Reproducción asistida, subjetividad, derechos


¿Qué hago con mis embriones guardados?

Desde hace más de diez años se presentan en el Congreso proyectos de ley que buscan regular, resolver conflictos y definir cuestiones respecto al embrión no implantado. El vacío legal sobre el destino de los embriones criopreservados profundiza conflictos éticos, emocionales, políticos, económicos, comerciales, jurídicos y sociales sobre el tema. ¿Qué puede aportar la psicología a este debate? Laura Wang hizo una alianza con sus pacientes. Decidieron compartir sus testimonios críticos: qué son los embriones criopreservados para ellxs, cómo les afecta tenerlos criopreservados, el lugar del cuerpo de las mujeres, las palabras, los miedos, las fantasías, el dinero, los derechos reproductivos y no reproductivos en estos tiempos y más allá de las nueve lunas.

—Ya tengo tema para su primer cumple: La era del hielo. Con pichones de mamut congelados.

Dos mujeres están en la sala de espera de un centro de fertilización asistida. Comparten médica y tratamiento para ser madres. En los próximos días, los embriones fertilizados in vitro serán transferidos a sus úteros. Sueñan que esta vez funcione. Desarman la incertidumbre con humor.  ¡Mirá si parimos el mismo día! ¡La ginecóloga va a tener mellizas! Sí, ¡que sean de capricornio!

Es enorme la inversión de tiempo, energía, dinero, ilusión y desgaste que generan las técnicas de reproducción médicamente asistidas de alta complejidad. Las instancias de los tratamientos afectan psíquica y emocionalmente a las personas, son tránsitos que dejan huellas en la subjetividad. Es alta la complejidad que viven sobre todo las mujeres al disponer de su fuerza, trabajo y capacidad reproductiva. Se exponen a riesgos, alteran procesos biológicos, disocian partes de su cuerpo.

“En los grupos de WhatsApp sobre infertilidad muchas mujeres dicen que el mejor lugar para el embrión es el útero, que prefieren la transferencia en el día tres de desarrollo. Para mí no, que lleguen a día cinco y le hagan test de biopsia, cuánto más tecnología le metan al embrión en el laboratorio, mejor. Es una garantía. 

Durante una fertilización in vitro, a veces se obtienen más embriones de los que se usan. Como no todos logran el mismo potencial de desarrollo, se intenta obtener la mayor cantidad posible. Los que no se transfieren, se criopreservan por vitrificación. Es decir: quedan conservados en tanques de nitrógeno a -196°. De ese excedente, en las últimas décadas devino la acumulación de embriones “sobrantes” y “abandonados”, y surgieron conflictos éticos, emocionales, políticos, económicos y cuestionamientos jurídicos y sociales. 

“Nos costó siete años llegar a ser padres. No podíamos seguir pagando el mantenimiento y decidimos donarlos a otra familia. No los podíamos descartar. Fue mi manera de agradecerle a la vida haber cumplido mi deseo de ser madre.

El decreto de necesidad y urgencia (DNU) que dictó el presidente Javier Milei el pasado 21 de diciembre suma incertidumbre a las familias que atraviesan este proceso. Incorpora definiciones como “hijo por nacer” y “vida desde la concepción” en un intento de volver a un debate científico y político (ya saldado) que se aleja exponencialmente de la vivencia subjetiva que tienen la mayoría de los pacientes que acceden a las técnicas de reproducción asistida cuando de embriones in vitro y criopreservados se trata. Y deja en pausa uno de los casos más visibles de los últimos tiempos, que podía llegar a sentar jurisprudencia.

“Después del debate por la ley que legalizó el aborto, la problemática de los embriones y la eutanasia son dos cuestiones que atraviesan la vida de las personas y que en Argentina no tienen leyes que regulen los derechos o los límites de los derechos”, escribió la periodista Emilia Delfino en una nota sobre un caso que llegó a la Corte Suprema de Justicia a comienzos de 2023. Una pareja tuvo una hija por tratamientos de reproducción asistida de alta complejidad del que se obtuvieron cinco embriones. Años después decidieron separarse y resolvieron descartar los embriones criopreservados. La clínica tuvo que pedir la autorización de un juez para dar el paso. La causa se hizo pública, y el tema volvió a generar polémica en la conversación social. 

En la Argentina existen un montón de fallos judiciales a favor y en contra del descarte de embriones criopreservados. El vacío normativo hace necesaria la sanción de una ley que los proteja, oriente a los pacientes y permita a los centros de fertilidad hacer su trabajo científico bajo un orden que lo organice y determine. Ese marco también favorecerá la disminución de la mercantilización y la acumulación de embriones in vitro “abandonados”. Detrás de la criopreservación de embriones existe un negocio que deja atrapados a los pacientes, muchas veces generando angustia e incomodidades a la hora de decidir.

