Crónica

Qatar 2022


El abrazo más hermoso del mundo

Un chico desparrama la mirada más tierna y pronuncia tres veces la palabra que siente la más importante del mundo: "Messi, Messi, Messi". Una nena le recuerda a la abuela que Messi es Argentina. Una docente jubilada descubre con dolor que el capitán apila 35 cumpleaños y puede estar despidiéndose. Un hombre resopla al comprender que se asoma el primer mundial sin su viejo y sin el Diego. Su hijo reafirma que cada partido es una ceremonia y confiesa que cedería todo a cambio de un instante mundialista con ese amigo que hace poco se fue. Postales de un país ilusionado con el abrazo más hermoso del mundo.

El nieto más hermoso del mundo desparrama la mirada más tierna del mundo y pronuncia tres veces una palabra que siente que es la más importante del mundo: "Messi, Messi, Messi".

Una piba de cuarto año le hace una mueca a un pibe de cuarto año porque le detecta, en la imaginación o en los labios, alguna huella de Rodrigo De Paul.

El abuelo del nieto más hermoso del mundo sopla contra el viento y se da cuenta de que se le asoma el primer Mundial sin su viejo y sin el Diego.

Ese abuelo tiene un conocido que juró dejar de fumar si la Selección ganaba el Mundial de 1986 y que promete volver a encender un pucho si esa alegría regresa en Qatar 2022.

Ese abuelo recuerda a otro conocido que atrapó su primer cigarrillo entre las tensiones de la final del ‘78 y que acaba de publicar en Facebook que aspirará el último humo de su existencia contaminada la tarde en la que haya otra vuelta olímpica, con el pálpito de que ocurrirá pronto.

Una prima coloca este mensaje en el grupo de whatsapp de la familia: "Un Mundial es uno/una/une muchas veces".

El papá del nieto más hermoso del mundo le pregunta al abuelo del nieto más hermoso del mundo cómo reaccionó el bisabuelo del nieto más hermoso del mundo cuando Maradona zigzagueó los pastos del Estadio Azteca y sentó como una siembra a unos cuantos buenos defensores ingleses.

El abuelo del nieto más hermoso del mundo contesta que su padre no hizo casi nada salvo abrir unos ojos igual de tiernos que los de su bisnieto y lloró.

Un publicista que detesta a la indiferencia proclama frente a sus compañeros de oficina que el fútbol les pertenece a los pueblos.

Otro publicista, que labura a unos metros, le responde que así es, pero que le dé una mano porque andan atrasados con la campaña de una multinacional que decidió avisarle a uno de esos pueblos que todos somos Argentina.

Una novia de la época del golazo del Cani a Brasil llama al abuelo del nieto más hermoso del mundo no para evocar aquellas horas y sí para considerar que un Mundial no frena las bravuras de la vida pero nutre a esa vida con la presencia o con la ilusión de lo extraordinario.

Una lluvia de voces notorias denuncia que si a Qatar le concedieron y no le retiraron el Mundial es porque todo se fue al carajo.

Menos voces y menos notorias coinciden en el diagnóstico sobre Qatar pero consultan si alguien ubica puntos en el planisferio donde sea factible organizar el Mundial y no creer que todo se fue al carajo.

La nieta más hermosa del mundo, que es la prima del nieto más hermoso del mundo, le informa a su abuela que Messi es Argentina.

La abuela plantea que, aunque nunca jugó un partido de Primera para un club del país, hace muchísimo que Messi es Argentina.

Las amigas de la abuela meditan con la abuela sin demasiado orden porque unas prenden velas para que Otamendi le saque cada pelota a los delanteros contrarios y otras vociferan que el fútbol es el opio de las sociedades modernas.

Una amiga de la abuela desgrana que Messi era el mejorísimo de los mejores y, aun así, en la propia Argentina no se lo valoraba: núcleos de sabihondos le imputaban la ausencia de un éxito épico con las pilchas blanquicelestes hasta que, en Brasil y frente a Brasil, salió campeón de América y, entonces, a este Mundial desembarca siendo otro.

Otra amiga de la abuela sentencia que, en la Selección, en los mundiales o en la plaza del césped magro, resulta horrible que sea necesario vencer para ser aprobado y augura que buitres que en estos meses se disfrazaron de individuos reflexivos resurgirán como buitres si la Selección no fabrica gloria en Qatar.

Otra amiga más de la abuela se engancha con esas deliberaciones, añade que triunfar en Brasil fue chau a la angustia/bienvenido el prócer y enarbola que, por supuesto, ni hablar, como dice la nieta más hermosa del mundo, Messi es Argentina.

