Ensayo

Succession


Papi, mirame

La fábula del uno por ciento, que retrató con ironía a los ultra ricos, llegó a su fin. Escrita por guionistas ingleses de comedia, desde el comienzo se discutió a qué obra de Shakespeare homenajeaba. Tras la escena final, la guionista Mariana Levy no tiene dudas. Una serie ambiciosa sobre gente ambiciosa decidió reversionar la obra más citada de todos los tiempos: Hamlet. En un momento de profunda crisis de la industria audiovisual, este parece ser el último coletazo de la tercera edad de oro de la televisión. ¿Cómo será recordada? ¿Qué lugar ocupará en el panteón de las series canónicas? Y lo más importante: ¿Qué hay después de Succession?

Atención: ¡este texto contiene spoilers!

Cuando una gran serie termina automáticamente nos preguntamos qué es lo que va a venir después. A veces, las series icónicas son como islas: suceden, pero no se relacionan con nada de lo que viene posteriormente. O los homenajes son tan fallidos que es mejor ignorarlos. Hay otras que cambian la narrativa televisiva para siempre, LOST por ejemplo. Aunque todas las series que intentaron “ser la nueva LOST” fueron un total desastre, hay algo de lo que LOST inauguró que posibilitó todo lo que vino desde entonces. La herencia verdadera fue más formal que temática, no solo cambió la manera de hacer televisión sino que sobretodo cambió la manera de mirarla. En un momento de profunda crisis de la industria, con las grandes plataformas des-invirtiendo en contenido y los guionistas del mayor mercado global en huelga por tiempo indeterminado, el final de Succession parece ser una marca de puntuación en el fin de una Era. Tendrán que pasar varios años para poder leer este momento con mayor claridad, pero tal vez Succession sea el último coletazo de la tercera edad de oro de la televisión.

¿Qué lugar va a ocupar en el podio de las series canónicas? ¿Cuál es esa característica por la que va a ser recordada? ¿Entre qué series va a ser enterrada, quedará más asociada a Los Soprano y la “empresa familiar” o a The Wire y la crítica social?

En principio, previsora como Logan Roy, es un relato que planeó su propio funeral. Y se construyó un mausoleo tan enorme como absurdo, comprado en una subasta a un magnate de la comida para gatos.

El príncipe de Dinamarca

Cuenta la leyenda que Succession, el gran drama estadounidense, está escrito por guionistas ingleses de comedia. Y como buenos escritores ingleses, conocen las obras de Shakespeare como su himno nacional. La pregunta que rondó la serie fue, más allá del tono Shakesperiano, qué obra de Shakespeare estaban reversionando, con qué obra del bardo dialogaba la serie de HBO.

Por un lado, hay una conversación más general sobre el género, si el intertexto es Shakespeare, ¿estamos ante una de sus comedias o de sus tragedias? Una posible respuesta, a semanas del final, parecía ser que si terminaba con una boda estábamos ante una comedia, y si terminaba con un funeral estábamos ante una tragedia. Más allá de que varios de los mejores episodios de la serie se desarrollaron durante bodas (la de Tom y Siobhan, la de Caroline -la madre de los “kids”-, la de Connor y Willa), la serie cierra con un funeral, dejando a los espectadores la tarea de decidir cuán trágico puede ser el final de personajes de un universo tan absurdo (y que tienen su futuro económico totalmente resuelto).

Cuando Succession arrancó, parecía clarísimo que era una versión moderna de Rey Lear. Si en Lear el monarca tiene que elegir una de sus hijas para que lo suceda y para eso opta por preguntarles quién de ellas lo quiere más, en la serie de HBO la búsqueda del sucesor estaría invertida con una pregunta permanente de los cuatro herederos hacia su padre. Una lectura muy válida sobre toda la serie es que es la historia de cuatro hijos intentando luchar por ser el preferido de su poderoso padre, o incluso, en clave más íntima, es la historia de cada uno de estos hijos no ya por ser el elegido sino por comprobar (empresa trágica destinada a fracasar antes de comenzar) si su padre verdaderamente los ama.   

