Comunidad Anfibia


El bicho académico ante los cambios sociales

En “El mundo entero como un lugar extraño”, recientemente editado por Gedisa, el antropólogo Néstor García Canclini reflexiona sobre un presente regional en constante transformación. Salvador Marinaro, alumno del IDAES y miembro de la comunidad anfibia, reseña una lúcida compilación de ensayos que indaga sobre las innovaciones de la comunicación en redes digitales, la formación de un mercado académico transnacional en América Latina y la precarización laboral.

TapaCanclini

 

Por: Salvador Marinaro (Comunidad Anfibia)

 

Extraño, extranjero, extrañar. Cada una de estas palabras reconoce el sentido de una ausencia: quizás la falta de un ser amado, del lugar de origen; o tal vez, al contrario, la presencia de un rasgo físico, una identidad o un tono de voz que nos marca como “distintos”. El extranjero suele serlo en todas partes, es una experiencia habitual no sentirse propio de ningún lado, ni de aquí ni de allá. Los estudios de migraciones y fronteras mostraron las redes de los migrantes, la trama de la partida y la recepción, pero sobre todo el enrarecimiento de los límites de los Estados, rígidos y permeables al mismo tiempo, que autorizan el cruce pero amurallan los derechos y jerarquizan la procedencia. El mundo se ha vuelto más interconectado pero no menos estricto con estas conexiones: las grandes metáforas sobre internet (la “red”), las culturas en contacto, los vuelos con  frecuencias diarias entre las ciudades más pobladas están unidos a la vigilancia y la estigmatización de lo distinto. ¿Qué sucede cuando el mundo cambia alrededor nuestro y ya no somos parte de ningún sitio? ¿Cómo actúan las personas cuyas forma de actuar y entender la realidad se han vuelto inútiles ante los cambios laborales y sociales? ¿Qué tipo de cultura se consume en estas circunstancias? ¿Y cuál es el rol del conocimiento cuando su objeto cambia rápidamente?

 

El antropólogo Néstor García Canclini trabajó por muchos años el cruce de las culturas: el campo en las ciudades, lo popular en lo masivo, lo barrial y lo originario. Él mismo se define como un ser extraño, un argenmex, argentino en México. La trama del exilio, sus estudios en Francia y la internacionalización de sus aportes contribuyeron a la noción de lo híbrido, mencionada varias veces en su obra. En su nuevo libro El mundo entero como un lugar extraño, recientemente editado por Gedisa, se presentan las meditaciones de un investigador social frente a los cambios del mundo contemporáneo: la precarización laboral, las modificaciones en la lecto-escritura aparejadas a los medios digitales y la formación de un mercado académico transnacional en América Latina. Recorre los paisajes cambiantes del mundo contemporáneo con un lenguaje sencillo y una mirada que no deja de estar sorprendida.

 

A través de entrevistas, pequeños artículos y relatos se mencionan los fenómenos de la realidad social que motivan un cambio de perspectiva, como así también las dificultades del campo académico: elegir un tema de tesis, un marco teórico, las relaciones tutor/doctorando y el mercado de congresistas y ponentes. ¿Cuáles son las tareas de las ciencias sociales ante el cambio?

 

En una de sus páginas, el autor confiesa odiar “las recopilaciones de artículos de diarios y entrevistas”, rechazar conferencias magistrales y sentirse extraño en los congresos. Este libro es su respuesta a la especialización de los campos, un manual de la dispersión del pensamiento intelectual-académico entre fenómenos diversos.

 

Con retazos de su propia experiencia de investigación, García Canclini expone su ignorancia frente a los problemas de los empleos juveniles y las nuevas formas de asociación de los creativos. En la expresión de la ignorancia reside su estrategia intelectual. Como en todo tema de tesis, a través de un paso y contrapaso se va construyendo una pregunta que nunca terminará por responderse, la tarea del investigador es enrarecer lo quieto. ” ¿Qué cambió desde que comenzaste a trabajar en ciencias sociales?” le consulta una de las periodistas y el antropólogo responde: “Las preguntas”.

