“Tiene acento centroamericano” decían cuando lo escuchaban hablar a Santiago Cichero a sus cinco años. Es que el pequeños porteño acaba de volver de un viaje a Nueva York, donde había vivido más de la mitad de su vida.

Hijo de fotógrafos, cuando entró por primera vez a un departamento de fotografía le encantó todo: el perfume de los químicos del laboratorio, la película revelada por el piso, carretes vacíos, un señor durmiendo en un sillón mientras el resto discutía y otros reían. De todas maneras, mientras comenzaba a dedicarse de lleno a la profesión intentó con las carreras de Imagen y Sonido de la UBA, y Sociología. Abandonó las dos.

Siempre reclamado por los periodistas de Perfil para que sea el compañero de sus notas, trabajó casi 9 años en aquella redacción. Después se pasó al trabajo freelance para distintos diarios y revistas.

Se mudó 12 veces a lo largo de su vida.

Tiene un hijo que se acuesta tarde como él. Espera no herede la misma dificultad para dormirse.