Promediando la serie, Jeremy Strong, el actor que interpreta a Kendall Roy, el segundogénito que se comporta como primogénito, declaró muy públicamente que la lectura sobre que la serie era Rey Lear era errónea, en realidad estaban reversionando Ricardo III. Esta interpretación cambiaría el eje en cuanto al protagonismo, moviendo el foco de Logan como protagonista (Lear) a Kendall (Ricardo III) y parecía anunciar que todo terminaría con un Kendall vilificado, que obtenía finalmente todo lo que ansiaba obtener, pero a cambio terminaba solo y demente. 

Aunque parte de eso se dió, Kendall fue poco a poco perdiendo la poca humanidad que le era posible tener siendo un nepo baby heredero de un imperio de medios, se fue volviendo cada vez más villano y cada vez más parecido a su padre en todo lo malo, sin su capacidad para los negocios y la estrategia. Pero con la serie terminada, sabiendo que Kendall se queda solo y bastante perdido, pero nunca llega a ganar su batalla, podemos decir que tampoco era (al menos no del todo) Ricardo III.

Durante la cuarta y última temporada se habló bastante de Julio César, otra de las grandes tragedias shakesperianas. Por un lado, el discurso que da Logan en ATN en el episodio 2, subido a una resma de papel, se comparó con el discurso de Julio César arengando a sus tropas y, sumado a eso,  las eulogias del gran episodio 9 reproducen estructuralmente las del velorio del César, donde primero Bruto habla manchando la memoria de Julio César, solo para ser secundado por Marco Antonio, que lo enaltece y pone al pueblo de su lado.

Pero, como el olor a podrido en Dinamarca, hubo otra sombra que rondó gran parte de la narración. Succession es una serie ambiciosa sobre gente muy ambiciosa. Y qué más ambicioso que intentar reversionar la obra más citada de todos los tiempos: Hamlet. En el primer episodio de la temporada final hubo una escena que se discutió hasta el hartazgo: Logan Roy, enemistado con el 75% de sus hijos, se escapa de su propio festejo de cumpleaños y se va a un diner a comer una hamburguesa junto a su guardaespaldas. Allí tiene un monólogo altamente existencial que recuerda el famoso “Ser o no ser” Hamletiano. (Como nota de color, por favor vean este video con Brian Cox enseñándole dicho monólogo a un niño).

Pero si hay algo que caracteriza al protagonista de esa obra es la duda. Al principio de Hamlet, el fantasma de su padre se le aparece y le pide que asesine a su tío. El príncipe de Dinamarca se pasa los siguientes 5 actos dudando sobre si hacerlo o no. En una de las escenas más memorables de la serie, Logan Roy, el rey de este universo, le dice a Kendall, su principito, que aunque se lo había prometido no puede cederle la empresa porque no es un killer (asesino). Eso lanza a Kendall en un espiral de varias temporadas donde él duda sobre si puede ser ese killer que su padre le pide que sea, intenta serlo, intenta ser todo lo contrario y finalmente se decide, pero, al menos por como termina la historia, ya es demasiado tarde. 

En el clímax de Hamlet, el protagonista intenta finalmente ser un killer y matar a su tío, lo cual logra, pero también muere en la pelea dejando una pila de cadáveres como coronación del drama. En la escena final el trono es heredado por Fortinbrás, un príncipe noruego. Cualquier relación con Lukas Mattson…  

Comer o no comer

Cuando el grupo de ingleses escritores de comedia presentaron el primer borrador del piloto de Succession a HBO, la cadena respondió con una serie de notas y les asignó un asesor. ¿De guión? No, de “riqueza”. Este asesor leyó los guiones que los guionistas habían escrito y les planteó su indignación ante la tamaña falta de conocimiento sobre cuáles son los usos y costumbres de los ultra mega ricos.

Algunas de las cosas que marcó como completamente inaceptables tenían que ver con pequeños gestos cotidianos como pasarse una ensaladera durante una cena, o que la dueña de casa sirviera la comida o preguntara si alguien quería más lomo. Aparentemente, este tipo de gente no sirve su propia comida y no habla de la comida. Esto fue llevado casi a un extremo poético en la serie, despertando ensayos completos sobre la relación con la comida en la serie y acuñando la frase “en Succession el que come pierde”. Es un símbolo de status el no comer, una prueba de clase. 