“No siento un vínculo emocional con los embriones. Para mí son algo abstracto, como un plazo fijo que podría retirar en cualquier momento. Serán algo abstracto hasta que aparezca en una ecografía (si tenemos suerte).

¿Por qué a las personas les cuesta tanto hacer un movimiento con sus embriones y quedan décadas congelados? Porque ni la ley (ausente o presente) ni las normativas alcanzan. No son suficientes cuando del deseo se trata. La lectura que de estos conflictos haga el psicoanálisis puede ser una herramienta eficaz y fecunda.

 El vacío legal sobre su status (embriones in vitro) y sus posibles destinos (descarte, donación para investigación, donación a otras personas o uso propio para un futuro tratamiento) obliga a que la justicia tenga que intervenir en un tema sensible que se debería dirimir en el ámbito del Congreso. La falta de marco legal vuelve arduo y arbitrario el tratamiento del tema en los espacios dónde circulan los pacientes, los consultorios médicos y psicológicos.

“El embrión que quedó guardado en el centro de fertilidad para mí no tiene corazón, es una gelatina. Pero toma otra representación cuando lo ubico en una línea de tiempo, a lo que pasó antes de la concepción, al momento de desearlo.

Desde mi experiencia como psicóloga de pacientes en tratamientos de reproducción asistida reflexiono sobre la representación simbólica del embrión in vitro y el lugar que le asignan las personas que recurren a estos tratamientos. ¿Qué pueden aportar la psicología y el psicoanálisis a estos debates? En conversación con lxs pacientes, a quienes escucho, a veces oriento y también acompaño, consensuamos compartir sus ideas, atisbos de representaciones, testimonios críticos e intimidades para dejar una huella de cómo impacta en quienes ponen el cuerpo buscando un embarazo y se encuentran luego con los efectos propios del desarrollo tecnológico. Recorremos dos preguntas clave: ¿qué son los embriones criopreservados para ellxs? ¿Cómo les afecta tenerlos criopreservados?

“Por recomendación de nuestra médica hicimos un test genético preimplantatorio (PGT). A las pocas semanas ella nos llamó y dijo que era un varón. A ese embrión le pusimos nombre: MARC, porque durante la transferencia en el quirófano sonaba Marc Anthony.

Desde el año 2014 se vienen presentando en el Congreso de la Nación diferentes proyectos legislativos que perdieron estado parlamentario. Una de las tantas propuestas de ley propone que los embriones sobrantes se puedan criopreservar por un período máximo de cinco años con posibilidad de prórroga del contrato, si las personas titulares quisieran. Muchas veces, los embriones quedan abandonados, los datos de contacto de las historias clínicas quedan desactualizados y justamente, los centros médicos no pueden destinarlos para investigación, por ejemplo, por el vacío legal. El proyecto también incluye la regulación de la donación de embriones a terceros con fines reproductivos, prohíbe su comercialización y tiene en cuenta el asesoramiento y las implicancias emocionales y psicológicas de las personas.  Cuando inician el tratamiento, los pacientes se implican legal y subjetivamente a través de la firma de consentimientos informados. El Código Civil y Comercial de la Nación sancionado en 2015 determina que los embriones pertenecen a los pacientes que firmaron y tienen derecho a decidir qué hacer con ellos. Incluye el concepto de Voluntad Procreacional que se expresa en la firma. Estos documentos informan sobre riesgos y beneficios posibles del procedimiento o tratamiento médico. En el caso de la criopreservación de embriones su objetivo es doble: garantizar que el paciente esté informado y que, a través de la firma, manifieste su voluntad de realizar la criopreservación. Desde la subjetividad, es importante resaltar que las personas que firman, muchísimas veces modifican sus decisiones luego de varios años en tratamientos médicos, y lógicamente, desconocen cómo les afectará en el futuro al momento de la firma de estos documentos.

“Cuando empecé el tratamiento, y tenía relaciones sexuales programadas e inseminación artificial, sentía que jamás podría dejar un embrión criopreservado porque era como bloquear un potencial ser humano. Hoy después de seis años de tratamientos y siete de transferencias embrionarias los imagino como una bolita llena de redondeles, células, rodeadas de un halo de energía luminosa”.

Los pacientes a priori ignoran qué es un embrión y las definiciones que le acerca la ciencia pueden resultarles útil para su representación psíquica pero para ellos no es determinante. Los embriones también son incidentes del habla y de las palabras definidos por la subjetividad. Por eso, en el marco de un tratamiento psicoanalítico encontrarse hablando sobre  sus embriones les da la posibilidad de otorgarle entidad, estructura, representación. El modo en que las palabras lo invisten y circulan está determinado por la historia de cómo llegaron a obtenerlos. 

“Luego de varios embarazos detenidos, hicimos otra fertilización in vitro. Obtuvimos cinco embriones y por consejo de nuestra médica hicimos el PGT (test genético preimplantatorio). A las pocas semanas ella nos anunció 'tenemos un muchachito'. Me hizo sentir al embrión más humano, más persona, más cercano”.

