Ensayo

El encuentro con lo real


Coronavirus: la tramitación de lo inédito

Hay vivencias a las que no podemos significar a través de los discursos conocidos porque no tenemos una experiencia previa con ellas. Para procesar este "encuentro con lo real” generamos mecanismos, como creer en enunciados sin evidencias. ¿Qué sudeció frente al Covid? Para conocer las respuestas, el equipo de investigación SocPol-UNQ analizó mensajes de redes sociales y realizó encuestas en CABA y distintas ciudades de la provincia de Buenos Aires.

Hay vivencias a las que no podemos darles un significado a través los discursos conocidos porque no tenemos una experiencia previa con ellas. A esto se le llama el encuentro con “lo real”. Para intentar procesarlas, esas vivencias pueden despertar en nosotrxs diversos mecanismos. Por eso, en tiempos de crisis suelen emerger discursos nuevos que buscan darnos pistas para tratar de entender. 

Ante el apremio que representó la pandemia de COVID-19, surgió una formidable demanda social por un discurso que explique el fenómeno. Dado lo novedoso del hecho, la ciencia no pudo brindar una respuesta inmediata a este problema con la urgencia que se le solicitaba. De este modo, se generó la vacancia para el surgimiento, en todo el mundo, de una pluralidad de explicaciones de diversa índole. Entre ellas, algunas de las que cobraron mayor relevancia fueron las que asignaban la responsabilidad por la pandemia a determinados actores, que se podrían beneficiar con las consecuencias de esta.

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Circularon discursos que, por ejemplo, sospechaban que los chinos habían creado el virus como parte de la guerra comercial con EE.UU. Otros afirmaban que algunos megamillonarios -como Georg Soros o Bill Gates- querían implantar un Nuevo Orden Mundial y la situación pandémica podía serles funcional para sus objetivos. Otros manifestaban que era todo parte del negocio de las grandes farmacéuticas, que enseguida se pusieron a trabajar en una vacuna para el virus que ellas mismas habrían creado. Estos enunciados suelen tener la capacidad de ofrecer una explicación acabada de la realidad, de forma clara y sencilla, y con un responsable concreto con plausibles beneficios en relación con la situación. Este atractivo puede resultar muy eficaz, a pesar de la falta de evidencias acerca de su responsabilidad. Además, por estas características son fácilmente reproducibles en las redes sociales, cobrando así una amplísima difusión.

Otra posible respuesta frente a un fenómeno "inexplicable" puede ser el valerse de las explicaciones teológicas provistas por las creencias religiosas: puede pensarse que el virus ha sido enviado por Dios, ya sea para probarnos como personas o para castigarnos por nuestros comportamientos.

Las explicaciones conspirativas

En Argentina, este tipo de argumentaciones circularon por las redes sociales y los medios de comunicación, y las marchas “anticuarentena” les dieron visibilidad. En la encuesta tratamos de cuantificar el grado de adhesión que alcanzaron en la población. Recogimos aquellos discursos que más circulaban tanto en las redes sociales como en las marchas, para confeccionar las opciones en cada pregunta. 

Pudimos determinar que estos enunciados tienen una importante aceptación por parte de la gente, ya que al consultarle si creían que “(…) el virus del Coronavirus fue creado en un laboratorio a propósito”, la mitad manifestó que “sí”, tal como se puede observar en el gráfico 1. 

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A la mitad que declaró “no”, le consultamos entonces si el virus era producto “de un fenómeno que naturalmente ocurre cada cierto tiempo”, o bien si se debía a “(…) la creciente explotación de la naturaleza”. El 46% escogió la primera opción, y el 54% la segunda, adhiriendo a una narrativa de tipo ecologista.

A quienes sostuvieron que el virus fue creado a propósito, les preguntamos “¿Por quién fue creado (…)?”, la mitad eligió la respuesta que indicaba que fue producido “por laboratorios, para hacer negocios con la vacuna”, es decir que se inclinaba por una explicación basada en intereses directamente materiales. La otra mitad se inclinó por las argumentaciones de tipo geopolíticas, ya que en partes -casi- iguales optaron por las opciones que señalaban a los chinos o a empresarios poderosos, como Bill Gates, como responsables de la creación del virus con el objetivo de "dominar el mundo" o "imponer un Nuevo Orden Mundial". Esto puede observarse en el gráfico número 2.

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¿Quiénes piensan que el virus fue un invento?

Habiendo conocido la proporción de personas que adhieren a estas argumentaciones, cabe preguntarse ¿quiénes son los/as que tienen mayor afinidad por estas ideas?

No se observan diferencias en la elección de respuestas considerando el género de los/as encuestados/as. En cuanto a los grupos etarios, si bien no existe una diferencia significativa, la mayoría de los/as jóvenes tiende a pensar que el virus “no” fue creado a propósito (el 57% de ellos/as tienen esa mirada), frente a los/as adultos/as y adultos/as mayores, quienes tienden a pensar esto en menor proporción (40% y 43%, respectivamente).

Tampoco hay una incidencia fuerte de la identidad política, aunque se destaca que los/as que se hallan más cercanos/as al kirchnerismo tienden a afirmar menos que el virus fue creado a propósito que los/as cercanos/as al macrismo (un 44% de los primeros, frente a un 59% de los segundos eligieron esa opción). Más clara es la inclinación hacia el conservadurismo de las personas que adhieren a argumentos de índole conspirativa. En este sentido, creen en estas explicaciones 6 de cada 10 que no acuerdan con la legalización del aborto, con el lenguaje inclusivo o piensan que los planes sociales fomentan la vagancia, y 8 de cada 10 que consideran excesivas las demandas de las feministas.