En la última temporada hay varios ejemplos de esto, cuando los Waystar Royco llegan al retiro noruego en donde van a ver a quién echan y a quién conservan después de la fusión, Hugo se sirve una cantidad obscena de comida en un buffett de desayuno mientras no vemos a ninguno de los hermanos Roy comer. Al final de ese episodio, Hugo aparece en la “kill list” de los personajes a los que Mattson va a echar después de adquirir Waystar.

En el gran episodio sobre la elección, “América decide”, Tom y Greg tienen toda una discusión sobre que en ese día tan importante Greg pretende que Tom coma un “sushi de supermercado” y Tom se siente insultado por esa decisión. Para continuar con la idea de la maldición de comer dentro de este universo, ese mismo sushi forma parte de una secuencia de comedia física inolvidable donde el analista político encargado de frenar la manipulación de la información que podría llevar al gobierno a un presidente nazi, se ve incapacitado porque le entra wasabi en los ojos. Y sumo una mención especial a una de mis frases favoritas de la temporada, en el episodio 4, cuando están haciendo un velorio íntimo para Logan, Tom comenta en la cocina lo devastado que está por la muerte de Logan mientras come vorazmente un taco, y Gerri le responde: “Ah, ¿estás devastado de dolor? Capaz querés bajar ese taco de pescado, estás manchando todo con tu melancolía”.

Otras de las observaciones sobre los super ricos tenía que ver con que no usan sobretodos porque no andan por la calle, se bajan de sus autos con chofer y entran directo a dónde van, y sus zapatos no tienen las suelas gastadas o sucias. Además, no se agachan al bajar de un helicóptero. Un momento de la última temporada donde se discute esto explícitamente es cuando en el episodio 1 Greg lleva una cita al cumpleaños de Logan y Tom se burla de que la mujer usa una cartera super grande. Tom, siendo alguien que llegó a pertenecer por su ambición y su trabajo, pero no por nacimiento, tiene muy estudiadas todas estas costumbres y sabe perfectamente que ninguna mujer de clase alta usaría una cartera de ese tamaño, necesitar cargar “cosas” es un signo de no pertenecer. La frase en cuestión: “Trajo una cartera ridículamente grande. ¿Qué tiene ahí adentro? ¿Chatitas para el subte?¿Un tupper con el almuerzo? Dios, Greg, es monstruoso, gigantesco. Lo podrías llevar para irte de camping. Lo podrías deslizar por el piso para robar un banco”.

Como nota al pie, uno de los acontecimientos más impactantes de la trama de la serie está indirectamente relacionado con este tema. Al final de la temporada 1, Kendall “mata a un mozo”. Esto se da mientras él está manejando de noche intentando conseguir drogas, pierde el control del auto y se caen al agua. Kendall no está acostumbrado a manejar su propio auto, siempre tiene chofer y -metafórica y literalmente- no es un buen conductor.

El juego está arreglado

Succession nos presenta una carrera falsa, pareciera que la oportunidad es genuina, que es una meritocracia y “que gane el mejor”, pero nunca tuvieron una puta chance. La serie pre anuncia esto en una de las secuencias más crueles de la historia de la TV, durante el piloto, Roman Roy (Kieran Culkin) le ofrece a un chico humilde un cheque por 1 millón de dólares si batea un home run en el medio de un partido familiar de baseball entre los Roy. El chico mira el cheque creyendo que tiene alguna chance, que su familia podría salvarse para siempre si él estuviera particularmente inspirado, pero no, sabemos que nunca va a ocurrir.

Del mismo modo, durante los últimos episodios entendemos que Shiv nunca podría ser CEO en un mundo tan patriarcal y misógino. Todos a su alrededor -incluso los espectadores- fingen que ella tiene genuinas posibilidades de suceder a Logan, pero finalmente la sociedad la ubica en el único lugar posible para una mujer de clase alta: el “linaje”, el útero que lleva al heredero del clan, la esposa del nuevo CEO. Mattson le confiesa a Tom que Shiv no puede dirigir la empresa porque él se la quiere coger. Hagamos lo que hagamos, en un mundo donde las decisiones las toman los hombres, las mujeres siempre quedamos atrapadas en esa cárcel dicotómica que ellos nos armaron: la madre o la puta. Aclaro a título personal que no creo que la serie adhiera a este tipo de visión, creo que el hecho de reflejarla de manera tan cruda es una crítica profundamente feminista y lo que me pregunto es más en relación a la recepción de la audiencia, ¿por qué se lee el final como que Shiv es “mala” y “traidora” con sus hermanos y no se juzga a sus hermanos varones con la misma vara?