Una docente jubilada se pasma porque en la radio comentan una obviedad que, en medio de la desesperanza económica y de la desesperación por gambetearla, se le había pasado: Messi ya apila 35 cumpleaños y puede estar despidiéndose de los mundiales.

Un vecino no registra ni el dato ni la preocupación de la docente jubilada y prefiere ostentar que a su sobrino apenas le falta Tagliafico para completar la parte de Argentina en el álbum del Mundial.

Otra vecina, que sí oye a la docente jubilada, asegura que esta es una oportunidad diferente porque no de casualidad a la Selección la rebautizaron, como una caricia, la Scaloneta, porque al "ojalá que nos vaya bien" lo sustituye la confianza y porque al afecto por la celeste y blanca lo potencia un cariño específico por este grupo.

El doctor Martínez enuncia que no hay manera de que algo marche mal con una lista de jugadores que reúne a tres -Dibu, Lautaro y Lisandro- Martínez.

La doctora Martínez replica que eso de los Martínez es una huevada entre las millones de huevadas que expertos y neófitos sueltan en tiempos de Mundial pero que trae verdad eso otro de que hay un equipo que representa más que una esperanza y que quién te dice, quién nos dice, quizás brille el sol al abrir las ventanas, quizás se dé.

Una socióloga que los sábados usa una camiseta de la Selección con el nombre de Maxi Rodríguez, acaso la del zurdazo a México en 2006 o tal vez la del penal a Holanda en 2014, repone para sus lecturas una frase de, catalán y maestro, Manuel Vázquez Montalbán: "El fútbol se ha convertido en la droga dura de las democracias: permite responder tanto a la falta de proyecto de las sociedades globalitarias como a la paradójica soledad de las masas".

Un sociólogo que los mismos sábados se enfunda en una camiseta de Messi, tan trucha como encantadora, desiste de analizar a la pasión masiva por el fútbol y a la pasión masiva por la Selección y tararea: "Loco de pensar, queriendo entrar en razón y el corazón tiene razones que la propia razón nunca entenderá", como si lo recubriera la felicidad de las noches en las que saltó en un recital de La Renga.

El nieto más hermoso del mundo comenta en su casa, con una sonrisa que le enlaza las orejas y con la garganta entregada a cantar "Vamos vamos Argentina", que en el cole será posible ver los partidos de Argentina.

El papá del nieto más hermoso del mundo le explica que en esos días no irá al cole porque ciertos rituales son como la sangre y esos partidos los verán juntos.

El papá del nieto más hermoso del mundo reafirma que un partido mundialista es una ceremonia que se memoriza hasta lo eterno, evoca partidos compartidos con tías a las que extraña, con parejas que ya no son o con los del secundario hermanados en alaridos y se confiesa que, puta madre, cedería más que todo a cambio de un ratito de fútbol mundialista pegado a ese amigo que hace una brevedad que se murió.

La nieta más hermosa del mundo reitera que Messi es Argentina.

La mamá de la nieta más hermosa del mundo asume que en algún futuro le corresponderá invitar a su hija a que estudie conceptos como nación, nacionalismo, nacionalismo deportivo, chauvinismo, patria, patriotismo y hasta patrioterismo, aunque en estas semanas no la invitará a nada de eso no sólo porque la advierte muy pequeña sino porque para ella, también para ella, Messi es Argentina.

El tío Atilio se perturba al admitir que los mundiales le provocan contradicciones y se calma al admitir que no hay una sola pasión que no cobije la contradicción.

Una muchacha que respira en un barrio al que le abunda la dignidad y le escasea la guita anuda una banderita argentina entre dos techos.

Un señor que era muy niño cuando en 1930 se disputó el primer Mundial sigue sorprendido con que ahora el Mundial transcurra en noviembre y diciembre y, de paso, agrega que, a su edad, ya aprendió que en noviembre y diciembre las naranjas desbordan de sabor y que son meses en los que da gusto esperar noticias lindas de fútbol o de lo que venga.

El abuelo del nieto más hermoso del mundo enfoca a ese nieto del modo en que se enfoca a los nietos y a la hermosura y, más feliz que afinado, le corea un poco "Messi, Messi, Messi" y otro poco "Vamos vamos Argentina". Después, le da un abrazo que es el abrazo más hermoso del mundo porque en ese abrazo caben Messi, su viejo y el Diego y porque ya empieza el Mundial.