 

 

La bestia equidistante: Internet y la lectura

 

 

García Canclini observa que las modificaciones en las relaciones sociales llevan consigo las limitaciones de las mismas ciencias para medirlas. El mercado laboral se ha enrarecido, se han desarrollado nuevas formas de trabajo informal y los medios digitales implican una dinámica cultural que no se traduce solamente en la oposición acceso/exclusión.

 

Como director de un grupo de investigadores interdisciplinario (antropólogos, sociólogos, historiadores del arte y economistas) contratados por la Fundación Telefónica, atendió a los modos de producción y consumo cultural de los jóvenes en las redes sociales. Los resultados arrojaron la necesidad de pensar los límites de las herramientas disponibles para investigar la reacción de los jóvenes creativos ante un mercado fuertemente precarizado.

 

Tramaban contactos y nuevos lazos, a través de los medios digitales, que por vía indirecta significaban casi la totalidad de sus ganancias. Los resultados fueron posibles gracias a una mirada interdisciplinaria que no sólo indicara cuánto ganaban o cuánto tiempo invertían frente a una computadora, sino también, notar las redes de contactos y la manera de difundir sus productos culturales. Esta dinámica aportó elementos para nuevas formas de pertenencia y extranjería, como así también otra forma de leer.

 

Si bien Internet ha cambiado la circulación de los productos culturales, García Canclini observa una resistencia de los cientistas sociales para reconocerlo: ¿Por qué la lectura en la pantalla no es tenida en cuenta por los ministerios de Cultura en Iberoamérica? ¿Qué tipo de lectura construyen? Se escriben millones de mails todos los días, se leen otros tantos, una noticia lleva a otra y miles de revistas digitales crecen y proliferan. La dispersión de los textos es enorme, sin embargo se afirma públicamente que la lectura ha disminuido.

 

Los discursos paternales sobre la lectura en los jóvenes, “el nene no me lee” y desde la institución escolar, “cada vez leen menos y peor”, dejan de lado los enormes fenómenos editoriales que movilizan millones de ejemplares en los mercados de literatura infanto-juvenil. Más aún, estos fenómenos dejan más interrogantes que deben ser atendidos: ¿Cómo se lee? ¿Qué tipos de asociaciones construyen los lectores (blogs, redes de lectura)?

 

Internet es la bestia multiforme que hace meditar al autor sobre las nuevas formas de literatura, difusión cultural y asociación, pero también es el espacio de lo contradictorio: “¿Por qué no cuentas cómo era tu aprensión ante internet en el comienzo?” le pregunta el entrevistador. La estrategia de contradecir la figura del investigador sin biografía ni dificultades se asientan en la falta de respuestas, en las preguntas como movilizadoras de la curiosidad científica.

 

Montañas de papers: la transnacionalización del investigador

 

Un estudiante de la ciudad argentina de La Plata lleva más de dos años con una beca de doctorado y todavía no tiene un tema de tesis bien definido. Su tutor, por simpatía o mejor aún porque su discípulo lo ayuda en la organización de los congresos y jornadas, le consigue una prórroga. El estudiante escucha una conferencia de inauguración y piensa en el mundo académico, en la distribución del prestigio, en los viajes, las formas de escribir un paper y exponerlo, las relaciones, los saludos, las simpatías. Se da cuenta que quiere estudiarlos, estudiar las relaciones que hay entre los ponentes de un congreso, entre las conferencias de inauguración y de cierre, qué tópicos se construyen, cómo se relacionan las estrategias de poder, el capital intelectual, el prestigio adquirido. El relato del joven en busca y desarrollo de su tema de tesis abre el segundo tópico del libro de García Canclini, el mundo académico como un lugar extraño.