La historia de los Roy es una fábula sobre el 1%, sobre la riqueza, una sátira sobre los ultra ricos, pero en última instancia es una historia sobre un padre ausente y demasiado presente, sobre unos hijos que luchan por un reconocimiento que nunca les va a llegar. Logan les pide a sus hijos que sean como él, que sepan el valor de las cosas y de sufrir y “hacerse de abajo”, pero el mismo hecho de ser hijos de un millonario se los impide. De hecho, acá está un poco la clave de que “gane” Tom. La propia identidad de los chicos Roy les impide cumplir con las expectativas del padre, es un juego que no podrían ganar nunca, una paradoja.

El eterno retorno

Jesse Armstrong, creador y guionista de la serie, dijo en entrevistas que él no creía que la gente cambie. Alguna gente, dice, puede llegar a cambiar. Pero incluso en esas situaciones los cambios nunca son en una sola dirección. A Jesse Armstrong le molesta la narración del cine Hollywoodense donde el protagonista tiene un problema interno, enfrenta sus demonios y se transforma a sí mismo, evoluciona. Al final del film es un hombre mejor. Armstrong no cree que el mundo funcione así. Los hermanos Roy no se transforman. Terminan como empezaron. Un poco más miserables tal vez. Y podríamos discutir por horas si más o menos huérfanos que al principio.

De los cuatro hermanos Roy, el único que pudo hacer algo con su vida, terminar mejor de lo que empezó, es, justamente, Connor, que es en apariencia el más fracasado. En la última temporada Connor confiesa que sabe que su padre nunca lo quiso, y eso, por más doloroso que haya sido, en un punto lo liberó. Connor no se anota en la pelea por la sucesión, nunca creyó que él pudiera ser el elegido. De todos, es el que puede formar un vínculo de pareja estable, que probablemente no elegiríamos para nuestras propias vidas pero que tampoco podemos negar que es honesto y en sus propios términos. Con sus billones de dólares se dio el gusto de financiarse una campaña presidencial y vivir la experiencia de ver una elección siendo candidato. “Cuando uno está dentro de la elección es todo mucho más divertido”, remata. Connor sigue siendo un ser despreciable pero, a diferencia de sus hermanos, lo vemos disfrutando de su fortuna, no tiene que buscarse la vida, pero lo vemos al menos buscándose una vida.

Sus tres hermanos, en cambio, se ven atrapados como hamsters en una rueda corriendo cada vez más rápido para intentar que su padre los aplauda, y por momentos caen derrotados por el cansancio y la humillación mientras la rueda los arrastra en su girar sin pausa.

Papi, mirame

¿Por qué queremos a los Roy? ¿Por qué nos encontramos sintiendo compasión ante personas que si nos cruzaran por la vida no dudarían en escupirnos u ofrecernos dinero para que nos tatuáramos sus iniciales en la frente?

La respuesta probablemente sea más compleja, pero sentimos empatía porque hay algo profundamente humano en buscar que nuestros padres nos reconozcan. No solo que nos amen si no que nos hagan saber que nos aman. Y sobre todas las cosas, que estén orgullosos de nosotros, de los adultos en los que nos convertimos. 

Casi todas las historias son versiones de un hijo intentando llamar la atención de su padre o su madre. Y si ese padre es un semi dios, el rey del capitalismo en un mundo donde el dinero es la religión, entonces esa historia cobra dimensiones bíblicas, de fábula moderna. Succession es la encarnación estadounidense de The Crown. La monarquía yanqui es la del capital, la de las empresas. 

Todo lo que la serie plantea sobre los conglomerados de medios tradicionales siendo adquiridos por las nuevas empresas tech, abre otra interpretación sobre su título: lo que se está discutiendo es la “sucesión” del propio Capitalismo.

Adentro del Kohinoor

La tercera edad de oro de las series de TV se basó en series dramáticas con historias altamente serializadas. Series con tramas que se desarrollaban episodio a episodio y temporada a temporada donde los problemas de los protagonistas iban profundizándose o su situación de vida iba cambiando de manera tal que los obligaba a ellos mismos a transformarse. De hecho, el ABC del guión (y del relato dramático en general) es el cambio. Para que haya una historia tiene que haber un cambio. “Había una vez tres chanchitos que eran muy felices, hasta que un día…”. 

