquelme rodeado por una multitud de hinchas y militantes. Algunos, más osados, se trepan y caminan sobre los techos del metrobus. Lo celebran, buscan estar cerca y hacerle llegar su respaldo.

Times New Román

18:30, la calle empieza a despejarse, sale el sol. Los rayos resaltan los colores de la Bombonera en el atardecer porteño. Una bandera con el 10 en la espalda dice mi único héroe en este lío. “Parece que sale Román”, comentan. La gente se inquieta, quiere que hable su dirigente. Buscan arrimarse para escucharlo. Otrxs se trepan a los alambrados. Riquelme se sube a un escenario improvisado. Muchos estiran sus cuellos para ver al máximo ídolo de Boca.

—Macri busca intervenir el club. El campo de juego es de todos ustedes y no podemos dejar que lo intervengan. El club es de todos los hinchas —suelta, disfónico, Riquelme.

En el fondo, hinchas imposibilitados a escuchar a Román por los parlantes se reúnen en pequeños grupos para seguir la transmisión por sus celulares. Habló el líder. Es la pauta para empezar a desconcentrar. Mientras algunxs empiezan el retorno a sus casas, otrxs siguen cantando al calor de un día histórico. Los bombos y los redoblantes acompañan las letras de los cánticos de agrupaciones como Boca es Pueblo, una de las protagonistas del banderazo, y organizaciones que desde hace más de 10 años militan en el barrio de La Boca y en el club, trabajando por comprometer a la comunidad xeneize a movilizarse por sus derechos, más allá del fútbol masculino.

—Uno de los días más felices como hincha —dice un socio mientras se aleja de la Bombonera—. Hay que disfrutar la democracia que todavía tenemos porque después del 10 de diciembre no sé qué va a pasar. 

Como pasó con otrxs tantxs dirigentes que supieron estar del lado del pueblo, la movilización autoconvocada, dispuesta a luchar por su club, supo mostrar lealtad a quien hoy está disputando el poder. El martes la justicia deberá ponerle una fecha a los comicios en el club. En medio de la incertidumbre Román tiene la certeza de que no camina solo.