¿A favor o en contra de la gestión del gobierno en la pandemia?

¿Qué relación guardan la adhesión a creencias en este tipo de explicaciones "conspirativas" con las actitudes y opiniones frente a las medidas del gobierno para enfrentar la pandemia?

Al observar los enunciados que circulaban en las manifestaciones “anti-cuarentena”, se puede hallar una cierta regularidad en la aparición de este tipo de argumentaciones, y si bien es cierto que un porcentaje no despreciable está en contra de las medidas del gobierno, este sector es bastante más heterogéneo de lo que podría parecer.

En efecto, de todas las personas que creen que el virus fue creado a propósito, casi nadie (menos del 3%) asistió a alguna marcha “anti-cuarentena”. Además, las evaluaciones sobre la gestión de la cuarentena por parte del gobierno no difieren demasiado entre quienes creen en la creación humana del virus y quienes piensan que su origen es natural; en ambos grupos más del 60% lo califica favorablemente. Solo se observa que, de los primeros, son fuertemente críticos un 7% más que de los segundos (ver gráfico 3).

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Los/as que creen en explicaciones conspirativas están menos predispuestos/as a vacunarse que los/as que piensan que fue un fenómeno natural (64% frente a 82%, respectivamente). Sin embargo, merece destacarse que casi dos tercios de los/as que piensan que el virus fue creado están dispuestos/as a vacunarse con cualquier vacuna, o con alguna vacuna específica.

Incluso, al preguntarles sobre quiénes serían los responsables de los aumentos de casos entre los meses de julio y octubre de 2020, casi no hay diferencia entre aquellos/as que dicen que el virus sí fue creado a propósito y quienes no; en ambos casos, casi la mitad respondió que los responsables fueron “los que salieron a hacer marchas anticuarentena”, tal como puede observarse en el gráfico 4.

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Una prueba de Dios

Finalmente, nos preguntamos si para los/as encuestados la pandemia tenía alguna explicación relacionada con Dios. Preguntamos si la pandemia “… puede ser un castigo de Dios, (…) es una prueba de Dios, o no tiene nada que ver con Dios”. La gran mayoría (78%) respondió que “Dios no tiene nada que ver con la pandemia”. En menor proporción adhirieron a las otras dos opciones: el 18% dijo que “la pandemia es una prueba de Dios para que seamos mejores personas”, y solo un 4% dijo que “la pandemia es un castigo de Dios por nuestros malos comportamientos”.

Pero no han respondido igual quienes tienen distintas creencias religiosas. Previsiblemente, quienes se identifican como “sin religión ni espiritualidad”, como los/as que dicen ser “espirituales, pero sin religión”, responden fuertemente que la pandemia no tiene nada que ver con Dios. Los/as católicos/as también poseen esta misma inclinación, pero un 23% le asigna alguna responsabilidad a Dios. En cambio, los/as evangélicos/as distribuyen sus respuestas entre las opciones “Dios no tiene que ver con la pandemia” (47%) y “la pandemia es una prueba de Dios…” (44%). En cuanto a si la pandemia es un castigo de Dios, todos los grupos optaron por esta respuesta en menos de un 4%, excepto los/as evangélicos/as que lo hicieron en un 9% (el doble que los anteriores). Esto puede observarse en el gráfico 5.

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Como sostiene el sociólogo alemán Niklas Luhmann, la función de la religión consiste en reducir la incertidumbre y la complejidad. Por lo tanto, es de esperarse que, ante un tiempo de incertidumbre, emerja con fuerza, para los sectores más religiosos, la necesidad de recurrir al discurso teológico que explica los momentos de crisis y cataclismos.

Los/as que piensan que el virus ha sido una prueba enviada por Dios son quienes mejor evalúan el manejo de la pandemia por parte del Gobierno (cerca el 80% de éstos/as en total), y dos tercios de quienes consideran que el virus es un castigo de Dios también lo califican favorablemente (ver gráfico 6). Además, en ambos grupos, alrededor del 50% de ellos/as están dispuestos a vacunarse.

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La tramitación de lo inédito

Más allá de que los discursos conspiracionistas se hayan extendido en las manifestaciones “anticuarentena”, el hecho de tener una afinidad por los mismos no implica que gran parte de esas personas no apoyen las medidas del gobierno para combatir la pandemia, o no estén dispuestos/as a vacunarse. Más bien podría ser que la propensión por argumentos de este tipo en tiempos de crisis puede deberse a la necesidad de explicaciones acabadas para poder así tramitar lo inédito. Quienes son afines a las argumentaciones teológicas no parecieran ser fatalistas, sino más bien piensan que la respuesta a la “prueba de Dios” deben ser medidas de corte solidario, como las implementadas desde el gobierno nacional.

Ficha Técnica de la Encuesta

Realizada por el equipo de investigación SocPol-UNQ (Javier Balsa, Guillermo de Martinelli, Pehuén Romaní y Juan I. Spólita) – Contacto a: socpoliesac@gmail.com 

Fecha de relevamiento: del 9 al 16 de enero de 2021.

Universo: población mayor de 18 años, residentes en la Provincia de Buenos Aires y la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Diseño muestral: Captura de casos a través de publicidad en Redes Sociales (Facebook e Instagram), segmentada proporcionalmente por género, edad y partido/jurisdicción. En provincia se relevaron todos los partidos del Gran Buenos Aires, los tres grandes aglomerados urbanos (Gran La Plata, Gran Mar del Plata y Gran Bahía Blanca) y 15 partidos del resto de la provincia.

Tamaño de la muestra: 3.244 casos.

Cantidad de preguntas: 110.