Esa idea de cambio hace que el relato avance, tiene que ver con una energía denominada “progresión”, donde la historia se ve propulsada hacia adelante con el conflicto como combustible. En los últimos años, a caballo de la voluntad de las streamers por que devoremos la mayor cantidad de episodios en la menor cantidad de tiempo, cada episodio termina con un cambio o con la promesa de un cambio, el famoso “cliffhanger”, ese hecho que nos hace querer ver la próxima entrega, saber cómo van a resolver nuestros personajes el siguiente obstáculo.Nos volvimos adictos a historias donde la narración avance sin fin.

Succession, sin embargo, es una serie dramática altamente exitosa donde nada parece cambiar. En el primer episodio tenemos a Kendall siendo “casi” CEO de Waystar Royco y en el final de la serie nuevamente Kendall casi se vuelve CEO de la empresa que construyó su padre. Mucha gente, sobre todo durante la última temporada, empezó a quejarse de la falta de cambio. ¿Para qué voy a ver una serie donde “no pasa nada”?

Podríamos discutir el hecho de que la ausencia de cambio signifique que no sucede nada, pero esa demanda de la audiencia tiene que ver con expectativas que se tienen ante los dramas televisivos de prestigio. Si estuvieramos viendo, por ejemplo, The Office, Friends o Curb your enthusiasm no nos sentiríamos estafados si las cosas no cambiaran, de hecho, una de las reglas de la comedia es que las cosas no cambian y los personajes no se transforman.

Aunque las escenas tengan una mirada irónica y puedan ser muy cómicas, nada en como está filmada Succession nos comunica que sea una comedia. La música de Nicholas Brittel nos transmite que es un drama, que todo lo que pasa es importante y profundo. Los personajes están construidos con profundidad dramática, tienen traumas infantiles complejos y backstories detalladas que podrían dar pie a varias películas. Pero sus arcos no son arcos dramáticos: corren en círculos. Son personajes de drama atrapados en un loop de comedia donde nada se transforma. Pero al ser personajes de drama, complejos y autoconscientes, pueden verse a sí mismos andando en círculos y mordiéndose la cola.

Más allá de la tesis de Jesse Armstrong de que la gente en general no cambia, hay algo de un drama familiar girando permanentemente en torno a lo mismo que suena aterrador. Esa repetición de la trama de la serie podría ser incluso una repetición de conductas inconscientes. 

Los Roy sufren por ser Roy pero lo que más quieren es ser aún más Roy, el más Roy de todos, el Roy elegido. La familia es ese lugar del que no podemos salir y en el que no podemos cambiar de rol. Cualquier cosa que intentemos hacer dentro del entramado familiar es inútil. La familia funciona como un Kohinoor, nos succiona, podemos tratar de salir, pero no tiene ningún sentido intentarlo. 

La elección de Schrodinger

Uno de los puntos más altos de la última temporada fue ver cómo un conglomerado de medios podía influir en el resultado de una elección presidencial. Aún más, conociendo de cerca a nuestros protagonistas, lo que presenciamos con estupor fue como los traumas íntimos de estas personas poderosas influyen en el futuro del mundo, como el hecho de que de chicos Kendall no le dejara comer pollo a Roman hace que muchos años después todo un país tenga que sufrir a un presidente neo nazi.

Más allá del involucramiento de ATN en declarar la elección a favor de Mencken, cuando la serie deja en claro que el resultado de la elección permanece indefinido. Jesse Armstrong se encargó de declarar que le parecía importante no cerrar ese sentido, cree que es un tema muy sensible y le parece irresponsable (más siendo inglés) sentar una posición sobre lo que podría pasar con el futuro de la democracia estadounidense en las próximas elecciones.

La serie plantea un sistema abierto también en relación a la psicología de sus personajes. Así como en series como Breaking Bad las motivaciones y objetivos de los personajes eran claras y unívocas, no había dudas de qué quería Walter White y cuáles eran los motivos detrás de sus decisiones. Hubo grandes series como Mad Men que se plantearon como sistemas abiertos. En ese tipo de relatos asistimos a lo que los personajes hacen y dicen pero no tenemos un acceso a su interioridad. Tenemos atisbos, pistas, señales de humo, pero la serie no nos da una respuesta concluyente sobre por qué hacen lo que hacen. Cuando Don Draper va a comprar una torta para el cumpleaños de su hija, se queda horas mirando las vías del tren adentro de su auto y vuelve muchísimo más tarde con un perro. Podemos tener hipótesis sobre qué fue lo que le pasó y por qué hace eso, pero realmente no lo sabemos. Y esa es la belleza de ese tipo de relatos.