Su representación psíquica cambia, es dinámica, no es fija, no es una sola, a veces son varias. Se desplazan unas a otras, hasta pueden parecer opuestas, se alteran, se modifican, toman distintas tonalidades y dimensiones a lo largo del tiempo. Es cambiante y se construye en un entramado de variables subjetivas, sociales, religiosas, jurídicas, tecnológicas, económicas. La representación psíquica del embrión in vitro es un montaje de imágenes, anudamientos de palabras y anidamientos de fantasías psíquicas.

“Cuando la embrióloga me dijo que el embrión formado tenía el tamaño de un puntito marcado en una hoja con la lapicera cuando la apoyas, me ayudó a dimensionar.

El embrión criopreservado toma variadas representaciones en una línea de tiempo, también por las características y etapas tecnocientíficas de estos tratamientos. Por ejemplo, es frecuente que de los ovocitos extraídos se fecunde la mitad. Que durante las siguientes horas de cultivo en el laboratorio sólo unos pocos embriones prosperen y lleguen el estadio de blastocisto (quinto día de evolución) para poder ser criopreservado o transferido al útero.

Durante ese tiempo -que dura aproximadamente una semana- la posible existencia de los embriones tienen impacto subjetivo en las personas. Se ilusionan, idealizan, sienten miedo, fantasean acerca de si resultan XX o XY, los adjetivan, los nombran, intentan imaginarlos. Y aunque no pueden verlos, tocarlos, fotografiarlos ni olerlos, deben confiar en lo que ocurre dentro del laboratorio. Construyen una relación cercana y distante a la vez. Según los avatares que cada situación, única y singular, sellan la experiencia de conseguir embriones propios.

 “¡No van a ser hermanos de mi hijo, pero igual me encantaría saber a dónde van! No sé… se te muere un familiar y donaste su riñón, ¿no te va a interesar saber a dónde fue? Y esto que no está asociado a la muerte, al contrario, está asociado a la vida, ¿no me va a interesar saber?”.

Sobre la donación de embriones y el anonimato, en el consultorio es frecuente escuchar el temor que produce en los profesionales y la sociedad que las pacientes elijan darlos a personas cercanas, conocidas, amigas, compañeras. Pueden desprenderse de esos “organismos celulares congelados” que conservan con el pago de un canon anual en los laboratorios y, a su vez, otorgarle el lugar de “potencial persona” construyendo una trama, una red vincular particular sin filiación ni parentesco.Sobre todo para aquellos que lograron ser padres, poner en acto a través de la donación a personas los embriones representados como “sujetos en potencia” y no como “restos biológicos procreativos” puede permitirles con más liviandad hacer el movimiento necesario frente a aquello que se les presentó como una imposibilidad: el mantenimiento.

“Cuando nació mi segundo hijo por cesárea me tuvieron que hacer una histerectomía (cirugía para extirpar el útero) de urgencia. Nos quedaba un embrión congelado y fue mi marido el que un día me dijo: nosotros tanto luchamos por esto, ayudemos a nuestra amiga dándole nuestro embrión y hagamos que este embrión tenga un cometido en esta vida que para nosotros tenga sentido”.

Los embriones criopreservados son entidades investidas simbólicamente con una historia anterior a su misma existencia. Los tiempos tan arraigados en el imaginario colectivo, de nueve meses desde la gestación al nacimiento, se trastocan. Los embriones se conforman por fecundación in vitro un día, se implantan otro, luego su nacimiento va a ser discordante a su fecundación, porque se produce en otro momento. Cabe también preguntar y escuchar los efectos subjetivos de esta translocación en el tiempo.

Criopreservar embriones y decidir qué hacer con ellos es una decisión que resulta exigente y compleja por las tensiones que genera. Se hace necesario ofrecer a los pacientes un espacio de escucha para leer, pensar y elaborar la información que reciben. Las entrevistas psicológicas facilitan, agilizan y colaboran en esa comunicación entre pacientes, médicas y médicos. Hacen de puente al trabajo que resulta enigmático para los pacientes, el de los biólogos y los embriólogos dentro del laboratorio. La medicina se disocia del campo de la subjetividad. Sería prudente que los conflictos emocionales, vinculares, económicos y políticos producidos por la existencia de embriones in vitro puedan ser elaborados en un marco interdisciplinario. Las personas desconocen cómo les afectará en el futuro las decisiones tomadas en otros tiempos, la lectura de los efectos en la subjetividad es tarea de la psicología y del psicoanálisis. Escuchar los deslizamientos y las transformaciones, los tejidos que se van armando en cada caso, sus anudamientos y vaivenes; alojar sus dudas y particularidades, hace la diferencia a la hora de acompañar el derecho a decidir.