 

En una investigación clásica de Pierre Bourdieu se muestran las estrategias de distinción y reproducción del mundo universitario, marcado por la búsqueda del prestigio y el reconocimiento. El sociólogo francés observó que la universidad es un campo de lucha donde se juegan valores como la pertenencia y la jerarquía. Las ciencias sociales no se escapan de estas afirmaciones; más aún, mantienen una mala costumbre: analizar la realidad social externa sin verse a sí mismas (al fin y al cabo, Bourdieu siempre afirmó que Homo Academicus era su libro más “controversial”).

 

El joven platense observa que las conferencias de apertura y cierre suelen ser pronunciadas por alguna figura relevante del campo, pero mantienen diferencias en torno al prestigio.  Entre estos dos polos suelen haber mesas simultáneas, paneles e incluso afiches pegados en las paredes que exponen resultados de tesis e investigaciones. Es imposible seguir todas las charlas en paralelo: uno debe elegir, en base a áreas de interés y cercanía con los ponencistas o coordinadores. García Canclini afirmó en un medio venezolano que “las ciencias sociales no avanzaban en los congresos” e inmediatamente generó un gran rechazo en el congreso que lo había invitado. Las ciencias sociales, podría decir, avanzan por el contacto.

 

A lo largo de las últimas décadas, la formación de un mercado internacional de congresos, revistas científicas, becas, estadías de investigación ayudó a concretar un mercado intelectual académico (semi)desarrollado en América Latina. Mercado en el cual las ciencias sociales se instalaron de un modo subsidiario, pero con un conjunto de ritos muy rígidos. La igualdad supuesta en los congresos y jornadas está desde el principio cuestionada: los títulos universitarios alteran los nombres “Lic.”, “Mg.”, “Doc.”, hasta el absurdo “Post-Doc”. La investigación se presenta como una tarea constante que pone en ejercicio las capacidades del investigador de cuestionar las certezas imaginadas, incluso en los campos de producción y desarrollo de ese conocimiento.

 

En las primeras páginas del libro se menciona la reticencia del autor frente a la idea de ponente como poseedor de una verdad que va a instalar en la comunidad científica. Desde hace unos años, la ponencia y el artículo académico se han constituido en la producción principal del investigador, por lo menos numéricamente. En este aspecto es donde se observa el juego más claro del autor, optar y arengar por el ensayo en contraposición del paper.

 

A partir de los años sesenta la institucionalización de la sociología, en la Argentina de la mano de Gino Germani, echó por tierra el ensayo especulativo, sobre todo aquellos intentos de rastrear una identidad nacional como las obras de Ezequiel Martínez Estrada y Eduardo Mallea. Las críticas sobre la falta de una metodología rigurosa y la posición del ensayista como un autor iluminado que sin trabajo empírico podía afirmar cuestiones generales sobre la historia social, estaban más o menos fundadas. Pero, en los últimos años, el paper ocupó la centralidad de la producción académica sin mucha cautela. El paper, evidentemente construido para los fines universitarios, tiene una distribución pretendidamente restringida y segmentada al ámbito académico.

 

Sin embargo, a partir de los últimos años ha aparecido una generación de intelectuales académicos que ven con buenos ojos el ensayo y se arriesgan ante la salida a un público no tan restringido. La tarea de la superación del debate que dio origen a la sociología argentina y latinoamericana se mantiene presente: el problema es combinar la rigurosidad científica y la escritura más accesible del ensayo. Quizás, como piensa García Canclini, esto se relaciona con una necesidad de contacto de las ciencias sociales y la posibilidad de ocupar un lugar frente a los cambios sociales.

 

Pero el ensayo también es la forma de la duda. Como decía Montaigne, el ensayo no es algo concluso sino abierto, que se ejercita el riesgo no la certeza. En efecto, El mundo entero como un lugar extraño podría ser pensado como la relación entre dos modos de hacer política académica, un anti-manual de tesis que al mismo tiempo describe una serie de retazos para una proliferación de las estrategias de investigación y circulación del conocimiento. De esta manera, reconoce las propias limitaciones del campo ante un pedido que parece provenir de los cambios de la sociedad: El ensayo como la práctica constante de una buena pregunta.