Asi como los niños Roy nunca sabrán si su padre los quería o a quién quería más -o si Kendall estaba subrayado o tachado-, los espectadores nunca tendremos una respuesta final de qué quiere decir el final de la serie. Sin ser tan polémico como el final de Los Soprano, que apuntaba directamente a no dar respuestas, el final de los Roy deja abiertos debates que pueden durar años. Nos da razones para argumentar tanto a favor de una postura como de la opuesta. ¿Por qué Shiv hace lo que hace? ¿Es por celos hacia su hermano? ¿Es porque sabe que siempre la van a dejar afuera? ¿Es porque cree que puede controlar a Tom? ¿Es porque sabe que tienen que dejar ir la empresa? Podemos discutirlo mil veces y probablemente, como un i-ching televisivo, cada vez que lo veamos entendamos algo diferente.

¿Shiv y Tom se aman? ¿Roman se liberó y va a ser feliz? ¿Kendall va a encontrar una nueva meta o solo le queda el océano? La grandeza de esta serie es permitirnos ver una y otra vez sus episodios y encontrar capas y capas de sentido para cada mirada y gesto de estos personajes.

Cuando el guionista es rey

Durante la filmación de cada episodio de Succession hay tres guionistas en el set supervisando que todo sea acorde a lo escrito y coherente con los personajes que idearon. Además de las tareas habituales de guionistas productores, los escritores de Succession hacen algo que es típico de series de comedia pero muy raro en drama: ofrecen líneas alternativas a los actores para rematar algunas de sus frases. El tratamiento de los guiones es muy preciso y la calidad de los diálogos tiene que ver con el trabajo de muchos escritores pensando cada línea y con la posibilidad de darles diferentes opciones de frases creativas a cada actor para que en cada toma  el diálogo se sienta “fresco” y orgánico además de inteligente.

Si en Hamlet los duelos eran de espadas en Succession son duelos de ingenio. Estos personajes hiper privilegiados sólo pueden distinguirse por su agudeza verbal, cosa que no les sirve para ganarse el favor de su padre ni para ascender al trono de la compañía pero sí hace que les sea más agradable el paso del tiempo.

Sin embargo, algunos de los mejores momentos de humor de la serie son no verbales, y están construidos con una pericia y una sutileza que solo puede conseguir un grupo de escritores que tienen años dedicándose a la comedia. Casi al final de la serie, Tom, recién nombrado CEO, le dice a Greg que lo traicionó. Greg teme lo peor, sabe que lo va a echar y que se lo merece, pero Tom lo sorprende y le dice que él lo “banca”, lo va a cuidar y “se lo va a quedar”. Mientras hace eso le pone un sticker en la frente, sticker que conocimos varias escenas antes en una secuencia bastante ridícula donde Connor explicaba un sistema muy complejo de repartija de las pertenencias de Logan, donde cada “deudo” podía poner un sticker en el objeto con el que deseaba quedarse. Tom poniéndole el sticker a Greg dice tanto sobre este universo, sobre este tipo de vínculos transaccionales, sobre el alma de estas personas y sobre la naturaleza del mundo en el que vivimos que es imposible ponerlo en palabras. Podría decir que toda la serie valió la pena sólo para poder “aterrizarla” en ese único chiste, en ese momento de iluminación donde nos reímos y automáticamente nos entristecemos, nos preocupamos, nos angustiamos. ¿Qué dice esa risa de nosotros? ¿Y del mundo? ¿Solo somos Toms yendo por ahí tratando de poner nuestro sticker?

Por estas cosas Succession va a pasar a la historia. Su lugar entre las grandes series no tiene razones “serias” como un profesor de química que se vuelve lord de las drogas y muere de cáncer. No hay grandes tragedias en Succession, solo hay niños llorando por sus stickers.

Para más análisis sobre cada episodio de la última temporada: